Un pueblo presionado
Martes, Septiembre 4, 2012 | Por Juan Carlos Linares Balmaseda
LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -No se puede juzgar un
libro por su carátula, ni a un pueblo por su fachada propagandística.
Todavía menos si ese pueblo está sometido a la presión ideológica, como
ocurre con los cubanos. Eso lo constaté nuevamente el pasado 29 de agosto.
Los ardientes rayos del sol, en pleno mediodía, caían sobre la vieja
furgoneta marca Was, de fabricación soviética, utilizada para
transportar presos. Dentro del vehículo, en un inhumano ambiente de
encierro, casi hermético, permaneció Alexander Fernández Rico por
espacio de casi una hora, frente al Tribunal Municipal de San Miguel del
Padrón, en espera de que comenzara la vista oral.
Por los pocos agujeros de ventilación del auto-jaula, salían sus
continuadas exclamaciones: "Esto es una injusticia". "¿Hasta cuándo
vamos a soportar tantas humillaciones?". "Respeten mis derechos". "Yo
soy un ser humano"…
Desde muy temprano, las cuatro esquinas de la sede del Tribunal se
inundaron de policías. Unos vestían sus característicos uniformes
azules, y otros vestidos de civil, estos últimos vinculados a la policía
política. Pero ninguno se quiso acercar al lugar de donde salían las
exclamaciones, tan siquiera para averiguar si el hombre a quien estaban
cocinando dentro de aquel horno tenía un dolor o se estaba
deshidratando. Ya sea por su vocación de torturadores o por miedo a ser
tachados de blandengues, ninguno exteriorizó ni la más simple curiosidad.
Cuatro meses atrás, Alexander se disponía abordar un ómnibus repleto de
pasajeros. Al no caber por la puerta delantera, él y otras personas
enviaron el dinero del pasaje al chofer y trataron de subir por la
puerta trasera. Pero al no caber tampoco por atrás, varios de los
pasajeros se quedaron parados en los estribos del ómnibus, y el chofer
echó a andar con las puertas abiertas. Unos metros más adelante, dos
policías detuvieron el ómnibus y bajaron a los pasajeros que no cabían.
Esto provocó una discusión entre tales pasajeros y los policías.
Alexander era uno de los que sobraban.
Entonces una frase hizo estallar la presión ideológica de los dos
gendarmes que detuvieron el ómnibus. A propósito, nunca se pudo
determinar quien profirió la frase. Lo cierto es que alguien gritó:
"Aquí los únicos que sobran son Fidel, Raúl y el comunismo".
Los agentes se sintieron nerviosos, y ya que no podían determinar quién
había gritado aquello, detuvieron a un joven que tenían a mano, el cual,
por su parte, les dijo en sus caras: "ustedes no representan la
autoridad, representan la injusticia". Alexander, quien apoyó las
palabras y la actitud del joven, también sería esposado. Al joven le
arrojaron gas pimienta en los ojos y le propinaron una golpiza en el lugar.
Finalmente, el joven terminó con la imposición de una corta sanción,
para cumplirla en un régimen de libertad limitada en su casa, mientras
que a Alexander le tocó tres años en prisión.
Durante los cuatro meses que aguardó por el juicio, en la prisión
Combinado del Este, efectuó varias huelgas de hambre, lo cual le provocó
una neuropatía que lo dejaría sin vista y sin poder caminar. Así
compareció aquel ardiente mediodía ante el tribunal.
En el juicio, el abogado de oficio de Alexander también dio evidentes
muestras de estar presionado ideológicamente.
Mientras los tres jueces deliberaban, un amigo de Alexander se acercó al
abogado, para manifestarle un breve comentario. Le dijo: "Cuando yo hice
una huelga de hambre, porque el Instituto de la Vivienda no quería
terminar de resolver un problema con la propiedad de mi casa, me
debilité mucho, y nosotros estamos preocupados por Alexander, pues las
huelgas en las prisiones deterioran mucho más".
El abogado miró hacia donde se encontraban apostados los agentes de la
policía política, y estalló en reprimendas contra el amigo de Alexander:
"No tienes razón para hacer una huelga por eso, antes del triunfo de la
revolución la gente no tenia casa y no hacían huelgas de hambre. Es más,
tú no eres mi cliente, y no tengo nada que hablar contigo".
Todos los cubanos sentimos una enorme presión ideológica que nos aplasta
e impide manifestarnos comos somos y pensamos. Para el extranjero el
cubanos puede parecer un pueblo de fachada pintoresca, pero las
interioridades son desquiciantes.
http://www.cubanet.org/articulos/un-pueblo-presionado/
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