En defensa del Reggaetón
No se oyó la voz discrepante de ningún reguetonero, que, o no fueron
invitados o prefirieron quedarse callados.
Hildebrando Chaviano
septiembre 28, 2012
Se reunió en La Habana el Consejo Nacional de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba. Lo que vale y brilla en las artes y las letras cubanas
debatió, sin miramientos, los problemas que afectan la creación y la
promoción de la música cubana.
La víctima propiciatoria fue el reggaetón, los demás tópicos analizados
no despertaron el interés que este ritmo marginal y negro, si cabe la
redundancia, despertó en los participantes. Resultado, hay que cerrarle
las puertas, aún más.
Como es habitual en este tipo de reuniones, no se oyó la voz discrepante
de ningún reguetonero, que, o no fueron invitados o prefirieron quedarse
callados.
Es cierto que las letras de muchos de los reggaetones dejan bastante que
desear en cuanto a los cánones culturales generalmente aceptados en
nuestra sociedad, pero, sin embargo, la sinceridad del discurso no puede
ponerse en duda. Estos músicos de la marginalidad tienen algo que decir
y lo dicen.
La cultura cubana no es solo la de las salas de concierto, también se
hace en las calles, en los solares mal olientes, en los barrios no aptos
para turistas de Santiago de Cuba y La Habana. Sus creadores son
aquellos que no tuvieron oportunidad de asistir a las escuelas de
música, o no quisieron hacerlo porque sus inquietudes artísticas y
sociales no se avienen a los esquemas culturales preconcebidos.
Las letras son machistas, porque la sociedad es profundamente machista,
sin embargo, hacen referencia a valores humanos que ya parecían
olvidados, llaman a las cosas por su nombre, aunque lo feo en realidad
no sea el nombre, sino lo que este significa. La hipocresía y la doble
moral que imperan en la Cuba de hoy, se ofenden con la manera sencilla
de decir, con el ritmo contagioso sin complejidades armónicas; música
primitiva para situaciones modernas, como resultado de su propia
evolución muy particular.
El producto reggaetón tiene consumidores y, guste o no, ahí está. Unos
lo disfrutan, otros lo sufren, pero es evidente que la cultura de la
nación no se puede medir sólo por las preferencias de la élite
privilegiada, ni siquiera de la mayoría supuestamente culta; también es
cultura la que producen las minorías, aunque en ocasiones apenas se
distingan las palabras. Los asistentes a la ópera pueden disfrutar de
una representación de Madame Butterfly o de Salomé sin entender ni una
palabra en italiano o alemán.
Publicado en el blog Librexpresión el 25 de septiembre de 2012
http://www.martinoticias.com/content/cuba-reggaton-musica-cultura-debate/15237.html
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