Cuba: El Puente sobre el rio Kwai
[31-12-2016 11:50:29]
Pedro Corzo
Escritor, Periodista y Editor
(www.miscelaneasdecuba.net).- Las navidades cubanas de 1958 estaban
manchadas de sangre, la muerte había hecho acto de presencia en muchas
familias, la pena y el dolor eras patentes para quienes no se
contemplaban el ombligo con devoción, la ambición de poder de unos y el
empecinamiento de conservarlo de otros, había llevado el luto a cientos
de hogares y dejaba avizorar un futuro de espanto para todos con
independencia de quien resultara vencedor.
El fin de año, el esperado estreno del Puente sobre el Rio Kwai, junto
a las Navidades, están inexorablemente asociadas al triunfo de la
insurrección, a muertes y esperanzas, cremadas en más víctimas y
destrucción según pasaron los días.
José Antonio Albertini y Enrique Ruano recuerdan la reproducción parcial
del viaducto del rio Kwai construido con cañas de bambú en la entrada
del teatro Cloris, llamado Camilo Cienfuegos, después que Cuba fue
secuestrada por los Castro.
Los adolescentes testigos de aquellos tiempos repletos de ilusiones y
sueños jamás cumplidos, cargan amargura e innumerables frustraciones, a
veces dulce, como la quietud que produce el dolor cuando se marcha, una
experiencia que ha cincelado para bien o mal a los que han sobrevivido.
Es fácil recordar aquellos días aunque hayan transcurrido 58 años.
Cañonazos de tanques, bombas de aviones y tiros por doquier. Ejecuciones
sin juicio, al capricho de los nuevos caudillos, aquellos futuros
cadáveres eran inexorablemente precedidos por los ataúdes en los que
iban a ser sepultados.
Santa Clara fue el escenario final de una mala obra iniciada el 10 de
marzo de 1952 y la obertura de una tragedia que se acerca a las seis
décadas, que ha conmovido lastimosamente los cimientos de la nación
cubana, destruyendo tradiciones, contaminando generaciones, dejando un
legado devastador.
Las mentiras se gestaron rápido. Se crearon falsos héroes como Ernesto
Guevara, a quien se le atribuyó la captura de un falso tren blindado que
era defendido por soldados del cuerpo de ingeniero y no por militares
regulares, sus armas eran escasas y las municiones para las mismas
menos, las vías férreas estaban en pésimas condiciones al extremo que el
tren se descarriló por sí mismo y no por las acciones de sus atacantes,
independiente de que hay actores importante de ambos bandos que afirman
que la ocupación del transporte estuvo signada por la corrupción y no
por la heroica lucha de sus captores.
De lo que se escribe y habla menos es de los hombres que Guevara ordenó
fusilar en Santa Clara sin concederles las más mínimas garantías
procesales. El desparecido comandante, expedicionario del Granma y
atacante del Moncada, Jaime Costas, decía que algunos gustaban atribuir
a Ramiro Valdés los primeros fusilados de esa ciudad, pero que no era
cierto, Costa le dijo al autor de este trabajo en más de una ocasión que
"los primeros fusilados de Santa Clara eran muertos del Che" y que ese
era un tema recurrente en los banquetes de los caudillos al principio de
la victoria castrista.
Imposible olvidar aquellos acontecimientos y sus macabras
consecuencias. Una turba sedienta de sangre reclamando paredón sin
pensar que estaban estableciendo las bases para sus propias ejecuciones,
porque el nuevo régimen por su insaciable sed de sangre, estaba listo
para devorar hasta sus partidarios.
La malaventura hizo zafra al mismo ritmo que las cañas de azúcar se
secaban. La miseria se adueñó de los bienes y de quienes los
disfrutaban. Se estableció una sociedad de víctimas y victimarios. La
prisión fácil, juicios espurios, inocentes transformados en culpables,
consignas mortales a ritmo de conga y la masificación del individuo
hasta la pérdida total de sus derechos.
El horror de aquellos días está con quienes los vivieron. El miedo y el
espanto tienen sabor y olor aterradores. No es posible zafarse del
maleficio si lo viviste, no importa lo que te esfuerces, fuiste marcado
a fuego como un animal cualquiera y tanto los sueños como las realidades
que puedas darte, estarán impregnados de una pesadilla más ardoroso que
la más fiel de las parejas.
La realidad ha sido más cruel que la congoja mas espeluznante. La
ancianidad tocó las carnes, huesos y escasos cabellos de los que han
sobrevivido, sin importar el campo donde cada quien asumió lo que
entendió fueron sus deberes o placeres.
Sin embargo, más allá de victorias y derrotas, la muerte acecha a
todos. Solo que cada uno tendrá para su coleto hasta que punto cumplió
con lo que creyó, y cuanto devastó o construyó cuando le correspondió
hacer una u otra cosa.
Source: Cuba: El Puente sobre el rio Kwai - Misceláneas de Cuba -
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