Publicado el lunes, 05.13.13
Cubanos en apuros
Alejandro Armengol
El titular resume la declaración de un expreso político cubano que vive
en España: "Si lo llego a saber, me quedo en Cuba". El acuerdo entre el
gobierno cubano y el español, con la mediación de la Iglesia Católica,
que permitió la salida de la isla de 115 prisioneros que sufrían
condenas injustas, mantiene esa nota amarga que lo caracterizó desde el
inicio: nunca fue una salida apropiada sino una solución desesperada.
Ahora, con el desahucio en Alicante de una familia de refugiados, se
hace más necesario que nunca tratar de buscar un remedio a la situación.
La noticia apareció en la prensa española y la reflejó Radio Martí.
Catorce agentes de la Policía Nacional y 80 miembros de la Plataforma
"Stop Desahucios" que fueron arrastrados por la fuerzas del orden hasta
las afueras del local. Como consecuencia, dos personas fueron detenidas,
tres resultaron heridas y una menor de edad, hija del matrimonio,
recibió atención médica.
Es una situación compleja, donde es fácil buscar culpables pero difícil
hallar soluciones. Se puede resumir en que los cubanos llegaron en el
peor momento posible a un país en que ya había estallado, con una fuerza
nunca prevista, una crisis largamente anunciada. Que España ya estaba en
una situación desventajosa para recibir refugiados se sabía desde el
anuncio del acuerdo, lo que resultaba imposible de vaticinar era que los
peores pronósticos se quedarían cortos ante la realidad que aún vive la
nación.
A todo esto hay que añadir graves fallas en la organización de la salida
y llegada de los cubanos.
"Se tomaron decisiones precipitadas, hubo descuidos", opina Elizardo
Sánchez Santacruz, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos
y Reconciliación Nacional.
"Los responsables de estos conflictos son quienes diseñaron fórmulas
desacertadas para traer a los cubanos hacia el destierro en España sin
valorar debidamente la composición de los núcleos familiares o incluso,
a veces, la identidad de las personas", ha advertido.
En su opinión, fue el gobierno cubano quien llevó la voz cantante en el
proceso de excarcelaciones y, entre las tres partes, cerraron "una
especie de chapuza", de acuerdo a una información de la agencia Europa
Press.
Esa "chapuza" (no sé si esa expresión tan castiza es propia del
disidente, de visita en España, o una simple versión de sus palabras
según el cable) se ha convertido en una tragedia para un grupo de
familias: "Nos han engañado, nadie piensa en mis hijas pequeñas",
exclama Ismora Sánchez, la madre en la familia de desahuciados.
Han transcurrido más de dos años desde que los expresos cubanos
comenzaron a llegar a España. Las ayudas previstas entonces siempre se
otorgaron con un carácter temporal, e incluso en su momento fueron
criticadas debido al alto índice de desempleo ya existente en el país.
Ese desempleo no ha hecho más que ir en aumento. Además, muchas de estas
personas salieron de Cuba a una edad relativamente avanzada —50 o más de
40 años— que indudablemente no los favorece a la hora de buscar empleo.
A la hora de criticar el acuerdo entre La Habana y Madrid, hay que tener
en consideración que Madrid buscó aprovechar una posibilidad mínima para
ayudar a la liberación de los opositores. No se le puede negar su
función de catalizador de un proceso que no había originado, pero el
cual buscó canalizar en favor de una causa justa. Un papel que fue a la
vez humanitario y político.
No hay que olvidar que lo que estuvo en el tapete entonces fue lograr la
excarcelación de quienes habían estado sufriendo condenas injustas. El
gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero participó activamente en ese
logro. Al tiempo que no está libre de cualquier reproche, tampoco se
puede dejar de reconocer el logro que significó la liberación de los
prisioneros. Se puede decir que quienes viajaron a España lo hicieron
ilusionados y apremiados, pero en última instancia eligieron un destino
al que otros, que prefirieron permanecer en Cuba, dijeron que no.
Los reproches, sin embargo, deben quedar atrás. Hace años se elaboraban
en esta ciudad planes exitosos, que permitieron la entrada aquí de
cubanos que se encontraban en condiciones lamentables en terceros
países. ¿Por qué no buscar la manera de que los expresos políticos
cubanos que se encuentran en situación precaria en España puedan venir a
este país, si así lo desean?
Más allá del acuerdo establecido entre los gobiernos de Cuba y España,
respecto a los disidentes excarcelados, y de las ayudas otorgadas en su
momento y ya vencidas, el exilio de Miami debería dar un paso al frente
en contribuir monetariamente al sostenimiento y manutención de estos
cubanos.
Algunos de los cubanos que viajaron a España se sienten traicionados y
echados a un lado. En su momento lucharon por una Cuba mejor, y ahora se
enfrentan al desamparo y el olvido.
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