"¡Aquí no ha pasado nada!"
Martes, Diciembre 11, 2012 | Por René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cuabanet.org -En la noche del pasado
sábado 8, los rectores de la Televisión Cubana cometieron el terrible
sacrilegio de interrumpir la novela brasileña. Lo hicieron para
encadenarse con sus colegas venezolanos y transmitir la alocución de
turno del teniente coronel Hugo Chávez.
Los sufridos televidentes se enteraron así, entre otras cosas, sobre la
predilección que siente el orador por John Travolta y Olivia Newton-John
y sobre la destreza de una ministra para bailar lambada. No obstante, el
objeto central de la comparecencia era más serio: informar sobre una
inminente nueva operación en La Habana, para combatir el cáncer de
pelvis que padece el mandatario.
Que todos los canales de la nación sudamericana tuviesen que transmitir
las palabras presidenciales, no llama la atención: están obligados a
hacerlo en virtud de un decreto del propio Chávez. Lo sorprendente —y
también instructivo— es que otro país interrumpa la programación
habitual de su primer canal para difundir en vivo las palabras
pronunciadas por un jefe de estado extranjero, consagradas a un asunto
que es, en esencia, de carácter interno. Y que después se considere en
el deber de retransmitirlas en múltiples ocasiones. Esto ilustra el
grado de dependencia en que los castristas han colocado a nuestra patria
con respecto a Venezuela.
La alocución de Chávez puso de relieve la manipulación que primó del
lado gobiernista durante las recientes elecciones presidenciales en el
país sudamericano. Resulta obvio que, bajo un régimen democrático, las
informaciones fidedignas sobre el estado de salud de un candidato
presidencial son vitales para que el pueblo —el soberano— pueda decidir
de manera informada a quién pone al frente del Estado.
Sin embargo, la mesurada exhortación que hizo en su momento el líder
opositor Henrique Capriles Radonsky, quien pidió "transparencia" sobre
el tema con el fin de evitar que existiera una mayor incertidumbre, y
que solicitó información gubernamental sobre "cuánto tiempo va a durar
el tratamiento", recibió una respuesta crispada de Nicolás Maduro, quien
hizo amargas observaciones sobre "la miseria humana de esta derecha".
Maduro se consideró entonces en el derecho y el deber de comentar:
"Cuando escuchamos al gobernador ausente de Miranda… meterse con la
vida, con la salud de un hombre ejemplar, de un ser humano excepcional
como es el comandante Chávez, lo que uno siente es indignación". ¡No en
balde este último, en su comparecencia, lo ungió como su sucesor!
El propio teniente coronel de Barinas participó de manera personal en la
desinformación. En un cable reciente, la Agencia EFE recordaba que, en
los días previos a la elección presidencial, su corresponsal le preguntó
sobre el cáncer, a lo que el candidato oficialista respondió: "No me
acuerdo de eso; pero ni me acuerdo".
Ahora mismo, pese a la gravedad de la situación que dejan entrever sus
palabras, la manipulación continúa. Chávez no sólo habló de sus artistas
predilectos; también relató vivencias de su etapa de teniente, cantó un
himno marcial, hizo ostentación de su fe religiosa y pronunció decenas
de veces la palabra "Patria". Pero una vez más se quedó sin dar
información sobre el cáncer que padece.
Resultó evidente que el líder bolivariano deseaba proyectar la imagen de
una persona que, durante todo el proceso comicial, estuvo ajena a las
características de la seria dolencia que lo aqueja. Según esa
historieta, sólo después de las elecciones supo la gravedad de la
situación y la necesidad de someterse a una nueva intervención
quirúrgica. Lo único que se me ocurre es repetir la frase hecha: ¡Que lo
compre quien no lo conozca!
Al parecer, el teniente coronel deseaba simbolizar la investidura del
señor Maduro como su sucesor entregándole la espada del Libertador, cosa
que en definitiva no pudo hacer. En vista de esa imposibilidad, asignó
al precioso objeto museable —obsequio del Perú— el papel de testigo del
trascendental relevo.
Está claro que el agraciado, en su calidad de sustituto legal, ejercerá
la jefatura del Estado mientras no termine el actual período
presidencial. Pero esto dejará de ser cierto a partir del 10 de enero.
La flamante "Constitución bolivariana" establece en su artículo 233:
"Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo… antes de
tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y
secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se
elige y toma posesión el nuevo Presidente…, se encargará de la
Presidencia de la República el Presidente… de la Asamblea Nacional".
O sea, que en esa eventualidad sería el señor Diosdado Cabello quien
asumiría el mando supremo. A la luz de esa realidad, y tomando en cuenta
las conocidas ambiciones del actual jefe del legislativo venezolano,
habrá que ver si, llegado el momento, él acata la primacía de Nicolás
Maduro o si aprovecha su breve estancia en el poder para tratar de
alzarse con la candidatura oficialista.
En cualquier caso, está demostrado que a la victoria chavista del pasado
7 de octubre puede aplicársele con carácter retroactivo el refrán: Pan
para hoy y hambre para mañana. Todo indica que en sólo unas semanas en
la república sudamericana habrá que comenzar nuevamente desde cero.
En la anterior elección presidencial, no dejó de surtir efecto el
caudillismo tan caro a nuestros pueblos (de ahí la nominación de Chávez,
pese a sus evidentes problemas de salud), pero habrá que ver qué sucede
en la próxima. Llegado ese momento, en Venezuela será menester
parafrasear la expresión popular: ¡Señores, aquí no ha pasado nada!
http://www.cubanet.org/articulos/%e2%80%9c%c2%a1aqui-no-ha-pasado-nada%e2%80%9d/
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