Fidel Castro
Triunfador
Otros pueden, ¿por qué no usted? "Sacabuche" Robinson: un triunfador.
Condensado de La Llave del éxito en la Vida y los Negocios, por Dale
Camino
Rafael del Pino, EEUU | 04/09/2012 9:58 am
Ojeando viejas revistas de los años 60, me encontré con una pieza
titulada "Sacabuche Robinson un triunfador" publicado en la revista
Mella, Nro.171, febrero 1960, pág. 48-52.
Remedando aquel artículo y viendo que nuestro Comandante en Jefe es
también sin duda un triunfador me he apresurado a enviarle esta
sugerencia viendo que está consumiendo sus últimos kilometrajes en
esta tierra. Ojalá llegue a tiempo antes de que pierda la capacidad
total de entender lo que deseo transmitirle. En definitiva él no tiene
la culpa de que todos los que le rodean tengan miedo de decirle las
verdades y la mayoría de las veces aplaudan cosas sin sentido o le
propongan idioteces adrede.
De hace un tiempo acá le dio por consumir la mayor parte del papel que
importa Cuba para escribir ni se sabe cuántos libros apologéticos
sobre sus "hazañas" en la lucha contra Batista, en la guerra de
guerrillas, en maniobras diplomáticas, en derrotas infligidas al
imperialismo. Que si la ofensiva inicial, que si la ofensiva final,
que si la victoria estratégica. Me da la impresión que el Comandante
tomó, o le incitaron a que tomara, el camino de su viejo amigo y Gran
Timonel Kim Il Sung, de Mao, de Stalin, de Ceausescu y ni se sabe de
cuántos ilustres dictadores más que han escrito o le han escrito
centenares de volúmenes que nadie lee ni se leerán jamás.
Ahora se dice, no sé si fue por alguien que lo escuchó en el programa
de Pérez Roura con Ninoska, o en el de Francisco Aruca con Edmundo,
que Fidel va a escribir un libro conjuntamente con Hugo Chávez.
El Comandante puede estar seguro de que si se llena de valor y nos
deja para la posteridad sus experiencias de triunfador su obra
recorrerá el planeta sin tener la menor duda de que será el mejor best
seller de todos los tiempos.
Lo primero que tiene que hacer es lanzar por la borda el culipandeo de
justificar decisiones erróneas o calculadas fríamente y lanzarse a
fondo con la verdad. En definitiva un triunfador al igual que
Sacabuche Robinson no tiene por qué estar buscando coartadas para
justificar sus acciones.
Le voy a demostrar que cuando recae en las boberías, las historias le
salen mal y hace el ridículo.
Veamos la narración que usted le hizo al periodista Ignacio Ramonet,
donde trata de justificar por qué nunca entró en el Moncada alegando
que la culpa la tuvo una posta cosaca de dos soldados que pasaron
cerca de su auto.
"En ese instante voy manejando, llevo empuñada la escopeta con la
izquierda y una pistola en la mano derecha; estoy ya al lado de ellos,
la puerta semiabierta; pretendía hacer dos cosas a la vez: evitar que
dispararan a la gente de Ramirito y Montané, y ocupar las dos
ametralladoras Thompson que portaban.
"Había otra forma de acción, que después comprendí perfectamente
cuando tuve un poco más de conocimientos y experiencia: lo que debí
hacer fue olvidarme de ellos y seguir. Si esos dos soldados veían un
carro, otro carro y otros más avanzando rápido delante de ellos, no
habrían disparado." (Tomado del libro Cien Horas con Fidel,
conversaciones con Ignacio Ramonet, editado por Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado, Tercera edición, La Habana, 2006,
páginas 145-177).
Está más que claro que esos dos soldados no iban a hacer absolutamente
nada si todos ustedes iban vestidos con los mismos uniformes del
ejército, incluyendo gorras y grados.
Se desprende que la pregunta lógica de un periodista profesional sin
parcialización alguna hubiese sido:
"Pero Comandante, si usted llevaba una escopeta en la mano izquierda y
una pistola en la mano derecha, ¿con que extremidad conducía el
automóvil?"
Por supuesto que Ramonet no hubiera hecho esa pregunta. Primero porque
nunca jamás hubiera podido visitar la Isla con todos los gastos pagos
y entrevistar a altos dirigentes cubanos y en segundo lugar porque
todos sabemos la respuesta que le daría Fidel encolerizado:
"¡Manejaba con mis cojones Ramonet, con mis cojones."
Se da cuenta Comandante de lo infantil de esta coartada. No hubiera
sido más normal decirle: "¡Me apendejé Ramonet, me apendejé! Pero todo
eso estaba en mis cálculos. Yo tenía que conservarme vivo. No importa
cuántos murieran en la acción, yo necesitaba ocupar los titulares del
país y convertirme en el enemigo número uno de la dictadura, a la
cabeza de la oposición. Los desconocidos no hacen noticias ni
política."
Usted tiene un millón de historias que dejarían boquiabierto al mundo
entero incluyendo a su amigo el papa Joseph Ratzinger. Se imagina
aquel episodio del fallido secuestro de un avión de pasajeros de
Cubana de Aviación, donde el ingeniero de vuelo Ángel María Betancourt
después de escapar estuvo localizado a las pocas horas por la
Seguridad de Estado y estos por instrucciones suyas lo escondieron en
la iglesia del sacerdote Miguel Ángel Loredo para poder confiscarle
todas las propiedades a la Iglesia Católica. Esa fue una movida genial
que difícilmente se le hubiera ocurrido a Sacabuche Robinson.
Genial también fue la marginalización a sus propios combatientes del
ejército rebelde para utilizar a los cuadros del viejo partido
comunista en la organización del poder totalitario. Cuéntenos cómo
posteriormente se las arregló para liquidar a estos dándole cabida
nuevamente a los defenestrados anteriores una vez que el viejo PSP le
tenía garantizado el poder absoluto.
Cuéntenos sobre los huesitos que le tiró a Faure Chaumont y a otros
dirigentes del Directorio Revolucionarios para desaparecer esta
organización.
Narre sin ruborizarse aquel papelazo el 24 de Octubre de 1983, durante
los sucesos de Granada, cuando envió al Coronel Pedro Tortoló Comas
para que se inmolara en combate junto a todos los infelices obreros
que allí trabajaban y a los cuales se les había suministrado todo el
armamento ligero necesario para que se produjera la batalla.
Se acuerda Comandante, allá en el cuarto piso del MINFAR antes de
partir, dándole un abrazo y despidiéndolo convencido de que el coronel
ofrendaría su vida y la de todos los cubanos en Granada.
"¡Hasta el último hombre, Tortoló, hasta el último hombre!"
Recuerda cuando compareció ante las cámaras de la televisión nacional
para compararle con el general Antonio Maceo; calificativo glorioso y
jamás empleado con ningún otro militar cubano.
Háganos quedar en ridículo por no entender nosotros en aquel momento
por qué se enviaba a Tortoló, si el coronel Méndez un oficial de
academia muy calificado era jefe de la misión militar.
Nárrenos todo sin cortapisas. La verdad, que nada tenía que ver con la
calificación, lealtad o disciplina de un jefe. Que todo se debía al
"casting". Esa terrible adicción de los productores en Hollywood
seleccionando actores prefiriendo la presencia física a las dotes
artísticas. El coronel Méndez era un hombre de muy pequeña estatura,
extraño, gordito aunque muy inteligente y capaz. Pero para el papel de
Antonio Maceo hacía falta un mulato con más de seis pies, musculoso y
fuerte. Tortoló llenaba todas las exigencias del "casting" y ese fue
el que usted escogió.
Los triunfadores no solo narran éxitos sino también sus errores.
En esas memorias salidas de la confesión sincera no puede faltar la
gran jugada de cómo, al ver que se venía abajo todo el mundo
comunista, se las agenció para mandar al paredón de fusilamiento a un
grupo de sus más leales servidores y de paso como buenos corderitos
meter en un redil a cincuenta y tantos generales para que apoyaran el
crimen. Esa magistral movida, ante la cual Sacabuche Robinson se vería
como un parvulito, tiene que traérnosla inning por inning, jugada por
jugada hasta el último out.
Va a necesitar unos cuantos tomos, se lo aseguro, pero va a poner a
muchos de cabeza, comenzando por los que hoy muy cerca de usted le
están serruchando el piso. Váyase tranquilo al otro mundo, muerto,
pero de risa. Ese será su sello final de triunfador.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/triunfador-279794
No comments:
Post a Comment