Socialismo y corrupción
Martes, Septiembre 25, 2012 | Por Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -En las celebraciones del
90 aniversario del Partido Comunista de China (PCCH), el presidente Hu
Jintao volvió a dar la voz de alarma sobre el avance de la corrupción a
todos los niveles de la sociedad y el gobierno.
Eso fue hace un año, pero el problema no se detiene. Ahora, próximos a
inaugurar el XVIII Congreso del PCCH, el asunto vuelve a la palestra
como algo imposible de atenuar a pesar de las medidas impuestas,
incluida la pena de muerte para los altos funcionarios que incurran en
delitos de esta naturaleza.
El relajamiento de la disciplina partidista es un hecho fuera de
cualquier duda. Una vez más queda demostrado que las unánimes poses de
fidelidad ideológica, tan propias del unipartidismo, son construcciones
ficticias que tratan de ocultar la realidad que nada tienen que ver con
la ética y el decoro.
En Cuba proliferan hechos similares. La corrupción se extiende desde los
estratos más pobres de la sociedad hasta los más encumbrados. En esta
ola de daños no solamente económicos, sino también sociológicos,
participan funcionarios de alto rango del partido, el gobierno y las
fuerzas armadas.
A medida que el gobierno "socialista" le abre las puertas al capital,
para tratar de salir del estancamiento, se desarticula el andamiaje
retórico e ideológico que justifica un modelo improductivo, basado en
leyes comprobadamente utópicas.
Este es uno de los motivos que explican la alargada pausa del presidente
cubano Raúl Castro a las medidas aperturistas, que no creo lleguen a
alcanzar la dimensión que la nomenclatura china ha permitido desde que
comenzó las transformaciones económicas a finales de la década del 70.
La tentación de enriquecerse a toda costa, sin importar los
procedimientos, mata cualquier vestigio de honradez. Esta palabra es hoy
en Cuba una reliquia, cada vez más escasa en un contexto en el que
predomina la ilegalidad como vía principal para el lucro o la
supervivencia. El cohecho, el tráfico de influencias, los desvíos de
recursos del estado y el descontrol administrativo son cotidianos en
todo el territorio nacional.
Al igual que sucede en China, los castigos para ponerle coto a la
situación no resultan suficientes. Nuevos casos continúan surgiendo, sin
que se vislumbre la solución.
Si le es tan complicado al gobierno de la Isla disminuir el número de
casos de corrupción, es lógico que Raúl Castro lo piense más de una vez
para ampliar sus reformas económicas.
Un reajuste de las leyes de inversión extranjera para viabilizar la
entrada al país de empresas foráneas, es impensable por el momento. Es
casi seguro que la irrupción de grandes capitales dispararía la
corrupción y pondría en mayors aprietos a los jerarcas del partido y el
gobierno. Los pasos en este sentido serán muy discretos.
Todo el aparato político-ideológico quedaría expuesto a un mayor
desprestigio. Los comunistas convencidos o los que aparentan serlo, son
piezas fáciles ante las seducciones del dinero del "enemigo".
China es un ejemplo de lo difícil que resulta acabar con la plaga de la
corrupción. La élite verde olivo sabe que ni fusilando han podido los
chinos detenerla. ¿Aumentará el rigor de los castigos en Cuba? ¿Se
acabará la moratoria en cuanto a la pena de muerte, frente a la
imparable corrupción? Nunca se sabe.
Lo cierto es que los castigos impuestos hasta el momento no incluyen a
todos los corruptos. Hay un sector intocable que desde hace tiempo vive
de la corrupción y la inmoralidad, sin que se cuestione el origen de sus
fortunas.
oliverajorge75@yahoo.com
http://www.cubanet.org/articulos/socialismo-y-corrupcion/
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