Capitalismo de amigos
La isla no es un buen lugar para que capitalistas serios inviertan. Es
más un terreno para aventureros.
Iván García / Especial para martinoticias.com
septiembre 04, 2012
En Cuba, para tener éxito en algún negocio con capital extranjero es
imprescindible tejer una red de amistades con personajes influyentes
del Estado. Ya se sabe cómo se cultivan esas relaciones.
Con buen whisky. Cenas de alta cocina. Y sobres con varios miles de
pesos convertibles. Rómulo (nombre ficticio), durante diez años, fue
la mano derecha de un empresario que tenía negocios de muebles en la
isla.
Entre los gastos de representación anuales estaban los saraos y mesas
buffet donde el invitado de honor era el ex primer secretario del
Partido Comunista en la capital. "Esos pesos pesados del gobierno son
los que te abren la puerta a una serie de licitaciones y venta de
equipos e insumos a organismo del Estado. Tiene un costo. Recuerdo que
como parte de un trato, se le amuebló gratis la sede provincial del
Partido", comenta.
Jugosas comisiones hacen saltar olímpicamente los estatutos
establecidos. A pesar de la creación de una oficina anticorrupción,
dirigida por Gladys Bejerano, destinada a frenar los negocios por
debajo de la mesa y el dinero negro, el gran problema de cualquier
empresario en Cuba resulta lo complicado y dilatado de sus leyes sobre
inversiones extranjeras y, ante todo, hacer amigos poderosos que te
aseguren un mercado de monopolio.
Ciertamente, la isla no es un buen lugar para que capitalistas serios
inviertan. Es más un terreno para aventureros. Luego vienen los
incumplimientos y medidas absurdas del régimen. Que a la primera de
cambio te pueden cerrar el negocio y confiscar todo el equipamiento, o
dictar una regulación que prohíbe sacar de los bancos sumas que
excedan los 10 mil dólares, en una especie de corralito financiero a
la cubana.
Un negocio en Cuba es como navegar por una tabla de surf en aguas
bravas. Otro problema resulta la contratación de trabajadores, a cargo
de una empresa gubernamental. Al tener que pagarle al gobierno el 100%
del salario en divisas por cada empleado, y devengar éstos un sueldo
de miseria, el robo y la chapucería laboral están a la orden del día.
Los empresarios extranjeros lo suelen solucionar pagando, por la
izquierda, un dinero extra a sus empleados. Y regalándoles bolsas de
comida y artículos de primera necesidad. El capitalismo que se
practica en Cuba es el de los amigos.
Mientras el Brasil de Dilma Rousseff cambia la forma de licitar, al
transformar el Estado en un ente que no contrata, sino que adjudica y
concesiona un negocio por el menor precio, eliminando la corrupción en
las licitaciones, en la Cuba del General Raúl Castro una regla de oro
es entablar influencias con personeros del régimen y abrir la chequera
para que el mecanismo funcione.
Cuanto más alto y poderoso sea el socio, mejor. En la década de los
90, inversiones hoteleras como Melíá, fueron promocionadas por el
propio Fidel Castro, quien inauguró varios centros turísticos.
Lo peor no es presente. Es el futuro. Cuba tiene todos los códigos
marcados para convertirse en la peor versión de un capitalismo feroz.
Con fábricas donde la gente laboraría por un dólar diario. Y sin un
sindicato independiente que defienda al trabajador.
Consorcios de capital sospechoso como RAFIN, accionista mayoritario de
ETECSA, la compañía estatal de telecomunicaciones, gestionados por
empresarios de verde olivo, prometen ocupar mayores espacios.
Ya el grupo GAESA, dirigido por Luis Alberto López-Calleja, yerno de
Castro II, de una mordida controla un amplio sector del mundo de los
negocios en Cuba. Puede que en diez años, de un capitalismo de amigos,
pasemos a un capitalismo de familia. Todo pinta a ello.
http://www.martinoticias.com/content/article/14331.html
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