El gran pecado de la revolución cubana
Miércoles, Septiembre 5, 2012 | Por Roberto Jesús Quiñones Haces
GUANTÁNAMO, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -El pasado 29 de agosto se
cumplieron 56 años de la proclamación de la Carta de México, documento
firmado por José Antonio Echeverría Bianchi y Fidel Castro Ruz.
La revolución cubana tuvo la originalidad de ser realizada,
mayoritariamente, por campesinos y estudiantes guiados por líderes de
varios movimientos, no por un partido. El Movimiento "26 de Julio",
denostado inicialmente por el Partido Socialista Popular, logró la
unidad de las principales fuerzas revolucionarias vinculando la lucha
guerrillera de las montañas con el terrorismo revolucionario de las
ciudades para dar al traste con la dictadura de Fulgencio Batista. En
las postrimerías de esa lucha, apreciando que la historia iba a pasarle
por encima sin posibilidad de resurgimiento y luego de haber formado
parte del gobierno de Batista, el PSP formó un frente guerrillero en el
norte de la antigua provincia de Las Villas.
Las bases de estos movimientos y sus proyecciones políticas fueron
esencialmente democráticas. Para demostrarlo están "La historia me
absolverá", el Manifiesto del Movimiento "26 de julio", el Pacto de la
Sierra y la Carta de México. En todos estos documentos, en la posición
asumida públicamente por Fidel Castro antes del ataque al cuartel
Moncada y después -hasta 1959-, así como en las cartas que remitió a
familiares y amigos durante esa etapa que no han sido publicadas aún, es
evidente que latía un hondo sentimiento democrático, una vocación de
servicio incuestionable y el desinterés por hacerse del poder de la
forma en que lo hizo después del triunfo revolucionario.
"La Historia me absolverá" es un texto que cada día se vuelve más en
contra de su autor pues demuestra como el pensamiento del joven
Fidel Castro fue traicionado por el hombre que en 1959 se erigió como
gobernante absoluto del país. En dicho documento aparece que la primera
ley que proclamaría el gobierno revolucionario de haber tomado el poder
sería la restitución de la Constitución de 1940 como la verdadera y
única ley suprema del Estado, sin embargo, al tomar el poder el gobierno
revolucionario dictó una Ley Fundamental que-según los teóricos
proclives a la genuflexión- restableció la Constitución de 1940, pero en
la práctica lo que hizo fue eliminar todas las libertades civiles y
políticas reconocidas por aquélla, entonces una de las más avanzadas
del mundo. El orden democrático tantas veces alabado por Fidel Castro en
"La historia me absolverá" fue prorrogado hasta hoy por un gobierno que
en esos años contaba con el apoyo abrumador del pueblo aunque esto
no lo legitimaba para excluir a los cubanos que no eran afines con sus
propósitos.
La segunda Ley revolucionaria concedería la propiedad inembargable e
intransferible a todos los colonos, sub colonos, arrendatarios,
aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos
caballerías. Este propósito fue cumplido con la promulgación de las dos
leyes de la Reforma Agraria pero luego se les impusieron a los
campesinos los planes elaborados a nivel central lo cual frenó la
iniciativa privada y propició el paulatino descenso de la producción
de alimentos. Duele ver las estadísticas de los años comprendidos entre
1955 y 1960 y comprobar cómo ha decrecido desde entonces la producción
de carnes, huevos, leche, café, pescado, azúcar, cacao, etc, etc.
La tercera Ley revolucionaria iba a otorgar a los obreros y empleados
el derecho a participar del 30% de las utilidades de todas las grandes
empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo los centrales
azucareros. Desconozco si esto era factible o si dicha promesa fue el
fruto de alguno de los arrebatos idealistas del líder y que muy caro
hemos pagado los cubanos. Por supuesto que nunca se cumplió.
La cuarta Ley iba a conceder a los colonos el derecho a participar en
el 55% del rendimiento de la caña y de una cuota mínima de 40 mil
arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen 3 años o más de
establecidos. Esto no llegó a implantarse. Apunto que en 1959 la
industria azucarera cubana era una pujante empresa y una de las
primeras exportadoras de azúcar a nivel mundial, si no la primera, ahora
se encuentra en un estado calamitoso. Desconozco si además de comprar
café a los vietnamitas- a quienes enseñamos a sembrarlo, según dijo Raúl
Castro en un reciente discurso-también compramos azúcar a Brasil o la India.
La quinta ley, que ordenaba la confiscación de todos los bienes a los
malversadores se cumplió. Sin embargo, esa primera acometida contra los
malversadores de otros gobiernos cedió con el paso de los años ante los
"errores" de los cuadros comunistas. La vista gorda aplicada a los
conmilitones y a los burócratas del sistema nos ha costado cara. Hoy la
corrupción es uno de los principales problemas que presenta la
administración gubernamental. Cuando me refiero a la corrupción no
pienso solamente en la obtención ilícita de beneficios materiales o
prebendas sino que incluyo dentro de dicho fenómeno a aquéllas acciones
tendentes a crear un estado de impunidad para determinadas personas ,
funcionarios y dirigentes , a desatender las peticiones y derechos de
los ciudadanos y a aplicar la justicia haciendo acepción de personas, un
fenómeno en el que la burocracia comunista tiene un papel protagónico y
hasta desafiante a pesar de las advertencias realizadas por el propio
Presidente del país, de las cuales hasta hora se ha estado riendo en
silencio pero con gozo y contumacia. Esta arista de la corrupción
administrativa es importante debido a su posición retardataria y a que
fomenta la falta de credibilidad ciudadana en las instituciones, lo cual
favorece la tendencia hacia un estado de ingobernabilidad que puede
desembocar en el caos y la violencia. Los síntomas son evidentes. (1)
El Manifiesto No.1 del M-26-7 apareció el 8 de agosto de 1955 y fue
escrito por Fidel Castro desde México. En dicho texto se aseguraba: "A
los que hablan de elecciones generales les preguntamos: ¿Elecciones con
Batista o sin Batista? Con Batista fueron las elecciones generales del
primero de noviembre, las más escandalosas y fraudulentas que recuerda
nuestra vida republicana, mancha imborrable de nuestra tradición
democrática, que nos retrogradó a etapas que parecían ya superadas por
siempre […] La única solución cívica por tanto que nosotros
aceptaríamos, la única honesta, lógica y justa es la de elecciones
generales inmediatas sin Batista"(2). Y en otra parte señalaba: "El 26
de julio se integra sin odios contra nadie. No es un partido político
sino un movimiento revolucionario; sus filas estarán abiertas para todos
los cubanos que sinceramente desean restablecer en Cuba la democracia
política e implantar la justicia social […]" (3).
Sin embargo, cuando al tomar el poder se le preguntó acerca de las
elecciones, Fidel Castro lanzó su famosa pregunta: "¿Elecciones para qué?".
El apartado 19 de la Carta de México afirmaba: "Que la Revolución
llegará al poder libre de compromisos e intereses, para servir a Cuba en
un programa de justicia social, de libertad y democracia, de respeto a
las leyes justas y de reconocimiento a la dignidad plena de todos los
cubanos, sin odios mezquinos para nadie, y los que la dirigimos,
dispuestos a poner por delante el sacrificio de nuestras vidas, en
prenda de nuestras limpias intenciones". ( 4).
Como se aprecia, en todos los documentos que proyectaban la obra de la
revolución aparece la práctica de las libertades civiles y políticas
como un objetivo primordial, algo de lo que muy pronto se desentendieron
los revolucionarios. Considero que en este viraje político tuvo una
influencia decisiva la presencia del PSP en el nuevo gobierno. Mucho se
ha resaltado a lo largo de estos años la actitud de Blas Roca Calderío
al entregar a Fidel Castro la guía de su partido, acto que se ha
calificado de generoso y altruista cuando en realidad constituyó una
extraordinaria jugada política de resonancias estratégicas. No olvidemos
que en esos años solamente el PSP estaba organizado en todo el país ni
que todos los partidos comunistas latinoamericanos actuaban subordinados
a las decisiones del Kremlin. Tampoco olvidemos que pocos años después
Aníbal Escalante fue detenido como autor de la micro fracción que
pretendía darle un giro más "ortodoxo" a la revolución cubana.
Desconozco hasta dónde llegó la mano de Moscú en este caso tan poco
estudiado.
Una gran dificultad fue que ninguno de los principales dirigentes de la
revolución -excepto Carlos Rafael Rodríguez- tenía una sólida formación
teórica y que los intentos iconoclastas de Ernesto Guevara y hasta del
propio Fidel Castro fueron obstaculizados por los antiguos militantes
del PSP, quienes muy pronto coparon todas las instancias
gubernamentales. A medida que se acentuaba el diferendo del gobierno de
Cuba con el de los Estados Unidos la dependencia hacia el bloque
socialista se hizo indeleble y lejos de cumplir con los compromisos
contraídos durante la etapa insurreccional, por los que tantos jóvenes
cubanos dieron sus vidas, los dirigentes cubanos, apartados de la
búsqueda de un socialismo con sendero propio, acabaron copiando las
normas del inoperante socialismo soviético. Nunca olvidaré la frase de
Fidel Castro a mediados de la década de los años ochenta cuando dijo:
"¡Ahora si vamos a construir el socialismo!", expresión que hizo
preguntarnos a muchos cubanos qué habíamos estado haciendo hasta
entonces. Importante también resulta su discurso del 17 de noviembre del
2005 en la Universidad de La Habana donde el líder de la revolución
reconoció sin ambages: "Una conclusión que he sacado al cabo de muchos
años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más
importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que
alguien sabía de cómo se construye el socialismo"(5). Ambas frases
demuestran cómo el voluntarismo político, la ausencia de un proyecto
sólido, centrado en nuestra idiosincrasia y la imposición de un
socialismo distorsionado han sido las causas principales de este
desastre. El gran pecado de la revolución cubana es haberse
desentendido de los ideales que le dieron origen. Hoy existen cubanos
perseguidos, encarcelados y exiliados por luchar por los mismos ideales
proclamados por Fidel Castro y la generación del centenario cuando
asaltaron el cuartel Moncada.
Notas:
(1).-Las menciones al texto 'La historia me absolverá" se hicieron
partiendo de la edición realizada por Ediciones Políticas, Instituto
del Libro, La Habana, 1967.
(2) y (3).-Historia de Cuba, tomo 6, del Dr. Julio Le Riverend, p. 106,
Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1978.
(4).- Periódico Granma, lunes 29 de agosto del 2011, p.5
(5).- "El poder y el proyecto. Un debate sobre el presente y el futuro
de la revolución cubana", Julio César Guanche, Editorial Oriente,
Santiago de Cuba, 2009, p.55. Nótese como una vez más el líder de la
Revolución involucra en la responsabilidad por los errores cometidos a
todos los cubanos, como si tuviéramos participación en la toma de
decisiones que él y los principales dirigentes del país han adoptado
por más de cincuenta años.
http://www.cubanet.org/articulos/el-gran-pecado-de-la-revolucion-cubana/
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