Ricardo Alarcón, Elecciones
Alarcón y las elecciones en Cuba y Estados Unidos
Palabras rebuscadas y sofismas para desinformados no logran justificar
la falsedad
Eugenio Yáñez, Miami | 05/09/2012 8:15 am
Después de haber declarado que los cubanos no eran autorizados a viajar
libremente para evitar congestión de aviones en los cielos, parecía que
Ricardo Alarcón había alcanzado el tope del cinismo posible, pero cuando
habló recientemente sobre las elecciones en la Mesa Redonda de la
televisión cubana demostró que, como dice el slogan revolucionario,
"siempre se puede más".
Resulta extremadamente difícil, por no decir imposible, pretender hablar
en serio de las "elecciones" cubanas sin provocar, al menos, hilaridad,
y en muchos casos sonoras carcajadas.
El señor Alarcón se queja de que la prensa cubana le da más cobertura a
las elecciones de Estados Unidos que a las de Cuba. ¿No sabe por qué?
Las elecciones en Estados Unidos siempre son noticia, no solamente
porque se elige al líder de la nación más poderosa del planeta, cuyo
accionar influye de una forma u otra en todo el mundo, sino además
porque casi diariamente se publican encuestas de opinión, los candidatos
atacan continuamente los programas y promesas de los contrarios y
resaltan sus propios proyectos e ideas, la prensa hurga en la vida de
los candidatos y en algunos casos se llega hasta a insultos y
descalificaciones personales que restan clase a la contienda (aunque
estos extremos son más comunes en elecciones locales que en las
presidenciales).
En Cuba, por el contrario, todos saben quién va a ganar. A pesar de las
cantaletas y la propaganda, la participación del "pueblo" se expresa
exclusivamente, y bajo la atenta vigilancia de los militantes del
Partido, en las elecciones para delegados de circunscripción que
conforman las asambleas municipales. De ahí en adelante, son las
"comisiones de candidatura", establecidas anteriormente, y aprobadas por
ustedes saben quien, las que "sugieren" los integrantes de las asambleas
provinciales y la Asamblea Nacional del Poder Popular. En la ANPP el 50%
de los diputados son designados de acuerdo a las "propuestas" de las
comisiones de candidatura a las asambleas municipales. Gracias a este
procedimiento "singular" (la palabrita es de Alarcón), personajes tan
"populares" y "carismáticos" como Guillermo García Frías, José Ramón
Balaguer, o Salvador Valdés Mesa, son diputados, y hasta miembros del
Consejo de Estado.
Pretendiendo desacreditar las elecciones norteamericanas, Alarcón dice
que "Romney es multimillonario de carrera y lleva de vicepresidente a un
señor porque él lo decidió de dedo". "Y se supone que esas sean
prácticas democráticas". Pero Romney es candidato porque ganó las
elecciones primarias republicanas frente a varios contendientes, y Ryan
es candidato a vice porque lo aprobó la misma convención del partido que
proclamó a Mitt Romney. Además, no hay nada automático ni de oficio:
para llegar al Gobierno ambos tienen que ganar las elecciones de
noviembre, enfrentados a varios candidatos de diferentes partidos
(aunque algunos creen que en Estados Unidos hay solamente dos partidos
políticos).
Entonces, cabe preguntarle al señor Alarcón: ¿de que forma "democrática"
Raúl Castro designó a José Ramón Machado Ventura como su segundo? ¿No
fue "de dedo"? Y una vez que lo designó, ¿a qué escrutinio popular se
sometieron ambos? Solamente a la aprobación de los diputados a la ANPP,
que a su vez fueron electos por "quien tú sabes". Y la designación de
Machado para ese cargo se había decidido en el Buró Político el día
anterior. Lo supimos porque la prensa abrió fuego contra el después
defenestrado Carlos Lage por haberse deslenguado ese día en la
fiestecita que tenía preparada con su camarilla para celebrar su ascenso
a "las mieles del poder", información que terminó en el servicio de
inteligencia de España antes que en los miembros del comité central del
partido cubano y en los diputados que debían "aprobar" la propuesta
unánimemente.
Pero Alarcón, además de cínico, es mentiroso, y pretende engañar a los
cubanos mal informados, mezclando diputados con delegados, y de paso,
utilizando palabras poco habituales en el lenguaje cubano: "Si el
trabajo se concentrara en reunirse y parlotear, ahí sí habría razones
para que la gente se quejara, pero nuestros diputados trabajan mucho".
"Este no es su oficio, todos trabajan además de atender a sus electores
y sacrifican parte de su tiempo libre para ocuparse de los problemas que
plantean los ciudadanos". Colosal mentira de Alarcón: ¿a cuántos
electores han atendido en todos estos años Ramiro Valdés, Abelardo
Colomé Ibarra ("Furry") o José Ramón "el gallego" Fernández? A ninguno.
Los que atienden a los electores después de trabajar son los delegados
de base, que no tienen poder ni autoridad para resolver ningún problema.
El "trabajo" de los "dirigentes" —incluido el inefable presidente de la
Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón— es creerse que
dirigen el país y que el pueblo los quiere, mientras van enterrando cada
vez más a ambos, al país y al pueblo.
"Reunirlos a todos en La Habana para que nos disparen discursos, no
tendría sentido", dijo Alarcón, como si quien "disparara" discursos no
fuera perfectamente conocido, lamentablemente, por todos los cubanos.
Pero los diputados deberían reunirse en La Habana —y mucho más a menudo
que los pocos días que los convoca Alarcón cada año— no para "disparar"
discursos, sino para discutir a fondo y debatir en serio los proyectos
de leyes del país, y no para levantar los brazos indiferentemente y
"aprobar" por unanimidad.
El régimen totalitario cubano, además de mentiroso y cínico, es
teóricamente cobarde, debido a su indigencia conceptual. Un poder
surgido de guerrilleros semianalfabetos, dirigidos por alguien fascinado
por caudillos y terriblemente cobarde en el plano personal, no podía
generar un verdadero pensamiento revolucionario. Los balbuceos
tropicales filo-trotskistas de Che Guevara no resisten la prueba de la
práctica.
En Cuba no existe separación de poderes, en el concepto "burgués" del
Estado de derecho y la sujeción a las leyes. Consecuentemente, no pueden
existir ni "democracia" ni derechos humanos, en la forma que estas
nociones se aceptan universalmente en el mundo occidental. Entonces, la
Asamblea Nacional del Poder Popular podrá ser y es un coro de focas
amaestradas, pero nunca un parlamento libérrimamente electo que exprese
la voluntad de un poder legislativo que ni se subordina al poder
ejecutivo ni le debe favores, mucho menos a un partido que se sitúa por
sobre todas las instituciones y la sociedad. Que en otros países la
democracia sea una farsa o una parodia, como lo son, no sirve para
legitimar a la dictadura cubana.
Lo que Alarcón considera despectivamente "parlotear" en un parlamento
libre es ejercer el derecho de los representantes de los votantes a
expresar sus opiniones en función de los intereses específicos de esos
votantes, que deberán consensuarse con los de toda la nación para poder
convertirse en leyes. Pero si de "parlotear" se trata, el mejor ejemplo
son las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde se
"parlotea" sobre cualquier bobería hasta que los máximos jerarcas
consideran oportuno parar la conversación y llevar a votación el tema
que sea, del que ya se sabe cual será el resultado.
Finalmente, dice Alarcón que Estados Unidos quiere "privar al pueblo
cubano de elegir a sus propios representantes". Imposible: Estados
Unidos no hubiera podido hacer eso en el último medio siglo, porque en
todo ese tiempo quien ha privado al pueblo cubano de elegir a sus
propios representantes ha sido la dictadura totalitaria castrista y su
"singular" sistema democrático.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/alarcon-y-las-elecciones-en-cuba-y-estados-unidos-279811
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