Wednesday, August 17, 2011 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -"La vida es bella", proclama
un mensaje que circula por Internet firmado por un tal Manolín -¿el
Médico de la Salsa?- a propósito del anunciado concierto de Pablo
Milanés en Miami, el 27 de agosto en el American Airlines Arena.
"La vida es bella". Lo dice hasta el título de una película. De acuerdo.
Lo sabemos. Es bella. ¿Y? ¿Dejaría de serlo si el querido Pablo no canta
en Miami? Porque a juzgar por el apasionamiento bastante cursi de
Manolín, es como si de ello dependiera la supervivencia de la nación
cubana. Ya se sabe que los cubanos nos creemos que nuestra islita y su
diáspora son el ombligo del mundo.
Imagina Manolín cuán heroico y conmovedor que una muchacha cubana de
Miami -inmigrante por motivos económicos, no faltaba más- deje por una
noche de menearse con el reguetón para asistir al concierto de Pablo, en
franco desafío a los intolerantes de Vigilia Mambisa que piquetearán sin
falta en las afueras del teatro. La muchacha, tan solo escuche en boca
del cantor "esto no puede ser no más que una canción de amor", llamará
por el IPhone a su mamá en La Habana para cantar juntas "eternamente,
Yolanda…" y evocar aquellos tiempos felices a pesar del hambre, los
apagones, las guaguas llenas y los chivatazos del CDR, que para ella
dejaron de ser eternos porque puso 90 millas de agua por el medio y se
limpia la conciencia con una remesa en dólares cada varios meses.
El concierto de Pablo Milanés, el nuevo episodio de la saga entre los
extremistas de ambos bandos, que aprovechan cualquier pretexto para
asumir el rol que nadie les concedió de guardianes de la patria, alcanza
niveles delirantes. Demasiado apasionamiento y exageración. En el
fondo, ni siquiera son sinceras las poses de amor o el berrinche.
Ninguna de los dos. Todo es politiquería y patrioterismo. Y business as
usual.
Lo pienso dos veces antes de meterme en la trifulca. Primero que todo,
porque temo ser imparcial: confieso que me encantan las canciones de
Pablo Milanés. Segundo, porque no vale la pena involucrarse. El
concierto de Pablo Milanés en Miami no va a lograr la reconciliación
nacional ni mucho menos, como tampoco lo consiguió hace dos años la
payasada de Juanes y otros pelafustanes en la Plaza de la Revolución. La
reconciliación de los cubanos requiere muchísimos ingredientes más que
bellas canciones.
Muchos no le perdonarán su pasado como cantor oficial de la corte verde
olivo, pero nadie podrá negar que Pablo Milanés es un cantautor de
primera, cuya música inevitablemente integra la banda sonora de la vida
de los cubanos de los últimos 40 y tantos años. Siquiera por haber
compuesto "Para vivir", merece que se le disculpe haber escrito -por
encargo ya se sabe de quienes- aquella pendejada de hundirse en el mar
antes que renunciar "a la gloria que se ha vivido".
Después de todo, en los últimos 20 años, Pablo Milanés, como todos los
cubanos excepto los Máximos Mandamases, ha cambiado bastante. Ahora en
sus textos y sus declaraciones, suele ser amargamente crítico. Al
respecto, a los que se animen a asistir al concierto del 27 de agosto,
si es que no lo suspenden, les recomiendo poner asunto a la letra de
"Los días de gloria", donde confiesa haber perdido la yagruma, el
colibrí y la guitarra. Sé que muchos han perdido más, pero, ¿acaso el
revanchismo puede devolver lo perdido?
A algunos en Miami les molestarán mucho los carteles de promoción del
concierto de Pablo Milanés en las paradas de ómnibus. Están en su
derecho a indignarse, pero escogieron vivir en un país democrático. Sólo
les queda no asistir al concierto, piquetear en contra y confiar en que
el American Airlines Arena resulte demasiado grande y Pablo Milanés y
los promotores de su concierto hagan el papelazo de no conseguir llenarlo.
De cualquier modo, mucho más ridículo es acusar de agente de la
Seguridad del Estado a alguien que solamente es, gústeles o no, un
excelente cantante. Se los aseguro yo, que desgraciadamente he tenido
que tratar, en disímiles circunstancias, ninguna de ellas agradables,
con demasiados de dichos agentes, ninguno con guitarra ni dotes
particulares para el canto. Modestamente, eso me da cierto derecho a
opinar desde aquí y a aconsejar a los come-candela de allá que dejen la
tontería y el aspaviento inútil. Que reserven energía para mejor
causa. La van a necesitar.
http://www.cubanet.org/articulos/el-concierto-de-pablo-el-amor-y-el-berrinche/
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