Tuesday, July 5, 2011 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Como una esperpéntica Penélope,
la corrupción administrativa en Cuba teje de noche lo que le destejieron
de día. Mientras, como Ulises ante las sirenas (del sentido común), los
caciques insisten en amarrarse al trono, haciendo oídos sordos.
Uno está a punto a veces de sentir lástima por ellos. Los pobres, tan
mayores casi todos, achacosos, cascarrabias y anclados en las batuecas,
se supone que por insuficiencias en el flujo de oxígeno dentro de sus
cerebros. Y quizá también porque, al contrario de los otros ancianos,
que ven cómo ya sólo les crecen las orejas, a nuestros caciques les han
seguido creciendo las ilusiones y la desorientación.
Es para que se dedicaran a esperar la última afeitada jugando dominó,
sacando crucigramas con una manzanilla calientica a mano; pescando
mojoneros en el Malecón, no para lucro, sino más bien como pretexto para
mirar el horizonte; o metiéndose mentiras unos a los otros, sobre los
tiempos de antes, pero, eso sí, sentados en un parque, no a través del
periódico o la televisión.
Y he aquí que en vez de hacer lo debido, los muy tercos persisten en su
vocación de perros de muchas bodas, sin atrapar hueso en ninguna por
lengüetearlo en todas.
Su última trastada fue serviles terror como desayuno, durante 37 días
continuos, a los administradores, funcionarios y jefes más o menos
intermedios de esa calamidad a la que llaman el modelo económico cubano.
"La carga de los 37" podríamos titular esta película de suspenso y
masacre, bautizada por los caciques con el difuso nombre de VI
Comprobación Nacional al Control Interno.
Muy pocos entre estas huestes deben haber conseguido pegar los ojos a lo
largo de las 37 noches que mediaron entre el 25 de abril y el 31 de mayo
pasados, particularmente en La Habana. Como muy pocos debieron ser los
que al final lograron escapar sin castigos de distintas graduaciones,
desde la pérdida del cargo hasta la cárcel. Es un dato que nunca
conoceremos con exactitud. Ni falta que nos hace. Basta con leer
atentamente lo que a propósito del tema comenta el Granma en su salida
correspondiente al martes 21 de junio.
Entre el batallón de funcionarios y dirigentes que debieron terminar
tronados por efecto de la VI Comprobación Nacional al Control Interno, y
la columna de los que posiblemente terminaron enfermos de los nervios o
infartados luego de sus 37 jornadas de asedio, deben ser cuantiosas las
bajas en las filas de nuestros gloriosos salvadores de la patria. Pero
nadie dude que todos serán sustituidos con prontitud. Siempre que el
sistema continúe expeditándoles los conductos para robar, malversar y
despilfarrar el dinero ajeno, sobrarán candidatos.
Porque de eso se trata, ni más ni menos: la corrupción está en las bases
del sistema. Y sus funcionarios y jefes intermedios no son sino meros
instrumentos. Así que empiezan a ser corruptos en el mismo instante en
que aceptan el cargo.
Lo demás es hablar por hablar, otorgando de paso la atención que en
principio no merece un evento al que llaman con el tan poco serio nombre
de Comprobación Nacional al Control Interno. O sea, si los caciques
necesitan comprobar el control de sus propios mandos, es señal de que no
confían en ellos. Entonces, ¿qué razones tendrían para confiar en la
comprobación del control?.
Nadie se extrañe si muy pronto organizan la Comprobación Nacional a la
Comprobación de los Controles. Luego, la Comprobación a la Comprobación
de la Comprobación… Y así sucesivamente. Como en esas sagas tan
ridículas con las que Hollywood pretende aterrorizarnos y no consigue
sino hacernos reír.
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