Salas de billar clandestinas, tan populares como perseguidas
También estos sitios de recreo han caído en el colimador estatal
Viernes, marzo 24, 2017 | Ernesto Carralero Burgos
LA HABANA, Cuba.- Los jóvenes cubanos encuentran en las salas de billar
un escape al tedio cotidiano.
Ubicadas en casas particulares y pasando desapercibidas como salones de
entrenamiento, las salas de billar luchan por mantener un espacio en la
realidad cubana.
Aunque nunca han sido legalizadas, los propietarios entrevistados para
este reportaje coinciden en que anteriormente sí permitían sus negocios.
Recientemente, y a raíz de la arremetida oficial contra el sector
privado, han sido víctimas de acoso por parte de las autoridades.
Rodrigo, propietario de una mesa, comenta: "Lo que pasé fue del carajo.
Los inspectores 'se me tiraron' un día y querían decomisarme la mesa.
Gracias a que los vecinos me apoyaron pude mantenerla. Dijimos que solo
se utilizaba para jugar entre los muchachos del barrio y algunos amigos
míos".
Una de las razones que utiliza el Estado para el cierre de los negocios
es la realización de apuestas ilícitas. Aunque esto realmente ocurre, es
una cuestión entre jugadores en la que no intervienen los propietarios.
Julio, dueño de una mesa en el Cerro, dice: "Mira, es verdad que la
gente apuesta entre sí. Pero aquí, fuera del alquiler no se cobra nada.
No es como que uno gestione las apuestas y eso es lo que dicen los
inspectores. Dan a entender que tienes una casa de apuestas y que nos
hacemos millonarios a costa de eso".
En las salas de billar generalmente se cobra por hora. Las tarifas van
desde los 30 a los 50 pesos (moneda nacional) dependiendo de las
condiciones del local. En algunos sitios el precio depende también de si
se deja prendido el aire acondicionado. Suelen estar llenas hasta en
horas de la madrugada. Sobre todo en barrios periféricos como Alamar,
donde son prácticamente los únicos lugares adonde se puede acudir
después de las 11 de la noche.
La persecución por parte de las autoridades ha provocado el cierre
temporal de algunas de estas casas en espera de "mejores tiempos". El
miedo a que se decomisen las mesas forzó esta decisión.
Julio explica que "una mesa puede costarte 1 500 CUC y hasta 20 CUC cada
bola así, que es una inversión grandísima". Por eso no quisiera que "un
día estos tipos se queden con lo mío de gratis. La suerte es que como
llevaba mucho tiempo en el giro no perdí demasiado dinero".
En tanto, los jóvenes que acuden a las salas de billar se muestran
descontentos con las medidas estatales.
El joven Mario dice que "en Alamar no existen prácticamente opciones
recreativas para los jóvenes como no sea la Fábrica de Guayaberas y no
siempre tienes el dinero para ir. No es lo mismo que entre cuatro o
cinco amigos reúnas 100 pesos para jugar un par de horas a dos cuadras
de tu casa y digamos que haces una ponina y compraste una botellita.
Relajas el día y no te sale tan caro. Hay mesas de billar en los
hoteles. Por ejemplo en la Villa Panamericana hay una y la gente igual
apuesta, pero como le estás pagando el alquiler al Estado no les
interesa lo que pase allí. La cosa es joder al pueblo".
Luis Armando afirma por su parte: "Mírame a mí, por ejemplo, que estoy
pasando el servicio militar en la EJT (Ejercito Juvenil del Trabajo). No
tengo dinero para irme para una discoteca y duermo en mi casa pero al
otro día tengo que levantarme para ir a fumigar. Por una cuestión de
tiempo no puedo lanzarme hasta la Villa Panamericana y regresar a las 4
de la madrugada a mi casa"
Lo cierto es que a pesar de que las salas de billar son muy populares
entre la juventud esto no las pone a salvo de la arremetida estatal. O
tal vez sea el hecho de ser populares lo que las convierta en blancos.
Source: Salas de billar clandestinas, tan populares como perseguidas
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