Mujeres rurales: entre el surco y las labores domésticas
ZUNILDA MATA, Alquízar (Artemisa) | Enero 30, 2017
En Alquízar la tierra colorada lo cubre todo con una capa rojiza. A
Gladys Montero ese polvo carmesí se le mete entre las arrugas del
rostro. "Vengo del campo profundo", advierte. En Cuba el 21% de las
mujeres vive en áreas rurales, se despierta con el canto del gallo y
hace su vida al ritmo que marcan las cosechas.
Alabada antaño como una "amorosa guajira", dibujada en un entorno
bucólico o fotografiada con sus hijos famélicos, la mujer campesina no
se parece ya a ninguno de esos estereotipos. Sin embargo, sus
peculiaridades apenas se escuchan hoy en medio del bullicio que generan
los centros urbanos y los prejuicios machistas.
Gladys está cerca de cumplir 70 años y los recuerdos de su infancia los
lleva "frescos como una lechuga". De niña ayudó en la finca de sus
padres a sembrar "maíz, frijoles y calabaza". Solo terminó octavo grado
de la secundaria, aunque detecta con una mirada cuándo un surco fue
plantado con dedicación o "para salir del paso".
A pesar de que en 2013 más de 142.300 mujeres laboraban en los campos de
la Isla, en el imaginario popular esas tareas siguen siendo "cosa de
hombres". La fuerza femenina en el sector agrícola representa el 19,2%
del total de sus trabajadores y solo un 17,3% de los puestos de
dirección en esas áreas están ocupados por ellas.
Dentro de las casas el panorama es totalmente diferente. El 56% de las
mujeres rurales se dedican a los quehaceres del hogar. Estadísticas del
Ministerio de la Agricultura indican que por cada 100 hombres con empleo
estable en esas zona, apenas hay 30 mujeres.
De joven, Gladys también cortó caña, un trabajo duro que atemoriza
incluso a muchos varones. "Parí a mi primer hijo muy jovencita y poco
tiempo después llegó el segundo", recuerda. Cuando los niños crecieron,
su madre enfermó y la cuidó hasta el final de sus días.
La mayoría de sus vecinas y allegadas han pasado por una situación
similar. A cientos de kilómetros del poblado de Artemisa, donde habita
Gladys, Rosa María lleva también una vida frente al fogón en Florida,
Camagüey. "Hay noches que, cuando me acuesto, me duele todo y tengo los
pies muy hinchados".
Los principales problemas que ambas deben sortear cada día están
vinculados a la fuente de energía con la que procesan los alimentos, el
suministro de agua, la violencia doméstica y las dificultades
económicas. Ninguna tiene un hobby, apenas participan en actividades
sociales ni han ido al cine en los últimos diez años.
El estudio cualitativo 50 voces y rostros de líderes campesinas cubanas,
auspiciado por OXFAM-Canadá y la Junta de Andalucía, reveló que el
empoderamiento de la mujer rural está frenado por la sobrecarga de
responsabilidades domésticas y de atención a los hijos; la insuficiente
preparación técnica y los estereotipos sexistas, entre otros factores.
En todo el país, las féminas dedican el 71% de sus horas laborales al
trabajo doméstico no remunerado, según una Encuesta del Uso del Tiempo
realizada en 2002. Por cada 100 horas de trabajo masculino, ellas
ejecutan 120, la mayor parte con actividades simultáneas. Una situación
que se agrava en los pueblos y bateyes.
La especialista Mavis Álvarez Licea considera que "todavía una mayoría
significativa de hombres del campo se comportan con una masculinidad
hegemónica bien acentuada". Mientras que las mujeres "siguen sometidas
al poder masculino, quizás no en igual grado y condición que sus
antecesoras pero, solapada o abiertamente, son reprimidas y discriminadas".
El caso de Teresa González es diferente. Desde los 17 años empezó a
llevar la contabilidad en la cooperativa de crédito y servicio José
Antonio Echevarría en Artemisa. Hoy ocupa la presidencia. "Me pasaba el
día sacando cuentas y al principio a los hombres que estaban en el campo
les parecía que eso no era trabajo", recuerda. Con el tiempo ha
conseguido que todos respeten su labor.
En 2008, el Gobierno de Raúl Castro implementó una serie de medidas para
reanimar la producción agrícola. Entre ellas se incluyó la entrega de
tierras ociosas en usufructo por los Decretos Leyes 259 y 300, pero
según cifras del Ministerio de la Agricultura, cuatro años después del
inicio del proceso, de las 171.237 personas beneficiadas solo el 9,5%
fueron mujeres.
Los hombres siguen liderando la propiedad sobre los recursos agrícolas
como tierras, agua, insumos y créditos y toman la mayor parte de las
decisiones. De ellas, solo 12.102 son propietarias de terrenos, para un
11% del total de poseedores de tierra.
Las autoridades cubanas privilegian las cifras que comparan la situación
entre hombres y mujeres en cuanto a acceso a la salud, la educación, el
empleo y los cargos administrativos. Pero poco se publica sobre las
diferencias salariales entre géneros y los contrastes de oportunidades,
en especial los vinculados a la ubicación regional.
En medio de un surco donde recoge tomates, Marisol cuenta que siempre
tiene algo que hacer. "Después de esta viene la recogida de ajo que la
pagan mejor" comenta a 14ymedio. Su marido prefiere tenerla "todo el
día en la casa sacándole brillo al piso", pero las estrecheces
económicas lo han obligado a aceptar que trabaje en la agricultura.
A su lado, bajo el inclemente sol, está Mirta, quien cada día al
concluir las tareas de recogida y llegar a su modesta vivienda, acarrea
el agua desde un canal de regadío cercano para bañarse, lavar la ropa y
cocinar. "No tenemos televisor porque la corriente nos llega por una
tendedera y el voltaje es muy bajo".
No ha podido convencer a sus hijos para que se queden en aquella casa
rodeada de sembrados y cochiqueras. El varón decidió seguir en el
ejército cuando concluyó su servicio militar y la hija se casó con un
hombre que "se la llevó para La Habana".
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Nota de la Redacción: este reportaje fue hecho gracias al apoyo del
Howard G Buffet Fund for Women Journalists de la International Women's
Media Foundation .
Source: Mujeres rurales: entre el surco y las labores domésticas -
http://www.14ymedio.com/nacional/Mujeres-rurales-surco-labores-domesticas_0_2154984483.html
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