Los campos cubanos: vacas flacas y desarraigo
La ONU y Francia procuran recuperar la ganadería en la isla
Martes, enero 31, 2017 | Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba.- El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y
el gobierno de Cuba firmaron el 23 de enero un acuerdo por 50 millones
de dólares para revitalizar el sector ganadero y aumentar los ingresos y
los puestos de trabajo. Los recursos se distribuirán entre cooperativas
y provendrán también de la Agencia Francesa de Desarrollo y del Gobierno
cubano. El propósito es la transformación del sector agropecuario, al
fomentar que los pequeños agricultores se organicen en cooperativas
privadas, y beneficiará a unas 11 500 familias de más de 100
cooperativas en la provincia de Camagüey, tradicionalmente productora de
leche, según anunció el Servicio Informativo de ONU.
El esfuerzo de FIDA y la AFD es laudable, pero deberán garantizar la
adecuada utilización de los recursos de las cooperativas, que no son
privadas, pero sí notorias por coartar a los campesinos y por su
ineficiencia, improductividad e irrentabilidad; especialmente las UBPC,
causas reales del desmedro de la ganadería vacuna en Cuba, salvo pocas
excepciones. Los verdaderos campesinos privados han sostenido
exitosamente la producción.
En 1958 había casi 6 millones de cabezas de ganado, cerca de una por
habitante, solo por debajo de Argentina y Uruguay en América Latina. En
1967 llegaron a 7 172 000, pero cayó a 3 821 300 en 2008 y sólo se
reportan 4 045 000 en 2015, en pésimas condiciones productivas. Incluso,
muchos especialistas consideran esa cifra irreal.
El ganado vacuno llegó a Cuba con Diego Velázquez en 1511 para
garantizar la alimentación de los colonizadores españoles. Ya en la
última década del siglo XVI se exportaba pieles a España. El auge de la
producción de azúcar a mediados del siglo XVIII fue favorecido por la
abundante ganadería, que proporcionaba tasajo (carne salada) para
alimentar a los esclavos, mano de obra fundamental en la Cuba de
entonces, y bueyes como la única fuerza motriz. "La tradición ganadera
dejaba como remanente, después de alimentar una ciudad (La Habana),
donde todos los días se comía carne, gran cantidad de bueyes para mover
trapiches y tirar carretas (…) Por su larga tradición ganadera, el
consumo de carne en Cuba fue siempre muy elevado, y los ingenios
situados en las zonas de Sancti Spíritus y Puerto Príncipe (Camagüey)
daban a sus esclavos exclusivamente carne fresca, que resultaba más
barata que el tasajo", ilustra el profesor Moreno Fraginals en su obra
El Ingenio.
La explosión azucarera demandó gran cantidad de esclavos, por lo que se
importaba tasajo de Argentina y bacalao de Noruega, pero la carne fresca
siguió siendo ampliamente consumida por la población.
En 1959, la primera Ley de Reforma Agraria proscribió el latifundio,
previsto en la Constitución de 1940, y estableció "la adecuada
redistribución de tierras entre gran número de propietarios y
agricultores". Pero el latifundio privado se convirtió en latifundio
estatal. Con una parte considerable de las tierras expropiadas se
crearon empresas estatales como Granjas del Pueblo y las Cooperativas
Cañeras. Las ideas recogidas en la Primera Ley de Reforma Agraria pronto
fueron desviándose hacia políticas estatistas, con una inmensa
burocracia que, con sus métodos centralizadores, paulatinamente
liquidaron la iniciativa y la motivación laboral en los hombres del campo.
En 1961, Fidel Castro acometió el desarrollo de la producción lechera
con la importación de unas 20 000 vacas y toros sementales,
fundamentalmente de Canadá, se creó la escuela de inseminadores,
comenzaron a dividirse las grandes extensiones ganadera en áreas de
pastoreo, con la siembra de pastos artificiales y la preparación de heno
y ensilaje.
El 3 de octubre de 1963 se dictó la Segunda Ley de Reforma Agraria, que
eliminó los aspectos flexibles de la primera ley, y continuó
fortaleciéndose la centralización mediante la creación de monopolios
estatales dedicados a comprar los productos, vender los insumos y
equipos, con precios y condiciones fijados unilateralmente. Para el
control político de los campesinos surgió la Asociación Nacional de
Agricultores Pequeños (ANAP), y se crearon las Cooperativas de Crédito y
Servicio (CCS) y la Organización de Fincas Estatales, que tuvo su origen
en las tierras confiscadas a medianos y pequeños agricultores.
En la década de 1970 se impulsó la creación de cooperativas con las
tierras y medios de los productores privados. Muchos unieron sus
propiedades en las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), que no
han sido exitosas. Únicamente en pequeña escala y con fuertes controles
se permitió la actividad productiva privada, en el marco de las
Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS). En 1993 se organizaron las
Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) con las tierras y las
enormes deudas —que no resolvieron sino que incrementaron— de las
antiguas Granjas Estatales.
Desde 2006, Raúl Castro debió acometer la restructuración de las
cooperativas y desactivar las grandes deudoras al Estado, pero no ha
logrado el despegue productivo. Entre las reformas del presidente, se
dictó el Decreto-Ley No. 259 sobre la entrega de tierras ociosas en
usufructo el 10 de julio de 2008, y su reglamento mediante el Decreto
No. 282 del Consejo de Ministros el 27 de agosto de 2008. En ese marco
se ha procurado la recuperación de la ganadería vacuna, principalmente
para incrementar la producción de leche y disminuir las importaciones,
que solo garantizan un litro diario a los niños hasta los 7 años de edad
y 1 kilogramo (2,2 libras) mensual a las personas con dietas médicas por
el sistema de racionamiento. La población tiene que adquirir la carne y
la leche en las tiendas recaudadoras de divisas del gobierno, con poca
oferta y altos precios.
Las cooperativas en Cuba no son organizaciones de asociados de manera
voluntaria como ocurre internacionalmente, sino agrupaciones impuestas a
los campesinos. El retroceso de la ganadería cubana se debe a las
restricciones gubernamentales y los dirigentes incapaces pero
políticamente confiables; la invasión del marabú, la inanición y
deshidratación, la ausencia de campesinos por vejez o abandono hacia
otros trabajos sin arduas faenas y con mejores incentivos económicos; a
los precios de venta al Estado y los salarios; la falta de insumos,
instrumentos elementales como machetes y cántaros para la leche,
vestimenta y calzado, comercializados a altos precios y baja calidad
cuando se ofertan.
También ha incidido el sacrificio ilegal y hurto, acentuado desde 1990
por las grandes carencias del Período Especial, a pesar de las condenas
hasta 20 años de prisión, y la penalización a los propietarios privados
con multas y cárcel en esos casos.
El gobierno despreció las profesiones de veterinario, ingeniero
agrónomo, técnicos medios y trabajadores, lo cual se evidencia en las
pocas escuelas y bajas matrículas ofrecidas, que se intenta mitigar en
los años recientes.
Faltan las inversiones, como dice FIDA, pero el gobierno desarraigó y
descapitalizó el campo.
Source: Los campos cubanos: vacas flacas y desarraigo | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/los-campos-cubanos-vacas-flacas-y-desarraigo/
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