A 120 años de la Constitución de Jimaguayú
Pobres de estos historiadores que tienen que adecuar su visión del
pasado de acuerdo con los intereses de un presente
miércoles, septiembre 16, 2015 | Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba.- Por estos días conmemoramos el 120 aniversario de la
Constitución de Jimaguayú, el documento que estableció los poderes de la
República en Armas apenas siete meses después del alzamiento del 24 de
febrero de 1895.
Según el criterio de buena parte de los historiadores cubanos, esta
Constitución intentó evitar el choque entre los elementos civiles y
militares de la revolución, tal y como había sucedido al amparo de la
Constitución de Guáimaro en la contienda de 1868. A tales efectos, el
Consejo de Gobierno elegido en Jimaguayú, compuesto casi en su totalidad
por civiles, aclaró que solo intervendría en los asuntos militares
cuando fuese necesario alcanzar determinados fines políticos, y que la
conducción operativa de la guerra era potestad del General en Jefe y su
Lugarteniente General, cargos ocupados por Máximo Gómez y Antonio Maceo,
respectivamente.
Sin embargo, semejante parecer no es compartido por el historiador
Antonio Álvarez Pitaluga, vicedecano de la Facultad de Filosofía e
Historia de la Universidad de La Habana, según declaraciones suyas
recogidas por el periódico Trabajadores. Este catedrático opina que en
Jimaguayú hubo dominio de los civiles sobre los militares, y que el
elegido presidente de la República en Armas, Salvador Cisneros
Betancourt, colocó en un segundo plano a los sectores populares,
representados por Gómez y Maceo.
De aceptarse la tesis de Álvarez Pitaluga habría que convenir en que la
Constitución de Jimaguayú, entre otras cosas, fue redactada con un
espíritu martiano, pues más de una vez el héroe de Dos Ríos alertó sobre
los peligros del predominio militar en la organización de las contiendas
independentistas, máxime con el nefasto ejemplo de dictaduras
caudillistas que en ese entonces abundaban en las repúblicas
latinoamericanas.
En 1884, al enterarse de las interioridades del plan Gómez-Maceo para
reanudar la guerra libertaria interrumpida por la paz del Zanjón, Martí
le ripostó al ilustre dominicano: "Una república, mi general, no se
funda como se manda un campamento". Y años más tarde, ya en suelo cubano
para tomar parte en la contienda que él mismo había convocado, Martí
habría defendido en el encuentro del ingenio La Mejorana, también ante
Gómez y Maceo, los valores civiles de la insurrección.
No obstante ello, Álvarez Pitaluga asegura que en la Constitución de
Jimaguayú no estuvieron presentes los postulados martianos. Según el
vicedecano, "las actas del Consejo de Gobierno dan cuenta de que en el
proceso de discusión de la asamblea no hubo una sola mención a José
Martí, ni a sus documentos, ni un análisis de su pensamiento. O sea, fue
soslayado".
A los que conocen más la obra de Álvarez Pitaluga no les sería difícil
advertir que, al margen de esas omisiones, fue el apego a la democracia
liberal que alentó la Constitución de Jimaguayú y la posterior
instauración de la República en 1902, lo que "convenció" a Pitaluga de
que ambos eventos estuvieron desprovistos del espíritu martiano. En su
libro Revolución, hegemonía y poder (Fundación Fernando Ortiz, 2012),
Pitaluga se pregunta si "Gómez habría logrado descifrar y comprender
todos los códigos revolucionarios que en el Manifiesto de Montecristi se
articulaban para llevar a cabo las transformaciones estructurales y
sociales más radicales de la América Latina en ese siglo" (pag. 84). Y
ya sabemos que, para la óptica de Pitaluga, esos códigos
revolucionarios— obra de la autoría casi exclusiva de Martí— sentaban
las bases para la construcción de una sociedad poco menos que socialista.
Pobres de estos historiadores oficialistas que tienen que adecuar su
visión del pasado de acuerdo con los intereses de un presente que exige
más militancia política que rigor académico.
Source: A 120 años de la Constitución de Jimaguayú | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/a-120-anos-de-la-constitucion-de-jimaguayu/
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