Las apuestas futuras de Cuba por Alejandro o Mariela Castro
A Alejandro lo pueden hacer presidente o mariscal; pero el propio Raúl
Castro sabe que el nombramiento de Alejandro sentaría un precedente que
podría sobrevivir a la cultura del silencio y al miedo de la población
cubana.
Juan Juan Almeida
marzo 16, 2015
Se acerca el próximo congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC),
previsto para el 2016; y ya algunos analistas, aplicando una lógica
prudente, señalan como uno de los nombres favoritos en la lista de
sucesores al trono cubano el de Alejandro Castro Espín.
Mantengan esa predicción con maravillosa gracia, pero la sola
posibilidad de que Alejandro figure entre los posibles sucesores, se les
va a desvanecer incluso antes de suceder. Las personas muy inteligentes
suelen cometer el error de elaborar teorías tan encumbradas, que
terminan levitando, separándose de la superficie y confundiendo por las
manchas a un perro Dálmata con una vaca Holstein.
Es cierto, Alejandro ha sabido entrenar una proverbial habilidad en la
oratoria política, actúa como un portavoz de Gobierno que lo que no
sabe, lo inventa; y puede llegar a asombrar por su extraña cualidad de
memorizar y repetir las obras completas de Lenin. Hoy, es una de las
personas más poderosas de Cuba, por sus manos pasan las decisiones
importantes del país; pero como vive constantemente perturbado entre la
imagen del héroe y los versos de la Ilíada, fusiona peligrosamente la
actualidad de La Habana con una epopeya Griega.
Alejandro no es miembro del Secretariado ni del Buró Político ni del
Comité Central ni de la Asamblea Nacional; tampoco representa (ni dice
representar) a ningún grupo social cubano. Así pues, creo que su hermana
Mariela compite por el mismo puesto pero con mayor ventaja.
Alejandro escribió un libro Estados Unidos: el precio del poder que
podemos encontrar traducido en varios idiomas; pero aunque se ponga a la
vista es prácticamente invisible pues no consigue atrapar el respeto de
artistas e intelectuales que, entre otras tantas cosas, saben que el
verdadero autor de tan indigesta escritura, se llama Juan Francisco
Arias Fernández, le dicen Paquito y es su fiel escudero.
Alejandro es militar, sí; también es frío, calculador y con ambición de
poder; pero carece de influencia entre los mandos militares porque unos,
los más viejos, crearon sus lealtades en las luchas de la Sierra
Maestra; otros, los intermedios, en las guerras que Cuba sostuvo en
Nicaragua, Etiopía y/o Angola; y el resto, los del trapicheo, en un
mercado de influencias donde a ninguno de sus miembros se le ocurre
entorpecer un presente provechoso por aferrarse a un pasado que carece
de futuro.
En ninguno de los grupos castrenses cabe el hijo de Vilma y Raúl que, si
bien pasó por Angola; no participó en la guerra sino que después de un
accidente durante unas prácticas de tiro en Luanda, llegó a La Habana
condecorado como si hubiera sufrido una herida en combate, lo que aún
hoy es motivo de burla.
Claro, lo pueden designar a dedo, lo pueden hacer presidente o mariscal;
pero el propio Raúl Castro sabe que el nombramiento de Alejandro
sentaría un precedente que podría sobrevivir a la cultura del silencio y
al miedo de la población cubana, pero representaría una bofetada al
sector intelectual y convertiría una institución jerarquizada como es la
militar, en una suerte de polvorín donde cada general sería un fósforo
encendido.
Las apuestas sólo se hacen con las fichas en mesa; y Alejandro es,
simplemente, una figura que conservará vigencia mientras exista Raúl Castro.
Source: Las apuestas futuras de Cuba por Alejandro o Mariela Castro -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-alejandro-mariela-castro-futuro/88841.html
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