Monday, February 9, 2015

Los detalles del diablo

Los detalles del diablo
Es justamente en la letra menuda de los acuerdos, donde los negociadores
estadounidenses tienen que probar su interés en un futuro gobierno
democrático en Cuba, y no en los problemas que confronta un régimen
totalitario y hostil destinado a desaparecer
lunes, febrero 9, 2015 | René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba. — Cuando el 17 de diciembre los presidentes de Cuba y
Estados Unidos anunciaron que ambos gobiernos habían arribado a
importantes acuerdos, la esperanza hizo nido en muchos compatriotas
nuestros. Por algunos días ellos confiaron en que amainaría la situación
de enfrentamiento con el gran país del Norte, que dura ya más de medio
siglo.

Tras el anuncio, las autoridades de la Isla han hecho todo lo que de
ellas depende para intentar enfriar los ánimos de sus súbditos. Acaba de
salir al aire, en horario estelarísimo, una entrevista a la jefa de la
delegación cubana en las conversaciones oficiales de La Habana, Josefina
Vidal. La esencia de lo declarado es simple: Ambos países continúan
enfrentados.

Esto se veía venir desde que el 28 de enero el general­-presidente Raúl
Castro, en su discurso en la Cumbre de la CELAC, declaró imposible la
normalización de relaciones mientras no se cumplieran cuatro
condiciones: fin del "bloqueo", devolución de la Base Naval de
Guantánamo, cese de "las transmisiones radiales y televisivas
violatorias de las normas internacionales" y pago de una "compensación
justa a nuestro pueblo por los daños humanos y económicos que ha sufrido".

Esas exigencias son irreales y representan un manotazo dado en la mesa
de las negociaciones por la Parte Cubana. El fin definitivo del embargo
resulta improbable ahora que el Partido Republicano controla ambas
cámaras del Congreso Federal. No obstante, el presidente Obama cuenta
con amplias facultades para aliviarlo; este fue uno de los aspectos en
que mayor hincapié hizo la entrevistada señora Vidal.

La aspiración al cese de las emisiones de radio y televisión
alternativas parece difícil de satisfacer por provenir de un régimen
cuyos medios masivos sólo difunden la versión gobiernista. A su vez, la
demanda de una "compensación justa" es escandalosa cuando la formula un
régimen que no ha pagado un solo centavo por las arbitrarias
expropiaciones que perpetró, y cuyas agresiones —además— han provocado
gastos considerables por doquier, como acaba de recordar el colega
Carlos Alberto Montaner.

Por su parte, la alusión a la Base de Guantánamo resulta sorprendente, y
no por el reclamo en sí, sino por las circunstancias que lo rodean. En
lo personal, me agrada la idea de que ese pedazo de suelo cubano vuelva
a quedar bajo el control de las autoridades de mi país. Claro que
preferiría que la entrega se hiciera a un gobierno democráticamente
electo, y no bajo el actual régimen dinástico-militar; pero eso es un
detalle. Lo escandaloso es que quienes reclaman la devolución sean los
grandes culpables de que siga habiendo allí un establecimiento extranjero.

La explicación es sencilla: Un canal interoceánico en Centroamérica
resulta vital para los Estados Unidos. En los inicios del Siglo XX, de
acuerdo con las concepciones estratégicas vigentes, también era
fundamental contar con bases navales que protegieran de potenciales
enemigos los accesos lejanos a cualquier construcción de ese tipo.

Pero con el surgimiento de la cohetería balística y los submarinos
nucleares, el panorama cambió de manera radical. Tanto es así, que hace
ya lustros que el gobierno de Washington, mediante los tratados
Torrijos-Carter, accedió a devolver a la soberanía de Panamá la vía
interoceánica que atraviesa ese país hermano.

Por supuesto que si los norteamericanos abandonaron lo principal (el
canal), nada hubiese impedido que cedieran también lo accesorio (la base
para protegerlo). En ese contexto, puede afirmarse que, de no haber
existido los Castro, hace decenios que la boca de la bahía guantanamera
estaría ya bajo control cubano. Pero de esto no habló el General de
Ejército en su discurso de San José, ni lo repite la propaganda oficialista.

Es a la luz de esa realidad que debemos analizar lo declarado por los
voceros del gobierno de Washington, quienes en respuesta a los
planteamientos de Raúl Castro, expresaron su voluntad de conservar ese
pedazo de la Isla. Esta negativa, a su vez, hace suponer que la
Administración del presidente Obama no está dispuesta a hacer
concesiones gratuitas en las negociaciones futuras entre ambos países
vecinos.

Si fuera ése el caso, ello reflejaría que la diplomacia estadounidense
tiene una clara conciencia de las realidades de la Cuba de hoy, cuyo
régimen está abocado a una situación aún más difícil que la presente,
pues su actual benefactora —la Venezuela chavista— se encuentra en este
momento al borde de un precipicio.

Se dice que "el Diablo está en los detalles". Y es justamente en la
letra menuda de los posibles acuerdos de mañana donde los negociadores
norteamericanos tienen que probar que su verdadero interés está en las
relaciones amistosas a largo plazo entre su Nación y un futuro gobierno
democrático de su vecina Cuba, y no en los problemas que confronta un
régimen totalitario y hostil destinado a desaparecer.

Source: Los detalles del diablo | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/los-detalles-del-diablo/

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