Tuesday, February 10, 2015

Cuba ¿la tierra de los abuelos felices?

Cuba ¿la tierra de los abuelos felices?
[10-02-2015 11:56:43]
Steve Maikel Pardo Valdes

(www.miscelaneasdecuba.net).- Desde finales de la década de 1990 en Cuba
se experimenta un acelerado descenso en los niveles de fecundidad
afectándose así el crecimiento demográfico de forma negativa,
desfavorable situación que conduce a la nación hacia el envejecimiento
poblacional, que aunado al complejo fenómeno del éxodo de los jóvenes
hacia otros países, constituye una seria problemática que deja en
ciernes el relevo generacional y productivo, comprometiendo así
irreversiblemente el futuro económico y social de la nación.
Disimiles son las causas del fenómeno, la mayor parte de ellas
relacionadas con la incompetencia e indolencia de un Gobierno que no es
capaz de implementar un programa que fomente y torne en una posibilidad
real y viable algo tan natural e inherente a la humanidad misma como la
maternidad y sobre todo que coadyuve a su normal desarrollo psíquico
espiritual y material.

Como parte del dilema principal nos encontramos con la ausencia de un
espacio propio donde desarrollar el clima necesario para la creación de
una nueva familia. En los hogares cubanos encontramos, en una misma
vivienda, cierta mixtura generacional que conspira incluso contra la
indispensable privacidad de la pareja, la convivencia se torna entonces
irresistible al confluir las limitaciones económicas en contraposición
con algo tan cotidiano como los gustos televisivos y culinarios, las
distintas costumbres y hasta el tiempo dedicado al cuidado de la higiene
personal (imagine usted la rutina de un amanecer cualquiera, en un
apartamento concebido originalmente solo para cuatro personas que consta
por lo general de un solo baño, donde habite una familia conformada por
tres matrimonios de distintas generaciones incluido dos niños pequeños
en edad escolar, los inconvenientes que conllevaría el mero hecho de
aprestarse a salir cada mañana). Historias así se repiten tras las
puertas de miles de hogares cubanos. No nos llamemos a engaño con eso de
que: Donde caben dos caben cuatro, quizás suene bien al oído, pero no al
estomago ni responde a la noción más elemental de confort.

Las estadísticas de fecundidad de La Isla han sufrido variaciones con el
de cursar del tiempo, por ejemplo a finales del siglo XIX nos
encontrábamos con madres de entre diez y quince hijos generalmente
pertenecientes a familias de las zonas rurales. Luego Cuba atravesó una
fase temprana de transición demográfica durante la primera mitad del
siglo XX, así hacia 1925 se mantuvo una tasa media de 6.0 hijos por
mujer, aun bastante alta. Observando los registros de la época donde se
recogen las variables demográficas de mortalidad y natalidad, asistimos
al hecho poco conocido del descenso de la mortalidad infantil de unos
200 a principios del año 1900, hasta niveles cercanos a los 60 por cada
mil nacidos vivos para finales de la década de 1950. Cifras estas que ya
nos situaban entre los países con niveles más bajos de mortalidad
infantil en América e incluso ligeramente inferiores a naciones Europeas
como Italia y España.

Comenzaba a despuntar por entonces la política de gestión estatal de
salud pública, como lo demuestra la creación de la Secretaria de Sanidad
y Beneficencia en 1909, la que llevo a cabo acciones de saneamiento
urbano y control e inmunización de enfermedades infecciosas. Es solo
hasta 1936 que en Cuba se aprueba y legaliza el aborto como practica
medica, en principio practicable solo en casos probados de violación e
incesto, o por condiciones medicas excepcionales que hicieran peligrar
la vida de la gestante obligando a la interrupción del embarazo.

Luego observamos un aumento significativo de la esperanza de vida de 38
a 59 años como media, disminuyendo sin embargo entonces la tasa de
fecundidad de 6.0 a 3.5 hijos por mujer, todo ello aunado quizá a la
creciente independencia económica y social que ya alcanzaban las féminas
cubanas, así como al aumento en el nivel general de instrucción que
registró significativos avances alcanzando la tasa de alfabetización del
76% de la población para el año 1953.

Así también la presencia de la inversión extranjera, en especial la
estadounidense, tuvo un impacto positivo en el ámbito social y domestico
al generar un crecimiento de los ingresos, fomentando a su vez la
inmigración desde distintos países de millares de personas que arribaban
a la Isla con la perspectiva de mejorar sus vidas (hecho que resulta
irónicamente controversial 60 años y tantas balsas después). Esto
estimuló el bum del proceso de urbanización tanto en la capital como en
otras ciudades, observándose como para 1950 la población urbana superaba
el 55% del total, valores que se encontraban entre los más altos de
América Latina.

Con la llegada de la Revolución parecía que estos niveles se mantendría
estables dada las altas expectativas que la maquinaria ideológica
comunista se dio a la tarea de instrumentar. Luego el tiempo se
encargaría de exponer la cruda realidad a que estábamos destinados a
padecer en este Alcatraz Caribeño. Aparecieron flagelos sociales como la
división familiar por motivos religiosos o políticos, la acentuada
politización de la educación y la niñez, el adoctrinamiento de las
nuevas generaciones, programas que de manera manifiesta restaron
autoridad a los padres sobre la educación de sus hijos (las escuelas en
el campo) y conllevaron a la atomización de una sociedad que se vio
obligada, con la pérdida de sus tradiciones, a cambiar el culto
religioso por el culto a la personalidad del líder. Se produjo entonces
un descenso paulatino de la fecundidad hasta alcanzar, ya en 1978,
alarmantes niveles por debajo incluso del concepto de remplazo
poblacional, llegando a los años 1990 a experimentar su cota mínima
histórica de 1.44 hijos por mujer durante el llamado, descaradamente,
Período Especial, cuando el deterioro de las condiciones de vida del
cubano de a pie fue tal que para algunas parejas el posible nacimiento
de un hijo llego a representar un riesgo inmediato para la supervivencia
de un núcleo familiar que no lograba satisfacer siquiera sus necesidades
básicas.

Si bien aumento luego la esperanza de vida tanto para las mujeres como
para los hombres, en un futuro no muy lejano seremos entonces una Isla
colmada de ´´abuelitos felices´´.

Mientras nos acercamos a un punto de no retorno podemos observar otros
factores confluyentes de la transición demográfica cubana:

El cambio en los patrones nupcialidad donde observamos un aumento en la
edad promedio en la que la mujer decide casarse, eso sin analizar los
elevados costes según el tipo de ceremonia escogida por los
contrayentes, que al estar unidos consensualmente suelen posponer en
reiteradas ocasiones el momento de concebir.

Otra variable de tipo cultural que restringe decisivamente la fecundidad
es la incorporación masiva de la mujer a los procesos sociales y la
justa posibilidad de elevar su nivel de escolaridad, la mujer cubana
constituye hoy sin dudas el mayor por ciento de graduados de la
enseñanza media superior.

El período obligatorio post estudios para insertarse a la vida laboral y
donde la remuneración es ridículamente baja, a lo que debe sumarse los
que deciden continuar su superación académico profesional, hecho que
ineludiblemente necesita de tiempo por lo que en la práctica solo luego
de alcanzar dichas metas se dedicaran los futuros padres a la formación
efectiva de un hogar.

El compromiso que supone el complejo deber diario de llevar a la mesa
familiar los alimentos necesarios e insumos domésticos

El acceso generalizado a los modernos métodos anticonceptivos, incluido
el uso y abuso del aborto, al que lamentablemente acuden muchas parejas
a manera de método de control natal sin meditar a fondo los riesgos de
accidentes quirúrgicos y las complicaciones ya sean inmediatas o tardías
que conlleva para la mujer.

Como padres nos sentimos en la gustosa obligación de entregarle a
nuestros hijos lo mejor y ¿cómo lograrlo?, cuando se debe escoger entre
comprarle al niño un juguete o un par de zapatos para la escuela,
sacarlo a pasear sin comprometer luego la compra de insumos semanal, sin
mencionar lo complicada que se torna la situación cuando los chicos
crecen, llegan a la adolescencia y con ello el estar a la moda, la
aceptación del grupo y los pagos a los profesores particulares para así
atenuar las deficiencias del sistema educacional y que el muchacho logre
llegar a la Universidad. ¿Cómo enfrentar estos retos cotidianos con un
mísero salario, siendo honestos y sin que nos tiemble las piernas de
solo imaginarlos? Para que luego en el noticiero o en algún programa de
horario estelar te hablen de altruismo austeridad y solidaridad o
pretendan convencerte de que todo va bien en Cuba y que los problemas
solo se hayan mas allá de nuestras fronteras.

Creo que es hora de analizar de manera objetiva y concienzuda las causas
y las consecuencias antes del que alarmante descenso de la fecundidad en
Cuba se convierta en un fenómeno irreversible, pero sobre todo en qué
solución tentativa y viable pudiese implementarse ante tan crítica
problemática social.

Aun cuando la prensa oficialista nacional ha tratado el tema lo aborda
desde luego mediante la óptica que le resulta más conveniente llegando a
pronunciarse de manera despectiva en relación a la actual generación,
tildando a las parejas en edad reproductoras de no ser consecuentes con
la situación, acusando incluso a los gobiernos de distintos países de
fomentar la emigración de jóvenes profesionales (padres en potencia) y
desentendiéndose claro esta de aquellas realidades que afloran a simple
vista y que evidencian los motivos a los que responde este éxodo.
Desvirtuando así la cuota de responsabilidad del Estado por mantener
durante más de cincuenta años un sistema económico tan solo en función
de su perpetuación en el poder.

Ya lo acotó de manera provisoria Winston Churchill: el socialismo es la
filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica de la
envidia, siendo su virtud inherente la distribución igualitaria de la
miseria.

Téngase en cuenta que según los últimos estudios demográficos para el
2025 uno de cada cuatro cubanos rebasará los 60 años de edad colocando a
la Isla a la cabeza de los países de América latina aumentando de ese
modo los jubilados y pensionados para ese entonces situación que no será
seleccionada tan solo mediante programas tan poco prácticos y objetivos
como la llamada Universidad del adulto mayor o la controversial Posición
de la edad para retiro laboral, acciones que por demás ni siquiera
atacan la problemática de base o causa determinante.

Al parecer el Gobierno prefiere ignorar esta situación como una de las
tantas que aquejan a la población cubana y que por lo visto acaso se
supone sea resuelto por obra y gracia del santoral mítico propio del
proceso revolucionario. Permitir o justificar posturas que pretendan el
desentenderse o disgregarnos del tema nunca precipitará por si solo una
solución que revierta este complejo y serio proceso.

La permanencia durante tanto tiempo de las dificultades económicas
conlleva a conductas extremas que han dado lugar a la reconfiguración
del propio comportamiento reproductivo, acarreando la creación de una
familia pequeña como una estrategia más eficiente en la esfera económica
ante la ausencia de programas legislativos y gubernamentales que
fomenten de manera sustentable una maternidad y paternidad responsables,
aceptando que estas se hallan condicionadas por el entorno económico,
político y sociocultural, que responde en sí mismo a una idiosincrasia
una historia propias. Razonar esto se hace imprescindible para la
consecución de una herramienta que, sin desentenderse de las realidades
e intereses particulares, se articule en el bien común de una sociedad
que hoy por hoy pierde de a poco sus valores morales y su dignidad
humana bajo la egida caprichosa de un puñado de déspotas que se han
hecho con los destinos y la voluntad de la nación, cual casta
acostumbrada a tomar decisiones al margen de las necesidades de su
pueblo y por ende de los principios democráticos que sustentan el
bienestar de la sociedad toda. Principios que actúan como garantes del
cambio necesario hacia una nueva cultura de compromiso para con la vida
y la libertad plena, la tolerancia y la convivencia armónica. Es
necesario traer a colación que, hasta ahora ningún estado verdaderamente
democrático y funcional ha logrado desarrollarse si no es mediante una
economía dirigida hacia el mercado. Pues, por cruel que parezca, solo
los sistemas de mercado son los que ofrecen libre elección de consumo,
por ende lleva intrínseca la libertad personal en que se apoya la propia
democracia como institución que garantiza el optimo funcionamiento de la
infraestructura social que lleva a la nación a un estado de bienestar
perceptible, al contar con las acciones de liderazgo sensatas que den
como resultado la toma de decisiones consecuentes tanto con el interés
poblacional más inmediato, como para la implementación de proyecciones
de vastas perspectivas futuras y objetivas que brinden la necesaria
estabilidad socio económica y política a la nación y a los individuos,
dando lugar entonces al clima de confianza indispensable para la
creación de nuevos y sólidos proyectos de familia.

De no tomar el asunto con la seriedad que precisa no solo legaremos a
las futuras generaciones de cubanos un país con la economía e
infraestructuras devastadas, sino que ni siquiera seremos capases de
asegurar desde hoy el contar con el capital humano indispensable para su
futura recuperación y posterior desarrollo.

Source: Cuba ¿la tierra de los abuelos felices? - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/54d9e3eb3a682e1020bc3c26#.VNnzB_nF9HE

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