Cuando no gusta lidiar con represores y no hay receta de cambio
Los exitosos emprendedores en Cuba emergen como la verdadera vanguardia,
la que inspira y anhela la juventud cubana y nuestra sociedad civil.
Juan Juan Almeida
febrero 09, 2015
Observar con frialdad y despojarnos de todo partidismo es la mejor forma
de entender que la decisión tomada por el ejecutivo estadounidense de
restablecer relaciones con Cuba es acogida con beneplécito por todo un
sector cubano que, después de sufrir la furia de lo que parecía ser un
infinito enfrentamiento, confía en un paso que, sin dudas, repercutirá
de manera positiva en el actual modo de vida.
Está claro que Estado Unidos, además de ejecutar una jugada geopolítica
magistral pues con este acercamiento aisló a Rusia y a China de América
Latina usando como palanca la indiscutible influencia de Cuba en la
región, persigue también convertir la isla en una suerte de vecino
estable, capaz de garantizar el control sobre su emigración ilegal y
constreñir el anidar en nuestra isla de grupos terroristas y el crimen
internacional. Aceptemos sin ingenuidad que esto último sólo se logra
trabajando de conjunto con militares y/o gobernantes cubanos,
dictatoriales o no.
¿Me gusta? Claro que no, conozco a todos los altos dirigentes cubanos,
sé que están estructurados para aplastar sin remordimiento a todo aquel
que se ponga del lado contrario al de ellos; son delincuentes, y son
dictadores. Pero nuestra oposición no tiene nada que ofrecer pues,
además de luchar por el poder usando la receta ideal para caer en el
desastre, parece desconocer que la solución de los problemas sociales se
encuentra en la política real y no en el marketing internacional. Ni la
ñoñería victimaria ni la sabiduría arrogante posee atractivo. Por ello
sus acciones carecen de efecto movilizador.
A ninguno de nuestros opositores, por ejemplo (utilizando la tan
repetida campaña que lleva el general Rául Castro en contra de la
corrupción), le he escuchado hablar sobre impulsar un proyecto de "ley
de transparencia" en el que cada uno de los miembros del Gobierno y el
Estado cubano se vea obligado a crear una vía directa online a la que
todos, en cualquier momento, nos podamos asomar para saber cuánto ganan,
cuánto tienen y en qué gastan el presupuesto nacional.
No obstante, los debemos apoyar y me parece significativo que el debate
de Cuba llegara a Washington y que a él fueran invitados miembros de la
oposición cubana. Desde mi punto de vista, esa invitación significa un
verdadero empujón y una sombrilla protectora para esas voces valientes
que dentro de Cuba dejan su vida en las calles. Pero si lo que persigue
el Gobierno de Estados Unidos es "Entender el impacto de los cambios en
la política para los Derechos Humanos y la democracia en Cuba",
entonces, además de a disidentes y opositores, también debían invitar a
alguna de esas personas que, aunque no le hemos aplicado el merecido
título de líderes, es la verdadera vanguardia, la que inspira y anhela
la juventud cubana y nuestra sociedad civil.
Me refiero, obviamente, a esos nuevos y exitosos emprendedores (detesto
usar la palabra "cuentapropistas") cubanos que emergen dentro de la isla
y canalizan el descontento social creando una zona de confort visual y
atractiva al todavía reducido pero creciente sector que sueña emigrar
hacia ella. No escuchar a este grupo social que cada día se hace más
potente, más influyente y que aplaude el acercamiento entre Cuba y
Estados Unidos porque quiere beneficiarse de él, es como desear que los
negros nubarrones de hoy continúen formando parte del eternamente
empobrecido paisaje nacional.
Source: Cuando no gusta lidiar con represores y no hay receta de cambio
-
http://www.martinoticias.com/content/cuba-cambio-militares-represores-oposicion/86273.html
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