Emigración
Si de fuga de cerebros se trata
Mientras que desde hace rato en el mundo se debate acerca de la
"circulación de cerebros", en contraposición al viejo concepto de
"fuga", en Cuba se recuerdan términos obsoletos para politizar el asunto
migratorio
Ana Julia Faya, Cornwall, Canadá | 19/06/2012 11:37 am
Hay que sentirse desesperado, sin esperanza alguna en el porvenir,
cuando un joven deja todo atrás para tantear el asentamiento —sin red de
apoyo familiar, con mujer e hijos pequeños—, en un país nuevo, de lengua
ajena, clima y costumbres ajenos también. Más desesperada aún es la
mujer que intenta todo lo anterior sola, hacia Canadá en otoño, con una
niña de cinco meses y una maleta en la que no hay un solo abrigo. Pero
nada se compara con las decenas que salen de Cuba para atravesar el
estrecho de la Florida en una barcaza. Las historias de las salidas o
las fugas de Cuba son todas duras, tristes e interminables. Cualquiera
de nosotros tiene una que contar sobre un familiar economista, biólogo,
ingeniero, músico, sobre un artista, obrero o profesional.
Desde hace décadas, en círculos académicos y políticos de Cuba se viene
advirtiendo acerca de las graves repercusiones para el país de la
continua fuga de cerebros de miles de jóvenes profesionales cubanos. No
es asunto que haya preocupado solamente a la comunidad de exiliados o a
la oposición. Recuerdo a inicios de la década de los años 90 a un colega
decir, en una reunión del núcleo del PCC, que no quedaría nadie para
apagar la farola del Morro, y con tristeza usó el ejemplo de su grupo de
graduados de la Universidad de La Habana, del que solo quedaban 3 en
Cuba. De eso hace ya más de 20 años.
Es un constante flujo negativo de la población apta laboralmente, que no
obedece a plan alguno del "imperio", sino a la ausencia de perspectivas
reales de desarrollo económico y social en el país, que contemplen
empleos adecuadamente remunerados, posibilidad de contar con una
vivienda y alimentación apropiada para los hijos. Lo mínimo, ni más ni
menos. Pero, los reclamos han tenido la callada por respuesta por parte
del régimen de los Castro, o cuando más, la promesa en los últimos años
de reformas que deben estudiarse con cuidado y tardan, tardan mucho en
implementarse, a pesar de citas magnas del PCC, y un discurso tras otro.
A pesar de que el propio General Castro ha admitido que "las
aspiraciones de mejorar el nivel de vida constituyen la principal
motivación para los movimientos migratorios, no solo en Cuba, sino a
escala global".
El actual régimen ha prometido una reforma migratoria para "modificar"
—dijo el General Presidente— "diferentes decisiones que jugaron su papel
en determinadas circunstancias y después perduraron innecesariamente".
Pero son cambios muy temidos por los Castro. De ser implementados como
se debe, según requieren los tratados internacionales de derechos
humanos firmados por el propio Ministerio de Exteriores de Cuba, les
deben dar la libertad a los cubanos para entrar y salir de su país, y
los Castro perderían un control vital para el sostenimiento de su poder.
De ahí que en sus medios oficiales se hayan enfatizado siempre las
críticas a las leyes existentes en EEUU que penalizan los viajes de sus
ciudadanos hacia Cuba, le hayan otorgado el sobrenombre de Ley Asesina a
la Ley de Ajuste Cubano —cuando mediante ella se acoge en nuevo suelo a
quien en Cuba se desterró, como no se les hace en Haití, Dominicana o
México a sus ciudadanos— y propaganda tras propaganda hayan intentado
poner la culpa de los males propios sobre conciencias ajenas.
De ahí que la estén todavía pensando, como Nerón cuando tocaba la lira
mientras ardía Roma, y traten de readecuar el embrollo de las
regulaciones migratorias actuales hacia una fórmula que les limpie en
algo la imagen internacional, les conserve una entrada de dinero por
motivo de autorizaciones, cuños o artilugios afines, les permita
mantener controles de alguna manera, y con eso —ilusamente— puedan
detener, así sea en algo, la marea constante de salidas del país. Para
eso ya se dijo la tontera de que se tendrá en cuenta "el derecho del
Estado revolucionario de defenderse de los planes injerencistas y
subversivos del gobierno norteamericano y sus aliados", y que también
"se incluirán contramedidas razonables para preservar el capital humano
creado por la Revolución frente al robo de talentos que aplican los
poderosos".
Sucede que en momentos en que cualquier académico del Caribe, México o
EEUU hace rato que debate acerca de la "circulación de cerebros", en
contraposición al viejo concepto de "fuga" (Dodani etal: 2005; Batista
etal; y L.R. Dawson: 2007), o en países africanos, Taiwán o la India se
echan a andar programas para el retorno de la migración cualificada
(Ratha, etal; OIT; y Orozco: 2011), en Cuba se recuerdan términos
obsoletos para politizar el asunto migratorio, debido a objetivos que no
tienen nada que ver con la seguridad nacional, sino más bien con lo
contrario.
Si junto a una reforma migratoria radical, que les permita a los
emigrados reciclarse en su país de origen, después de acumular capital
en el país receptor —incluido capital humano—, el país se abriera a las
fuerzas productivas todas, a las propuestas que la sociedad civil aun en
medio de la represión ha desarrollado (véase "Cuba sí tiene Pensamiento,
Proyectos y Protagonistas para su Futuro", de Dagoberto Valdés), no
habría que preocuparse por la tan socorrida "fuga de cerebros". Esa ya
existe desde hace décadas, y no precisamente hacia los "centros de
poder", sino hacia cualquier lugar. Todo lo contrario, con una
combinación de buenas regulaciones migratorias y reales transformaciones
productivas y políticas que pulsen los recursos de la sociedad cubana,
se estaría frente a una potencial utilización de los cerebros que un día
se fueron, y de sus inversiones.
Si no fuera solo porque es un derecho de toda persona, la reforma
migratoria se hace necesaria, además, en momentos en que la crisis
europea puede estar poniendo en precario la estabilidad de mucho cubano
emigrado en España, Italia o cualquier otro país del viejo continente.
Ese potencial pudiera ser aprovechado en el país de origen, después que
otrora se le desechó. Pero, lamentablemente, no espero que este
escenario sea realidad en época de los Castro, con el viejo Fidel
acordándose del muy reformador Den Xiao Ping para aplastarlo con su
crítica, y el hermano asumiéndolo como el Máximo Líder a quien todavía
se le publica en la primera página del Granma.
Es lamentable que mientras estos ancianos se aferran a una utopía
convertida en miseria social, a un poder afianzado en mecanismos
represivos, pasen los años y se pierdan más y más buenos cerebros de
cubanos, manos que hubieran estado dispuestas a emprenderla por el
bienestar de la patria, de haber tenido en ella la posibilidad de un
plan de futuro, uno mínimo, real y sustentable, como el que buscan a
diario en cualquier lugar de este planeta.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/si-de-fuga-de-cerebros-se-trata-277785
No comments:
Post a Comment