Jueves, 19 de Abril de 2012 11:20
Escrito por Luis Cino Álvarez
Cuba actualidad Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Hace varias semanas, en
una entrevista con la periodista Dalia Acosta, el director del Centro de
Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de
Estadísticas e Información (ONEI), Juan Carlos Alfonso, se mostró
extrañamente optimista respecto a los datos que arrojará el censo que se
realizará en septiembre.alt
"El censo mostrará una realidad muy diversa", aseguró Alfonso. A la
defensiva ante quienes intentan generalizar "lo nacional" desde la
vivencia local o personal, explica: "Lo que sucede en mi casa, mi
edificio, no es lo que sucede en todo el país."
No hace falta que nos lo diga: sabemos que en otros lugares de la
geografía nacional puede ser mucho peor.
Dicen que la desgracia de muchos es consuelo de necios; de todos modos,
los datos que se aprestan a manipular en la ONEI no tienen la intención
de consolar, sino más bien de engañar.
Habrá algunos tontos que hallen consuelo en los datos que presenten un
país que no se parece mucho al real, pero supongo que los cubanos a los
que las mentiras los hagan felices -¡ay, Olga Guillot!- no son muchos,
ni siquiera en los masoquistas núcleos del PCC.
Entonces, aparte de indicadores generales, que hablarán del
envejecimiento poblacional, de que hay un poco más de cubanas que de
cubanos y del aumento o disminución de los matrimonios y los divorcios,
¿qué Cuba mostrará el censo?
Pues exactamente la que mejor convenga a los intereses oficiales.
Supongo, que gracias a los Lineamientos del Partido Comunista y a la
infalibilidad de los líderes históricos, sea un país más educado, culto,
saludable, laborioso, disciplinado, con problemas habitacionales y de
transporte, sí, pero todos en vías de solución.
En fin, un país que no tiene absolutamente nada que ver con la realidad
que vivimos a diario los cubanos.
¿Acaso explicarán que pronto seremos un país de viejos, con escasez de
fuerza laboral porque las parejas no quieren tener hijos a la espera de
que lleguen tiempos mejores? ¿Hablarán de la sangría de jóvenes de ambos
sexos que emigran, aun a costa de prostituirse o a riesgo de ahogarse en
el mar o que se los coman los tiburones?
¿Confirmará el censo que en las 200 prisiones existentes en el país hay
alrededor de 80 000 presos, la mayoría jóvenes y negros o mestizos?
De seguro que los datos que divulgará la ONEI no dirán mucho de las
miles de personas albergadas desde hace años en las comunidades de
tránsito o que malviven en los llega y pon –oficialmente los llaman
barrios insalubres- de la periferia capitalina, ni de los orientales a
los que la PNR les evita tanta insalubridad con el sencillo método de,
mediante el decreto 217, enviarlos deportados a sus lugares de origen,
donde seguirán más o menos en las mismas condiciones, pero con menos
posibilidades de mejorar.
¿Se podrá conocer, exactamente y con lujo de detalles, cómo se vive en
La Habana que no aguanta más, en la ciudad que se derrumba y el gobierno
se desentiende del asunto porque aprobó créditos y puso a la venta un
poco de materiales de construcción que sólo alcanzan para un puñado de
afortunados con relaciones en los rastros y bastante dinero para comprarlos?
Según datos del anterior censo de población, del año 2002, alrededor del
13% de los habaneros vive en cuarterías. En Habana Vieja y Centro
Habana, se triplicaba la proporción de los que habitaban en casas de
vecindad. El 14% de los habaneros vive en esos dos municipios. En ellos,
casi la mitad de las casas presentan serios daños estructurales. Igual
pasa en Diez de Octubre y El Cerro. En el resto de Cuba también. Se
calcula que en todo el país, de cada 10 casas, más de 8 necesitan
reparaciones, casi siempre capitales. En los diez años transcurridos
desde el anterior censo, la situación no debe haber mejorado, sino al revés…
Aunque con los censos hechos en Cuba nunca se sabe… Fíjense que nos
quieren pintar como un país más blanco. A los angelitos negros los
quieren pintar de blancos. Así, pese a que en la calle vemos más bien la
proporción a la inversa, los datos oficiales aseguran que el 64-65 % de
la población cubana es blanca, el 24-25 % mestiza y sólo el 10 % negra…y
con tendencia a disminuir. ¡Qué más quisieran los bwanas verde olivo!
Todo tiene su explicación. En Cuba, pese al rigor y la transparencia de
que habla Juan Carlos Alfonso, no se refleja en los datos la raza, sino
el color de la piel. Y cada cual ve el color que prefiere ver. Y los que
pasan por blancos, se declaran como tales. ¿Quién dijo que los mestizos
no padecen también los prejuicios raciales? Y los Jefes, contentos de
que los negros sean sólo los precisos para el deporte, la música,
ciertos video-clips, la putería, el folklore y la brujería de mentiritas
para turistas.
Tal vez el censo permita conocer cuantos son los cubanos que se quedaron
sin empleo porque las planillas estaban infladas y cuantos faltan por
despedir. Pero también sabremos cuantos hallaron empleo en el
cuentapropismo timbirichero, sin derecho a nada, explotados por los
proto-capitalistas que han surgido, que con todo lo que han aprendido,
prometen ser más explotadores que los capitalistas de verdad.
Puede que por fin sepamos cuáles de los cuentapropistas se dedican a
bucear en los vertederos de basura, a vender lo que roban al estado o en
las tendederas y las casas de sus vecinos. Total, seamos sinceros, si
aquí todos robamos, empezando por el Estado, cada vez más usurero y
menos benefactor. Y ya se sabe los 100 años de perdón que gozaremos…
¿Se preocupará el censo por averiguar cómo se las arreglan para comer,
asearse y vestirse aquellos que no cobran divisas ni tienen familiares
en el exterior que se las envíen? Tal vez la respuesta la tengan esos
alegres y entusiastas ancianos e impedidos físicos que venden cigarros,
caramelos, periódico, maní y cuanto aparezca por las calles. No debe
irles tan mal cuando prefieren vender las cuchillas de afeitar antes que
cortarse las venas con ellas…
Perdonen que vuelva sobre el tema, pero a juzgar por las palabras de
Juan Carlos Alfonso, parece que el censo no servirá de mucho para
evaluar la situación real de la vivienda en el país.
Dijo Alfonso: "En estos años se ha construido mucho, no solo por el
gobierno sino por la población. Sin embargo, todo el mundo extrapola su
realidad a partir de lo que está viviendo: en una zona de La Habana
pueden vivir 20 personas en una vivienda, pero la situación no es la
misma en otros municipios del país".
Probablemente en el interior del país el hacinamiento no sea como en la
capital, pero con tantos centenares por no decir miles de damnificados
de los huracanes del año 2008 que todavía están sin casas o
arreglándoselas como pueden en chozas semejantes a las taínas, es el
colmo de la desfachatez que Alfonso diga que: "En las ciudades y las
zonas rurales cercanas a las mismas se nota una expansión. De hecho,
entre 2002 y 2012 el crecimiento de la vivienda podría ser mayor al de
la población, en un país como Cuba, con muy bajos niveles de fecundidad
desde 1978."
Por mi parte, aunque me lo juren por la momia de Lenin, no creeré que
hoy el déficit habitacional sea una cifra inferior a las 600 000
admitidas oficialmente hasta hace poco.
No hace falta que Alfonso explique que no habla de distribución ni de
calidad en términos urbanísticos, como acceso al servicio de agua y
alcantarillado o al asfaltado. Porque todos sabemos perfectamente cuán
desastroso es.
Como no se puede generalizar, no sé si el censo dirá que no solo en
Arroyo Naranjo hay que cargar agua y almacenarla, a riesgo de criar más
mosquitos de los que ya hay y que no se acaban, porque la ponen cada
tres o cuatro días, solo unas horas. En otros municipios, la envían por
pipas, cuando se acuerdan. Y si arreglan las tuberías, es peor el
remedio que la enfermedad. Como en Cambute, un llega y pon en San Miguel
del Padrón, donde están sin agua desde hace tres meses, exactamente el
tiempo que hace que empezaron a reparar las tuberías. Y los pobladores,
malagradecidos que son, están que trinan y se tiran a la calle a
protestar, pero Seguridad del Estado culpa "al imperialismo yanqui y sus
mercenarios."
El gobierno acomodará los resultados del censo a sus conveniencias.
Tampoco contribuirá a la fiabilidad de los resultados del censo la
renuencia de muchos de mis paisanos, siempre al borde de la ilegalidad,
a responder con la verdad y nada más que la verdad a las preguntas de
los censadores. Recelosos que han aprendido a ser, ven chivatos e
informantes hasta en la sopa. Y olfatean en el aire las trampas del
estado-sinvergüenza. Entonces, no creo que valga de mucho que el
director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo dé garantías
acerca de que las informaciones obtenidas no traspasarán determinados
marcos legales.
Asegura Alfonso: "El censo no da ni quita legalidad, ni tiene incidencia
negativa para las personas. Es por declaración y totalmente anónimo. Una
vez que se procesa el cuestionario, la persona encuestada se convierte
en un número."
Y nos preguntamos: ¿Es que acaso alguna vez hemos sido para el estado
algo más que números, a veces falseados?
Para Cuba actualidad luicino2012@gmail.com
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