Carlos Alberto Montaner
Miércoles, 17 de agosto de 2011
Raúl Castro y su hermano tienen buenas razones para temer que Chávez, si
se muere, se lleve a la tumba la revolución cubana
La prioridad de los servicios cubanos es apuntalar el chavismo a
cualquier precio.
Dan por sentado que Chávez se morirá pronto y hacen planes. Están en
estado de alerta y se mueven en esa dirección a toda máquina.
Cuando Adán Chávez, el hermano mayor de Hugo, ya al corriente del cáncer
que afectaba al presidente, regresó de Cuba hace unos días y dijo en
Caracas, públicamente, que había que pensar en defender la revolución
bolivariana por cualquier vía al margen de las elecciones, estaba
describiendo el punto de vista y la desesperada estrategia de La Habana.
Era predecible. Raúl Castro y su hermano tienen buenas razones para
temer que Chávez, si se muere, se lleve a la tumba la revolución cubana.
Asombrosamente improductiva, como no se cansan de denunciar los propios
mandamases del régimen. Si se corta ese flujo de recursos, la hecatombe
sería mayor que la vivida cuando desaparecieron la URSS y su generoso
subsidio. Entonces, a principios de los noventa, la capacidad de consumo
de los cubanos se contrajo súbitamente en un 40%. Ahora sería peor.
El escenario que Raúl y Fidel temen es probable que suceda: la cúpula
chavista, sorprendida por la desaparición del caudillo venezolano, se
divide y es barrida en las urnas. Eso es lo que quieren evitar. Todos
saben que en ese país no hay nadie en las filas oficialistas que suscite
simpatías populares. Chávez no creó un partido sino un coro de
sicofantes. Muerto o en medio de una prolongada etapa agónica,
simplemente, no tiene sustituto. Por eso Adán comenzó a preparar las
condiciones para un escenario violento. Tratarán de imponerse por la
fuerza y la represión utilizando a los chavistas cercanos al castrismo
más o menos como Moscú, durante la Guerra Fría, dominaba a sus
satélites, utilizando a los camaradas locales prosoviéticos.
Lejos de pactar un acuerdo pacífico con la oposición, van a "radicalizar
el proceso", como dicen en la jerga. En ello les va la vida.El fin de la
colaboración entre La Habana y Caracas conlleva otro aspecto muy grave
para los Castro.
En Venezuela hay unos sesenta mil cooperantes cubanos. Si el chavismo
pierde el poder, tendrían que repatriarlos rápidamente, y temen que un
porcentaje grande intente quedarse. Hay planes de contingencia para
evacuarlos por cualquier medio en una especie de Dunkerque caribeño si
la situación se hace muy crítica, pero antes de llegar a ese punto el
gobierno de Raúl Castro hará cualquier cosa por mantener su jugosa colonia.
Los demócratas venezolanos de la oposición, naturalmente, no se cruzarán
de brazos. No son idiotas. El mensaje que están susurrando al oído a los
diputados chavistas y a los militares con mando de tropa va en la otra
dirección: es inútil tratar de convertir el gobierno de Caracas en una
dictadura procomunista contra la voluntad del 80% de los venezolanos,
incluida la mayor parte de los chavistas, como confirman todas las
encuestas. Ese intento terminaría en un baño de sangre.
No hay chavismo sin Chávez, y nadie sabe exactamente qué es la
revolución bolivariana, más allá de un inmenso desorden que se ha
tragado un billón (trillion en inglés) de petrodólares mientras demolía
buena parte del tejido empresarial. Llegó el momento de quitar la mecha
a la bomba de tiempo mediante unos comicios honrados y el compromiso de
no pasar la factura a nadie por los 12 años de chavismo.Los chavistas
-dicen- no pueden ni deben subordinar los intereses venezolanos a la
conveniencia de Cuba. Para ellos (por lo menos para los que ya están al
habla con sus adversarios), la desaparición del teniente coronel es una
oportunidad de consolidar dos grandes fuerzas políticas de centroderecha
y centroizquierda que, recurriendo a procedimientos democráticos, den
estabilidad al país tras la desaparición de Chávez.
Es probable, en suma, que Cuba no consiga imponer su voluntad en
Venezuela, pese a todo el empeño que ponga en el esfuerzo. Cuando era la
metrópoli del mundillo comunista de Centroeuropa, Moscú tenía varias
divisiones del Ejército Rojo ocupando el territorio de sus satélites, a
los que suministraba petróleo y gas a precios preferenciales. La
relación de Cuba con Venezuela es diferente. Los satélites de la URSS en
gran medida eran parásitos económicos de Moscú;
Cuba es un parásito de su satélite. Los venezolanos no necesitan para
nada a los cubanos. Esa relación de fuerzas acabará prevaleciendo.
Carlos Alberto Montaner
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