Thursday, August 25, 2011 | Por Alejandro Tur Valladares
CIENFUEGOS, Cuba, agosto (www.cubanet.org) – En la década de los ochenta
los chinos descubrieron algo que la dirigencia cubana se niega a
reconocer: "El comunismo es el camino más largo para llegar al capitalismo".
Luego de décadas de experimentos absurdos ideados por Mao Zedong, Deng
Xiaoping entró en razones y se dispuso a construir, el decadente
capitalismo. De esto también se percataron los vietnamitas y el
pintoresco caudillo venezolano Hugo Chávez, quien según mi criterio, a
pesar de toda esa retórica populista del Socialismo del Siglo XXI, no se
atreve a suprimir la gestión económica independiente. Estos actores,
unos por experiencia, otros por puro instinto de conservación, se
convencieron de que la economía centralizada es ineficiente y termina
dilapidando las riquezas nacionales.
Algunos analistas de la realidad cubana consideran que en la isla ha
comenzado, de cara a la crisis económica que enfrenta, una era de
cambios, que deberá conducirla a una economía de mercado con rasgos
asiáticos. Otros creen que las llamadas reformas no son más que un
intento de la gerontocracia que padecemos para ganar tiempo. Lo que no
contradice el criterio de que a pesar del espíritu continuista que
acompaña a los llamados cambios, como consecuencia de una serie de
factores históricos, el tránsito hacia una economía de mercado, más
temprano que tarde, será inevitable.
Quizás es lo que intuye Carlos Alberto, dueño del pequeño y próspero
restaurante familiar cienfueguero Changó, quien recientemente le
confesara a una agencia de prensa extranjera, que su anhelo es crear la
primera cadena de restaurantes privados de Cuba.
Sin embargo, pareciera que por el momento los sueños de hombres de éxito
como él estarían chocando contra el muro infranqueable de la política
gubernamental, interesada exclusivamente en su supervivencia. En más de
un documento oficial se ha señalado que no permitirán la acumulación de
capital. Para ello han preparado algunas regulaciones dirigidas a frenar
el ímpetu de la microempresa. Esto está claramente reflejado en el
acápite 3 referente al modelo de gestión económica que aparece en los
recién aprobados Lineamientos de la Política Económica y Social del
Partido Comunista, donde se expresa: "En las formas de gestión no
estatales no se permitirá la concentración de la propiedad en personas
jurídicas o naturales".
De ahí que las pretensiones de Carlos Alberto resultan una prueba
importante para precisar hasta dónde la administración de Raúl Castro
está dispuesta a llevar el juego que ha comenzado.
Si bien el Estado ha dado señales claras de que está dispuesto a
permitir la expansión de la pequeña empresa, al mismo tiempo ha
reiterado que no está dispuesto a admitir que la expansión se dé en una,
o un grupo de personas. En otras palabras, el gobierno ha establecido
rediles jurídicos para evitar que el pequeño empresario amase fortuna,
por pequeña que sea.
Esta propensión no es nueva. Basta recordar lo que aconteció hace unos
años con el internacionalmente famoso paladar Hurón Azul. En cuanto las
autoridades descubrieron que su dueño, Juan Carlos Fernández, había
expandido su negocio, valiéndose de mil ardides para trascender el cerco
legal, le decomisaron los tres restaurantes que había establecido a
nombre de familiares, miles de dólares y una cantidad incalculable de
objetos y bienes.
¿Quién ganará está porfía? ¿La anquilosada burocracia castrista o los
noveles campeones de una embrionaria, pero vívida economía de mercado?
¿Quién se impondrá? Es algo que estamos por ver. Por el momento, lo que
sí se puede asegurar es que crecer o no crecer es el dilema.
No comments:
Post a Comment