Thursday, June 9, 2011 | Por Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) – El Presidente Raúl Castro, en
una entrevista brindada a la prensa cuando visitó Brasil en diciembre de
2008, expresó: "Hay que respetar las opiniones de todos, hay que
acostumbrarse a vivir en pluralidad"; y agregó, entre otras
planteamientos contrarios a la intolerancia: "El mundo sería muy
aburrido si todos tuviéramos que pensar igual de todo. La diferencia es
una virtud, lo que hay es que saber llevar las discrepancias con altura,
respetando a los demás".
Esta opinión, que pudiera suscribir cualquier demócrata, ha sido
reiterada por el Presidente en distintas ocasiones y escenarios. Así,
con motivo de su participación en el Congreso de la Unión de Escritores
y Artistas de Cuba (UNEAC), en abril de 2008, manifestó: "Fue un gran
Congreso con mucha discusión; con algunas opiniones estoy totalmente de
acuerdo; con otras, con la misma sinceridad, les digo que no estoy de
acuerdo; pero para eso luchamos, para esa diversidad de opiniones.
Ustedes me han escuchado decir que de las mayores discrepancias saldrán
las mejores decisiones".
Lamentablemente, todos esos pronunciamientos no se han concretado en la
práctica. Incluso, últimamente, se observa un giro hacia posiciones más
intolerantes y represivas. El propio General, en su informe central al
VI Congreso del Partido Comunista, volvió a amenazar a las personas que
de forma pacífica y constructiva defendemos el derecho de los cubanos a
opinar y buscar soluciones al complicado panorama nacional, provocado, a
su vez, por el desgobierno de personajes intolerantes que durante años
se han considerado dueños de Cuba.
También llamó a la defensa de una revolución que en realidad ha sido
involución, arengando a turbas, compuestas también por lumpen , para
perseguir en plazas y calles a ciudadanos cívicos y dignos, con la
absurda pretensión de que todos los espacios pertenecen a supuestos
revolucionarios.
Paralelamente a esas contradicciones del Presidente, han sucedido hechos
represivos, como las presiones que desembocaron en la expulsión del
pintor Pedro Pablo Oliva como delegado a la Asamblea Provincial del
Poder Popular de Pinar del Río y el cierre de su casa-taller. Ese
prominente artista recibió la Distinción por la Cultura Nacional en 1987
y la Medalla Alejo Carpentier en 1994, ambas otorgadas por el Consejo de
Estado, así como el Premio Nacional de Artes Plásticas concedido por el
Consejo Nacional de las Artes Plásticas y el Ministerio de Cultura en
2006, y el Premio Maestro de Juventudes, de la Asociación Hermanos Sainz
en 2007. Fue elegido miembro del Consejo Nacional de la Unión de
Escritores y Artistas (UNEAC) en el último congreso efectuado en abril
de 2008. Por cierto, esta institución -al igual que la lacayuna prensa
oficial- no ha hecho ningún pronunciamiento de denuncia a esta
arbitrariedad.
También se ha reforzado la represión y las condenas a varios años de
prisión a los opositores pacíficos y se está expulsando de los centros
de estudio a jóvenes solamente por pretender expresarse. Son los casos
de los hermanos Marcos Maikel y Antonio Michel Lima Cruz, sentenciados a
3 y 2 años de cárcel respectivamente en Holguín, el 25 de mayo; y de 4
personas acusadas de desacato y desorden público; 3 condenadas a 5 años
de prisión y uno a 3 años, en La Habana, el 31 de mayo. Además, Henry
Constantín, licenciado en bioquímica, resultó expulsado de la carrera de
comunicación audiovisual, de la Facultad de Arte de los Medios de
Comunicación Audiovisuales.
La situación es sumamente preocupante y lleva a pensar en la posibilidad
de retorno a las épocas más oscuras de la última década. Por ese
camino, el gobierno de Raúl Castro perderá el reconocimiento obtenido
por la liberación de prisioneros de conciencia y otros en 2010. Quizás
la motivación de esa deplorable actuación sea el miedo a que en Cuba se
reproduzcan las situaciones recientes de los países árabes.
También es posible que sean gestos para apaciguar las presiones de los
sectores más duros del régimen. Pero resulta evidente que por ese
camino se vierte combustible al enorme disgusto existente en el país. Lo
que menos se necesita en estos momentos es tensar más los ánimos, ya
bastante caldeados por el constante deterioro económico-social que
parece no tener fin.
Estas medidas profundizarán el aislamiento del país y alejarán las
inversiones que son indispensables para que Cuba pueda recuperarse y
salir del abismo al que fue lanzada por la incompetencia de algunos que
todavía se auto titulan revolucionarios. Parece que hay quienes no
desean comprender lo que está sucediendo en el mundo, cuando los pueblos
se levantan en busca de libertad, democracia y justicia social; cuando
desenmascarados tiranos y genocidas son derrocados y llevados a los
tribunales.
Cuba no necesita más represión, sino el reconocimiento del fracaso de
un régimen que ha llevado el país al desastre y el coraje para reparar
los colosales daños causados.
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