Petróleo en Cuba: ¿sueño o pesadilla?
El tema del "crudo" con el que los amos pretenden agitar las esperanzas
de la dotación, huele a chamusquina
Martes, abril 11, 2017 | Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba.- "Menos mal que en Cuba petróleo es lo que no hay". Así
decía años atrás la letra de una popular canción del grupo musical
cubano Habana Abierta. Sin embargo, ahora los medios oficiales de la
Isla afirman lo contrario: "En cuatro pozos situados en la Zona
Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México (ZEEC-GOM) se han
encontrado manifestaciones de crudo, reveló la empresa Unión
Cuba-Petróleo (Cupet), que promueve proyectos de prospección con
participación de capital extranjero".
Por estos días en que la desaparición de gasolina "especial" y la
escasez de la "regular" en La Habana han provocado verdaderas
congestiones en las pocas estaciones de servicio en las que ha habido
alguna existencia del combustible, la noticia de la supuesta presencia
de grandes reservas petroleras cubanas suena como un mal chiste: ¿a
quién le importa que haya varios miles de millones de barriles de
petróleo de dudosa calidad, profundamente sepultados bajo el lecho del
Golfo, si no hay una gota de gasolina en las estaciones de servicios? Y,
en caso de que fuera cierto, ¿en qué se beneficiarían los cubanos? El
choteo propio de nuestra idiosincrasia tiene una frase especial para
graficar el caso: hay pero no te toca.
De hecho, resulta sumamente notoria tanta fanfarria de prensa sobre el
dudoso e inaccesible hallazgo, que yace sumergido en aguas
ultraprofundas del Golfo de México, mientras se ha evadido informar
sobre la crisis de combustible que se está produciendo en el país ante
los ojos de todos y que está alimentando la incertidumbre popular con
las alarmantes señales de un retorno a los tiempos en que terminó de un
plumazo el programa de subsidios soviéticos. Muchos cubanos barruntan
que el espectro insepulto del llamado "período especial", con su secuela
de apagones y hambruna, vuelve a acechar a la nación.
Por tanto, el tema del "crudo" con el que los amos de la hacienda
pretenden agitar las esperanzas de la dotación, huele a chamusquina,
como siempre que los cataclismos en la casa de los aliados hacen que los
mafiosos del Palacio de la Revolución busquen cualquier carta bajo la
manga para salir ilesos y seguir con su apuesta: conservar el poder a
toda costa y a cualquier costo.
Es por eso que algunos suspicaces consideran que la noticia solo es un
farol para atraer inversores incautos, y que colateralmente persigue el
efecto inmediato de tranquilizar los ánimos de una población
suficientemente crispada por el gradual –aunque aparentemente
inexorable– retorno a otro ciclo de (mayores) penurias materiales, esta
vez con el agravante que supone el fin de la política de pies secos/pies
mojados, que por mucho tiempo fue la solución más expedita para escapar
de la condena a miseria perpetua.
Así, mientras se profundiza la crisis económica y política en Venezuela
–cuyas verdaderas causas y magnitud son cuidadosamente silenciadas en
los medios oficiales–, el sentido común y la experiencia de casi seis
décadas de estafas sugieren a los cubanos la existencia de una relación
directa entre la actual escasez de gasolina y los espasmos de agonía del
chavo-madurismo, incapaz de mantener por más tiempo los (ya mermados)
subsidios que han prolongado artificialmente la vida de la dictadura cubana.
Ahora bien, si hipotéticamente asumiéramos como cierta la posibilidad de
que la cleptocracia verdeolivo dispusiera próximamente de otra fuente de
hidrocarburos –esta vez, ¡ay!, de su absoluta propiedad– ¿qué
significaría eso para los destinos de la Isla? Pues, ni más ni menos,
una condena a vivir bajo condiciones de dictadura a perpetuidad, con la
aquiescente tolerancia de los poderes que rigen en el planeta. De hecho,
muchos de los más acérrimos críticos del "socialismo" a lo Castro
pasarían a convertirse en sus socios. Y tampoco esto sería una novedad,
porque resulta axiomático que las riquezas suelen otorgar inmunidad a
los dictadores.
De manera que, si por una vez los cubanos nos decidiéramos a bajar la
cresta y asumir la verdadera posición que ocupamos en el mundo –que se
equipara a la del plancton en la cadena biológica– descubriríamos que
conjuras similares ya han sucedido antes.
Un ejemplo clásico es el de Guinea Ecuatorial, esa diminuta isla del
occidente africano, antes conocida como Fernando Poo, con menos de 100
mil habitantes, que fuera colonia portuguesa, francesa, inglesa y
finalmente española, hasta que en octubre de 1968 obtuvo su
independencia, solo para pasar a manos del dictador Francisco Macías,
quien impuso un partido único obligatorio y un régimen represivo
(1968-1979), hasta ser depuesto por un golpe de Estado dirigido por
Teodoro Obiang. Este, tras hacer ejecutar al tirano derrotado, prometió
acabar con la represión política en la isla.
Sin embargo, lejos de mejorar la vida de los ecuatoguineanos, bajo el
control de Obiang se incrementó la represión, aumentó la pobreza y se
acentuó el atraso en el país. Por su parte, Amnistía Internacional, la
ONU y numerosas personalidades mundiales han acusado repetidamente a
Obiang como responsable de detenciones a opositores políticos, así como
de torturas y violaciones de los derechos humanos, sin que ello haya
influido en un proceso de democratización o, al menos, en un avance en
las condiciones y el nivel de vida de las tres cuartas partes de la
población del país, sumida en la más absoluta miseria.
Puede afirmarse que la desventura de los ecuatoguineanos discurre ante
la más absoluta indiferencia de los pobladores de este planeta, cuya
mayoría incluso desconoce su existencia. Más aún, el cleptócrata Obiang
suele ser amistosamente recibido por mandatarios, políticos de alto
rango y personalidades de reconocido prestigio del mundo occidental, que
–sin embargo– se rasgan las vestiduras y quiebran lanzas por la
democracia en todos los foros internacionales.
Porque resulta que años atrás en ese pequeño punto de la geografía
africana fueron descubiertas enormes reservas petrolíferas, cuyos
derechos de explotación pertenecen a compañías extranjeras,
principalmente estadounidenses, las cuales no parecen tener ningún
escrúpulo en negociar con el flamante Presidente que, en su momento,
fuera calificado como "el gobernante más asesino y ladrón del mundo" por
parte de un ex embajador norteamericano en esa nación. "Al César lo que
es del César", se dirán entre sí los beneficiarios de tan pingües
dividendos.
Obiang, mientras tanto, no solo sigue detentando el poder absoluto en
Guinea Ecuatorial, sino que es el fundador de una dinastía que ha
amasado impunemente una colosal riqueza apropiándose de los ingresos
procedentes de la explotación petrolera y resguardándolos en cuentas
bancarias de Europa, y quizás en otros continentes. Para asegurar la
continuidad del despojo de la riqueza nacional en beneficio de su casta,
su hijo ocupa una relevante posición política en el país y tiene
numerosas propiedades dentro y fuera de la islita.
¿Acaso no se notan ciertas sospechosas similitudes? Así pues, los
cubanos deberíamos estar avisados. No resulta prudente alimentar la
vanidad de pensar que eso ocurre en Guinea Ecuatorial "porque ellos son
africanos", y que en Cuba no sucederá jamás porque nosotros somos
"occidentales". Sesenta años atrás nadie hubiese creído que la próspera
Cuba llegaría a ser una nación casi tan pobre como Haití… Y sigue cayendo.
En lo personal, lejos de animarme, los anuncios de reservas petroleras
en Cuba me disparan todas las alarmas. Ha transcurrido suficiente tiempo
y circunstancias disímiles como para verificar que la precariedad de los
derechos y libertades de los cubanos no interesan a ninguno de los
grandes centros del poder y la política mundiales.
Y es que en realidad los destinos de los nativos de esta ínsula son tan
inciertos y nuestros sueños de democracia aún tan quiméricos, que
bastaría con que apareciera un tahúr extranjero lo suficientemente
temerario como para invertir un enorme capital de riesgo en la aventura
petrolera, y que –en efecto– apareciera el tan preciado hidrocarburo,
para que la cleptocracia castrista retoñara "con esa fuerza más",
aplastando cualquier atisbo de esperanzas libertarias para Cuba. No
tengo creencias religiosas, pero por las dudas, cruzo los dedos.
Source: Petróleo en Cuba: ¿sueño o pesadilla? CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/petroleo-en-cuba-sueno-o-pesadilla/
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