Los cerdos siguen devorando rosas
MARIO FÉLIX LLEONART BARROSO, Maryland | Abril 14, 2017
Urge que el mundo académico no permanezca en silencio ante la cacería de
brujas que tiene lugar en la Universidad Central Marta Abreu de Las
Villas. Esto no es algo nuevo, ya en décadas pasadas muchos ni siquiera
pudieron entrar a estudiar o a trabajar en ella por discriminación
política o religiosa. Otros que ya lo hacían fueron expulsados por
similares motivos.
De esto no escapó ni el conocido folklorista Samuel Feijóo. A pesar de
haber sido el fundador en 1958 (o tal vez por ello mismo) de la revista
de la Universidad, Islas, fue expulsado a fines de los 60. Muy a su
estilo se marchó catalogando a la rectora como "yegua de potrero" y
"güija de cañá", también escribió a Raúl Roa un telegrama (el tuit que
habría publicado si entonces hubiese existido twitter): "los cerdos se
comen a las rosas". Muchos recuerdan y testifican todavía como
posteriormente, en una de aquellas jornadas heroicas de trabajo
voluntario que denominaban "sábado rojo", fue quemada en un cuasi acto
de exorcismo la papelería del famoso escritor y artista plástico, como
para que no quedasen dudas de que este era un auténtico proceso de
inquisición laica y que no faltarían las hogueras.
Este mismo proceder continuó en los años 80 y 90, y contradiciendo la
tesis del intelectual cubano Ambrosio Fornet de que los excesos solo se
redujeron a un maldito quinquenio gris, refiriéndose a los desmanes
ocurridos entre 1971 y 1975. La realidad demuestra que son más bien
décadas grises que se iniciaron antes de ese período y que continúan
hasta hoy. Uno de los expulsados en los 80 fue el profesor de historia
Amador Blanco Hernández por atreverse a cuestionar ante sus estudiantes
el estalinismo, realidades del Kremlin que en definitiva él no fue el
primero en denunciar ya que hasta el propio Che Guevara lo había hecho
en aquel famoso discurso suyo en Argel en 1965, aunque ya se sabe que
esto redundara en su abandono a la muerte en Bolivia, precisamente por
satisfacer las peticiones de la URSS en aras de la "coexistencia
pacífica" con los EE UU.
A fines de los 90 a Yoaxis Marcheco Suárez, y a quien escribe, se nos
negó la posibilidad de formar parte del claustro de profesores para la
nueva carrera de Ciencias de la Información que se iniciaba en el
plantel, a pesar de la necesidad imperiosa que poseían de educandos y de
que ambos éramos graduados, y con méritos en esa misma carrera en la
Universidad de La Habana puesto que habíamos sido ganadores en fórums
científicos y hasta declarados como los estudiantes más destacados en
investigaciones. A pesar de aplicar recomendados por el resto del
claustro que ya allí ejercía no fuimos aceptados por el rector, quien no
nos consideró ideológicamente adecuados. Luego la Inquisición no saciada
nos persiguió penetrando incluso en los sistemas educativos eclesiales
en los que nos habíamos refugiado y a pesar del no reconocimiento de
estos hasta hoy por parte del Ministerio de Educación Superior (ningún
seminario teológico de ninguna denominación religiosa es avalado por el
sistema de educación oficial de Cuba, y ninguna facultad teológica
existe todavía en ninguna de las universidades del país). Presiones de
la Caridad Diego Bello, jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos
Religiosos del Partido Comunista de Cuba, nos bloquearon el paso para
cursar un Doctorado en Teología, que se ofrecía por vez primera en Cuba
por el Instituto Teológico FIET (Argentina) en colaboración con la FTS
de Londrina, pero que dependía de la firma de la inquisidora.
Estos años que ya avanzan en el siglo XXI lamentablemente no dejan atrás
esa bochornosa cacería de brujas. En 2015 los ecos llegaron hasta el
Congreso de Estados Unidos donde en medio del deshielo, apenas unos días
después del anuncio del restablecimiento de relaciones entre los dos
gobiernos, fue condenada la exclusión del académico Gustavo Pérez
Silverio como profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Sociales, a
pesar de haber impartido con éxito durante doce años ininterrumpidos
materias tales como Historia de Cuba, Estudios Raciales y Teoría
Política. Adicionalmente clausuraron su popular programa radial Crisol
Cubano, dedicado a la identidad cultural y nacional, que se transmitía
por la emisora de Villa Clara CMHW.
Este mes de abril, a pesar de su carácter primaveral, pareciera que la
fatídica declaración de Feijóo "los cerdos se comen a las rosas" se
torna más real que nunca para pena de la Universidad Central de las
Villas que, lejos de cambiar su triste proceder, lo recrudece. El rector
Andrés Castro Alegría en persona, a pesar de (o precisamente por esto)
ser diputado en el Parlamento Cubano, ha expulsado a varios profesores y
estudiantes. De los casos han trascendido hasta el momento dos debido a
la calidad humana e intelectual de las nuevas víctimas: la profesora de
la Facultad de Humanidades Dalila Rodríguez González, y la estudiante de
la Facultad de Humanidades Karla Pérez González.
En el caso de Dalila, de conducta intachable y muy popular entre sus
estudiantes, avalada por la cantidad de reconocimientos que recibe desde
su vida estudiantil y como profesora, y a pesar de una intensa década en
la docencia, de ser Filóloga y Máster en Estudios Lingüísticos y
Editoriales; y justo cuando cursaba un doctorado en Pedagogía, que queda
también tronchado como daño colateral. La resolución firmada por el
propio rector declara que posee "actitudes que se apartan en lo social y
lo ético del correcto actuar docente educativo que exige su categoría
docente y que puede afectar la formación de los educandos que cursan
estudios en dicha Facultad y esta Universidad". Esta declaración ambigua
y subjetiva puede ser interpretada ahora de diversas maneras ya que, por
un lado Dalila, es una activa creyente evangélica y, por otro, es hija
de Leonardo Rodríguez, quien en el momento actual coordina en el centro
de Cuba el Instituto Patmos, foro de debate fundado en 2013 que no goza
del visto bueno de las autoridades políticas por promover un debate
abierto y plural que al parecer choca precisamente con la práctica de la
Universidad. Es el mismo Instituto por cuyos vínculos fue excluido
Gustavo Pérez en 2015, aunque en el caso de Dalila la conexión solo está
dada por vía sanguínea con uno de los coordinadores regionales.
En cuanto a Karla, la brillante estudiante de Periodismo expulsada, fue
la única estudiante de Preuniversitario en clasificar para la carrera de
Periodismo que llegó a su provincia, Cienfuegos, por el Plan Nacional de
su año de aplicación, debido a las sobresalientes calificaciones en las
pruebas de ingreso (por lo que ahora toda una provincia queda privada de
la cuota recibida ese año). Había culminado el último semestre con 5 en
todas las asignaturas, excepto Informática. Hace apenas unos días había
obtenido un certificado de inglés que le eximía de recibir la asignatura
durante toda la carrera. Todo esto sin hablar de sus incuestionables
características morales y éticas a pesar de sus apenas 18 años. Su único
pecado consistió en ejercer su libertad al elegir una opción política
diferente a la que el establishment impone, por lo cual militaba en el
Movimiento Somos+, liderado por el ingeniero Eliécer Ávila, también
severamente atacado por estos días.
En todos los casos mencionados, desde la época de Samuel Feijóo hasta
estos propios días en los lamentables casos de Dalila o Karla, puede
generalizarse que todas las personas excluidas o sancionadas poseen el
común denominador de no haber clasificado en el denominativo
"revolucionario", que de parte de las autoridades políticas de Cuba ha
perdido su verdadero significado semántico para referirse a un
incondicional al statu quo. Cualquier otro profesor o estudiante de esta
Universidad, aun cuando llegase a clasificar como hermano de las
víctimas, ya fuere por ideología o aún por sangre, y que se atreviere a
defender a alguna de las víctimas con solo una palabra, ya sabrá de
antemano que correrá su misma suerte, e incluso deberá disimular sus
pensamientos que intentarán ser descifrados a través de cualquier gesto
o señal por ambigua que esta fuere por parte de la policía política que
mantiene secuestrada a la Universidad Central Marta Abreu. Esto,
desafortunadamente, no constituye una excepción dentro del gremio de las
universidades cubanas. La Inquisición que sostiene esta ya crónica
cacería de brujas hace valer a toda costa el slogan: "La Universidad es
para los revolucionarios".
Source: Los cerdos siguen devorando rosas -
http://www.14ymedio.com/opinion/cerdos-siguen-devorando-rosas_0_2199380047.html
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