El futuro de la enseñanza de la Historia en Cuba
Para aquellos que en el futuro enfrenten la intricada tarea de reformar
la enseñanza de la Historia en Cuba
Waldo Acebo Meireles, Miami | 13/04/2017 8:50 am
"Pintar nuestro Mundo como es; anatomizar el
cuerpo social Cubano en todos sus miembros de
uno ú otro Departamento buscando fácilmente el
correctivo posible en los defectos…"
Esteban Pichardo, 1866
En el análisis de la situación actual de Cuba, a veces perdemos de vista
de que en algún momento la pesadilla actual terminará y que debemos
estar preparados por lo menos teórica e intelectualmente para la tarea
que nos vendrá encima, ante la cual quedará empequeñecida la limpieza de
los establos de Augías por Hércules.
Qué estructura política adoptaremos; cómo sanear y redistribuir la
propiedad agrícola e industrial; mantendremos de manera modificadas las
débiles formas cooperativistas existentes o las eliminaremos de plano;
nos atendremos a la división política actual o regresaremos a la
existente en 1959, o crearemos una nueva ajustada a las nuevas
realidades y demandas; intentaremos mantener las fórmulas de seguridad
social o debemos modificarlas; mantendremos la gratuidad de la educación
y la salud o buscaremos soluciones que incluyan cierto nivel de
servicios gratuitos y otros compensados monetariamente; en fin hay un
sin número de aspectos los cuales hay que tratar de enfrentar, desde ya,
en la búsqueda de las mejores propuestas y soluciones.
Entre los problemas que tendrá que enfrentar la nueva Cuba está el de la
educación, asunto que no se limita a su universalidad y gratuidad, sino
que incluye, de forma protagónica, el contenido de esa educación y sus
formas de enseñanza. Aquí pretendemos analizar un elemento de esa vasta
problemática, el de la enseñanza de la Historia y en particular el de la
Historia Patria.
Que la enseñanza de la Historia y especialmente la de Cuba es un
desastre no requiere mucho análisis, es el descubrimiento del agua
tibia. Sin embargo, de vez en cuando a alguien se le ocurre
comprobarlo[1] para encontrar que los profesores de Historia en la
enseñanza media, a nivel nacional, [en los años 90] en una gran y
vergonzosa proporción eran incapaces de mencionar tres historiadores
cubanos; u ordenar cronológicamente diferentes hitos históricos, entre
otras cuestiones elementales. No quiero ni imaginarme como será hoy en día.
Resultados como estos no sólo hablan muy mal de la enseñanza de la
Historia, en las aulas de primaria y de segunda enseñanza de todo el
país, sino de la formación de esos maestros y profesores, es decir que
dejan al desnudo los serios problemas que enfrentará en un futuro la
enseñanza de la Historia desde la primaria hasta, necesariamente, la
Universidad.
Sin pretender historiar el devenir de la enseñanza de la Historia
quisiéramos destacar algunas etapas básicas y nuestra valoración:
- Primeros años del siglo XX la Historia de Cuba se trataba como
anécdotas sin mucha o ninguna correlación o coherencia y de forma
casual. Como es de suponer en el XIX no se trataba, salvo quizás algún
arriesgado maestro que tocaba algún aspecto en su clase. Los intentos de
la Sociedad Económica de Amigos del País no rindieron fruto en cuanto a
la enseñanza de la historia de la Isla.
- La enseñanza de la historia ya fue incluida en los planes elaborados
por maestros cubanos y que fuesen puestos en vigor por la Circular 5 del
gobierno de intervención. A partir de los años 20 se sistematizó la
enseñanza de la Historia en la primaria y el nivel secundario, la
influencia de profesores, como Ramiro Guerra, quienes tomaron cursos de
veranos en Harvard, fue en la práctica significativa y trazó caminos,
por otra parte, R. Guerra dejó una obra histórica de incalculable valor.
- Hasta finales de la década del 50 la enseñanza de la Historia no
rebasó el nivel anecdótico, carente de serios análisis factuales y en
general de una búsqueda de determinaciones causales. El carácter
memorístico de la enseñanza de la Historia, por decir lo menos, era
medieval y a contrapelo de las ideas de la escuela moderna, y del
pensamiento pedagógico cubano existente en esa época.
Sin embargo, esas debilidades eran, salvadas por maestros y profesores
que 'ad libitum' incorporaban sus experiencias y aplicaban voluntades
renovadoras en sus clases. Feliz época aquella en que los programas aún
no eran "un documento estatal de obligatorio cumplimiento". Ello le
permitía a Hortensia Pichardo aplicar técnicas investigativas en sus
clases en el Instituto de la Víbora, o a Portuondo, en el mismo centro
de estudios, no limitarse a sus brillantes narraciones sino propiciar
intercambios de opiniones sobre personajes y acontecimientos. Líneas del
tiempo, mapas de historia, documentos, y otros elementos esenciales,
eran utilizados por ese entonces en sus clases por aquellos maestros y
profesores inmersos en la avanzada de la cultura pedagógica cubana,[2]
existía un potencial teórico en camino de materializarse en una
enseñanza moderna de la Historia.
Pero como decía el inefable Carlos Puebla: "llegó el comandante y mandó
a parar". El período post 59 comenzó desde el punto de vista del aborde
de la Historia de Cuba con un gran desatino: El Manual de Orientación
Cívica. Este engendro, redactado a la carrera, incluía un bodrio con
ínfulas de rescribir la Historia de Cuba engendrado por alguien de quien
prefiero ni acordarme[3].
A alguno se le ocurrió utilizar dicho manual en las escuelas, pero al
parecer triunfó alguien más cuerdo y se comenzó a emplear un par de
tomitos de Sergio Aguirre, y otro par de tomitos que no mencionaban su
autor.[4] Además en la enseñanza media se utilizaba el libro de
Portuondo pero con los capítulos de la etapa republicana cercenados. A
Portuondo al parecer no le quedó otro remedio que aceptar la mutilación
a cambio de una relativamente amplia distribución de su excelente texto,
de cualquier forma, no tenía otra opción.
En los años 70 se produjo el proceso que se llamó 'perfeccionamiento',
como una de las derivaciones del Congreso de Educación, al que luego se
le añadió Cultura, que tan nefastas consecuencias trajo para ambas, la
Educación y la Cultura.
El 'perfeccionamiento' logró acabar con lo poco que quedaba de la
tradición pedagógica nacional, eliminándose de la enseñanza primaria los
contenidos de Historia de Cuba, sustituyéndolos por los de Historia
Universal, las pocas voces que se levantaron en contra de esa decisión
promovida por los brillantes criterios de los asesores soviéticos[5] que
nada o bien poco sabían de Cuba, fueron desoídas, por no decir aplastadas.
Los libros de Historia de Cuba fueron redactados por un grupo de
maestros y profesores en el cual no todos tenían un real aval y
experiencia en la enseñanza, menos aún eran investigadores, y sin
ninguna práctica en el difícil arte, o ciencia, de redactar textos para
la enseñanza, y, finalmente, con un total desconocimiento de las
tradiciones pedagógicas que se habían forjados y desarrollados en Cuba,
ni de los adelantos y descubrimientos que en el campo de la didáctica se
discutían ampliamente en el mundo occidental. De esas ideas solo
llegaban débiles ecos bastantes desvirtuados e incompletos, sin
descontar que en ocasiones ya llegaban con la valoración de ser
manifestaciones del pensamiento burgués, por tanto, vetadas de antemano.
Los resultados de esa explosiva combinación de seleccionar novicios,
ignorar las experiencias pedagógicas del pasado e incluso las múltiples
que se producían en las aulas con maestros y profesores dispuesto a
innovar, generó textos poco atractivos y de limitado valor didáctico,
produciéndose además notables diferencias entre los temas tratados por
aquellos redactores con algunas habilidades y los que carecían casi
totalmente de las mismas.
Los borradores de esos textos eran sometidos a la aprobación del
Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba, en su sección de Educación, en realidad esos
funcionarios eran incapaces de opinar nada, salvo señalar que tal o más
cual episodio o personaje debería ser tratado con mayor o menor número
de líneas.[6] También eran 'sometidos' a la valoración de la Facultad de
Historia de la Universidad de La Habana y al Instituto de Historia, nada
de real importancia salía de esas supuesta revisiones. En mi opinión no
le dedicaban mucho tiempo a esa 'tarea extra'[7] y sin lugar a dudas
poco atractivas y que no significaban ningún reconocimiento para estos
encumbrados especialistas.
En el 'Segundo Perfeccionamiento', el proceso se repitió casi al
dedillo, salvo que ya casi no existía la presencia soviética, estamos
hablando de la época de los prolegómenos y desarrollo de la
'perestroika'. Resultó un respiro el poder tratar con alguna libertad,
aunque no toda la deseada, el Pacto Molotov-Ribbentrop, llevar a mapas
la 'reconquista' soviética hasta la 'línea Curzon' y otros asuntillos de
igual envergadura.
Pero eso era con relación a la Historia Universal, con la Historia de
Cuba las cosas, no mejoraron; múltiples esfuerzos se hicieron para poder
tan siquiera mencionar la participación de las organizaciones masónicas
en los procesos conspirativos y en la Guerra de Independencia, los que
en el Instituto de Historia tenían acceso a esta información, no
publicada aún en esos momentos, eran reacios a compartirla.[8] De la
presencia abakuá, en estas luchas, para que hablar.
Los textos o capítulos de Historia de Cuba padecieron de los mismos
excesos y defectos que en el intento anterior. Entre ellos los más
notables fueron el de borrar de un plumazo los avances alcanzados
durante la república, potenciar de manera hiperbólica los 'logros y
éxitos' de los comunistas del patio, claro está sin mención alguna de
sus yerros y desvergüenzas, considerados temas tabúes.
A estos males se le sumó desde el 'primer perfeccionamiento' la
introducción de las llamadas 'leyes y regularidades' de inexcusable
tratamiento lo cual obligaba a hacer malabares para adecuar los
fenómenos históricos, y no solo los nacionales, a esos esquemas
impuestos.[9] Eran teorías rígidas derivadas de las adecuaciones
'marxistas-leninistas' del devenir histórico, más bien europeo, que en
nada o en bien poco podían aplicarse al resto del mundo.
En resumen: el primer 'perfeccionamiento' acabó con los vestigios que
aún quedaban de la escuela pedagógica cubana, y mató en la cuna las
incipientes discusiones acerca del 'behavorismo' y otras corrientes del
pensamiento, como el constructivismo, o las teorías de Piaget. Quizás su
mayor aporte, en el campo de la psicología del aprendizaje, fue la
introducción a Lev Vygorky y la teoría de las 'zonas de desarrollo
próximo', que recientemente empezaron a ser valoradas por el pensamiento
pedagógico occidental, así como las interesantes formulaciones teóricas
de Galperin y Leontiev.
En el segundo perfeccionamiento se inició, modestamente, una
reconsideración de la olvidada pedagogía criolla con el retomar[10] del
tratamiento de las historias locales y regionales dentro de los
programas de Historia de Cuba. Otro elemento de interés fue el intento
de definición de los sistemas de habilidades propios a la aprehensión de
los conocimientos históricos. Ambos aspectos vinieron a sumarse a la
sempiterna discusión acerca de la prioridad del "cómo" o del "qué" en la
enseñanza de la historia.
La incorporación de la vinculación de temas locales a los de la historia
nacional entreabrió una pequeña rendija para que aquellos maestros y
profesores mejor dotados abordaran diversas temáticas de una forma más
fresca y atractiva para el alumno, intentando generar así un amor al
terruño, por otra parte, las peculiaridades que en los planos locales
asumía temáticas nacionales, les permitía al maestro dar una visión
menos dogmática y encasillada de ciertos fenómenos y acontecimientos.[11]
Cierto es que no todos, ni mucho menos, de los maestros y profesores
supieron o pudieron aprovechar este recurso, pero fuimos testigos de
serios esfuerzos e incluso en ocasiones atrevidos y controvertidos
logros en esta dirección, que conformaban una esperanza de lograr una
enseñanza de la historia más atractiva y dinámica. Con la introducción
de los maestros emergentes estos limitados logros desaparecieron, no
podría ser de otra forma.
La situación de la preparación de los maestros y profesores de historia
no estaba, ni está, alejada de estos males, tomemos en cuenta que en la
bibliografía que utilizaban, y aún utilizan, no hay una sola referencia
a los didactas y pedagogos de la etapa republicana[12] y si decenas a
los soviéticos y alemanes, y a los documentos del partido. Que podemos
esperar de un centro universitario que establece los siguientes
requisitos como los dos primeros para la formación de los profesores:
- "Sólida preparación política e ideológica basado en los principios de
la ideología de la Revolución Cubana: Martiana, Marxista y Fidelista"
- "Portadores de los valores humanos y revolucionarios que requiere
nuestra sociedad."
Sin comentarios.[13]
En las escuelas la enseñanza de la historia no ha mejorado en nada, en
realidad con la obligada utilización de los llamados maestros emergentes
por áreas las cosas andan mucho peor que en los 90, se siguen utilizando
los mismos textos únicamente se han omitidos por decisión 'orwelliana',
el nombre de algún que otro autor.[14]
La situación no puede, sí, si puede, ponerse mucho peor, se me ocurren
algunas cosas que la pueden empeorar aún más,[15] por tanto lo que
quedará para el futuro de la enseñanza de la Historia, está en
consonancia con ese futuro para el resto de las estructuras de la
sociedad, la economía, etc.
Algunas simples ideas que propongo para el futuro de la enseñanza de la
Historia:
- Los programas de Historia no deben ser un 'documento estatal de
obligatorio cumplimiento', sino una guía de contenidos y formas que el
maestro o profesor adecuará a su circunstancia, a sus alumnos.
- Los textos deberán ser escritos por aquellos historiadores que no
tengan a mal, como R. Guerra y Portuondo en su momento, el dedicarse a
esta humilde, pero tan delicada y difícil tarea. Si se integran en
equipo y si en esos equipos se incluyen especialista de la enseñanza,
eso quedará a la decisión de cada cual. Pero los textos jamás deberán
tener carácter 'oficial' y único, el maestro será el que decida cual, de
los que se escriban, empleará en sus clases.
- La Historia de Cuba deberá mantenerse en la enseñanza primaria, así
como en la secundaria, la Historia Universal se tratará en esta última
con un marcado interés en los procesos culturales y del pensamiento
dentro de la historia. Mantener la vinculación de los hechos locales con
los nacionales y aprovechar las experiencias que se han desarrollado en
estos años.
- Incorporar elementos del devenir de la vida cotidiana junto a los de
evolución del pensamiento y la cultura temas todos estos nunca abordados
y que le dan plenitud a un estudio de una historia que no sólo se limite
a hechos y fechas, guerras y personalidades.
- Potenciar los procesos de avances científicos y tecnológicos como los
reales impulsores del desarrollo de la humanidad.
- No borrar de un plumazo toda la etapa posterior al 59, ella es parte
de nuestra historia e influirá en la misma por muchos años.
- Renovar todo el entramado de preparación y formación de los profesores
de Historia. Fomentar formas y vías para la superación permanente de los
profesores.
A aquellos que enfrenten esta intricada tarea de reformar la enseñanza
de la Historia en Cuba, les deseo suerte, la van a necesitar, pero
estamos convencidos de que dentro de los maestros y profesores cubanos
existen muchos que serán capaces de poner nuevamente sobre sus piernas
el pensamiento pedagógico nacional.
[1] La última vez, que yo sepa, fue cuando el "gallego" Fernández fue
pasado momentáneamente al 'plan pijama' y lo sustituyó el posteriormente
defenestrado Luis Ignacio Gómez, al que 'cariñosamente' apodaron
'Tacón', en realidad no por sus poses de Capitán General, sino por unos
botines que usaba al principio de su mandato, calzado que eventualmente
mejoró en grado sumo.
[2] La pedagogía cubana antes del 59 era puntera en el continente, los
libros de Leví Marrero, los de Rosell, y los de Baldor, y Mario
González, por mencionar unos pocos se vendían y utilizaban en
prácticamente toda la América hispana. Al parecer todavía algunos de
ellos aún son utilizados, por lo menos en México vi una aritmética de
Baldor a la venta.
[3] Uno de los grandes resultados de ese 'manual' fue que gracias a sus
pretensiones anti-burguesas Carlos Manuel de Céspedes fue destituido
como una efigie patriótica que asomaba su presencia en el billete de 10
pesos. Eso se 'rectificó' en 1968 con los '100 Años de Lucha', pero
Céspedes jamás recobró su posición en la numismática patria.
[4] Fue una profesora universitaria quien escribió esos dos tomos, pero
mi pésima memoria no me ayuda a desentrañar su nombre, sin embargo,
recuerdo que en sus últimos años padeció de una seria dolencia mental
que la llevaba a decir que lo quería eran libros para comérselos,
literalmente. Triste.
[5] En aras de la verdad dentro de esos asesores había varios de notable
inteligencia y experiencia, no eran 'bolos' propiamente dicho, pero
trasplantaron algo que en la URSS podría funcionar y tener sentido, pero
en Cuba no lo tenía en lo absoluto.
[6] Ese era el criterio que se empleaba, cuanto espacio se le dedicaba a
este u otro tema o personaje. Solo recuerdo un análisis relativamente
más profundo en referencia al tema del cristianismo y sus orígenes.
[7] Aquí anoto que en el 'segundo perfeccionamiento' algunos capítulos
de la Historia Universal fueron entregado a las embajadas de los 'paises
amigos', las mayores protestas e inconformidades se produjeron por parte
de los polacos, en algunos aspectos tenían razón.
[8] Esta situación puede ser entendida dentro del marco de los celos
profesionales y cierta tendencia entre los académicos cubanos de no
citar a sus colegas.
[9] Era divertido ver a un especialista soviético tratando de adecuar
esos esquemas cuando algún malévolo lo ponía enfrente de un tema que se
sabía que no iba a poderse encuadrar en esas teorías.
[10] Digo retomar ya que esa ideas ya habían sido expuesta por Ramiro
Guerra, Miguel A. Cano y el olvidado, maestro pinareño Pedro García
Valdés; Aguayo también abordó este asunto y la practica de la enseñanza
de la historia local tuvo alguna aplicación en los años 40 pero no dejó
resultados mensurables en el campo de la investigación pedagogía aunque
si numerosas historias locales o regionales, muchas de ellas escritas
por maestros primarios.
[11] La introducción de las historias locales, del cual yo fui uno de
los promotores, fue aprobado sin percatarse de las consecuencias que
podría tener desde el punto de vista de los férreos puntos de vista de
los programa y textos oficiales, así como el efecto centrífugo que
originaba en una sociedad tan fuertemente centralizada.
[12] Quizás la única excepción sea el librillo de mi autoría que aborda
la enseñanza de la historia local, en el que sí aparecen reflejados y
mencionados nuestros pedagogos y ni un solo documento del partido o cita
al 'máximo líder" Para mi sorpresa aún es utilizado y mencionado en
trabajos investigativos.
[13] Copiamos textualmente los dos primeros requisitos que se
establecen, con fecha marzo del 2008, y modificado el 25 de Mayo de 2009
para el profesor de humanidades, incluye Historia.
[14] Entre los 'desaparecidos' se encuentran mis emigrados colegas y
amigos Antonio Arancibia Rodríguez y Yolanda Jiménez González, y yo mismo.
[15] Recientemente en un llamado 'Taller Nacional de enseñanza de la
Historia de Cuba' se establecieron los siguientes lineamientos para la
enseñanza:
- El carácter histórico de la actitud, intenciones y acciones de los
círculos de poder de los Estados
- Unidos para apoderarse de Cuba, y como contraparte la posición
antinjerencista y antimperialista del pueblo cubano y sus figuras más
representativas.
- La continuidad histórica de la Revolución Cubana desde 1868 hasta
nuestros días.
- La importancia de la unidad a lo largo de las luchas del pueblo cubano
por la independencia y la revolución social.
- El socialismo como necesidad histórica y el papel desarrollado por el
liderazgo revolucionario, en particular del Comandante en Jefe Fidel
Castro Ruz.
Source: El futuro de la enseñanza de la Historia en Cuba - Artículos -
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