Portarse bien con el régimen cubano jamás será un pasaporte
23 de marzo de 2017 - 15:03 - Por Luis Leonel León
Con una ambigua y lamentable jugarreta los organizadores del Havana Film
Festival de New York impidieron que Santa y Andrés pudiese ganar el
principal trofeo
Los regímenes totalitarios no actúan por benevolencia sino por
conveniencia. A esta altura de un partido que ya casi llega a las seis
décadas, quien crea que las autoridades cubanas no operan así, sufre una
grave miopía, es demasiado inocente o pretende tapar el Sol con un dedo.
Cualquiera de las opciones, igual de tristes y fallidas. He aquí un
nuevo ejemplo:
Los organizadores del Havana Film Festival de New York (HFFNY)
eliminaron la película Santa y Andrés de la competencia oficial y la
destinaron a una "presentación especial", alegando que "dada la
publicidad altamente politizada" alrededor del filme, "sería un
conflicto de interés incluirla en la competición por el Havana Star
Prize". Una ambigua y lamentable jugarreta con la que los organizadores
impidieron que Santa y Andrés pudiese ganar el principal trofeo, como ha
sucedido en otros festivales de mayor alcance. Reducirla a una
presentación especial no fue más que una forma de censurar una historia
sobre la represión contra un escritor disidente y la falta de libertad
en Cuba.
Santa y Andrés ganó en el Miami Film Festival el premio a la Mejor
Actuación (Lola Amores y Eduardo Martínez) y en el Festival
Internacional de Guadalajara obtuvo cinco galardones: Mejor Película
Iberoamericana, Mejor Actriz para Lola Amores, Mejor Guion para Carlos
Lechuga, Premio Especial del Jurado y Mención Especial de la Federación
de Escuelas de la Imagen y el Sonido en América Latina (FEISAL).
En diciembre pasado Santa y Andrés fue censurada en Cuba. Uno de los
viceministros de Cultura, Fernando Rojas, censor famoso por su
demagógico discurso, intentó justificar la vulgar prohibición del filme
arguyendo que era para "proteger a un pueblo y a una gran causa". El
motivo real no es otro que no divulgar la naturaleza represiva de la
llamada "revolución cubana".
Luego del mazazo castrista que acaba de recibir su guionista y director
en EEUU, Carlos Lechuga decidió retirar el filme del festival
neoyorkino: "Cuando acordamos conceder el estreno de Santa y Andrés en
Nueva York al HFFNY, lo hicimos basándonos en términos específicos de
participación que fueron negociados entre ambas partes", precisó el
realizador, para quien estos "términos no pueden ser modificados
unilateralmente". Bien por él.
El HFFNY está organizado por la Fundación Amigos de Ludwig, cuya misión
dice ser "construir puentes culturales entre EEUU y Cuba a través de
proyectos de arte. Como cultivadores de una diplomacia cultural
intentamos hacer lo mejor para, en lo posible, permanecer neutrales
políticamente y evitar la controversia", expone la fundación como parte
del parlamento de su misión.
Sin embargo, en ese evento que organizan en New York dedicado al séptimo
arte, no pocos títulos defensores de las políticas de la dictadura han
sido presentados. Pero al parecer, para exponer un punto de vista
contrario, no hay espacio suficiente.
Compiten por el Havana Star Prize una docena de filmes: Últimos días en
La Habana (Fernando Pérez) y El techo (Patricia Ramos), ambos exhibidos
en el Miami Film Festival. Así como Ya no es antes (Lester Hamlet),
Sharing Stella (Kiki Álvarez), Esteban (Jonal Cosculluela), entre otros.
Al Havana Film Festival de New York vendrá como invitado especial Miguel
Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),
y uno de los escritores de la isla más plegados al castrismo.
Lechuga escribió en su página de Facebook: "Luego de ser censurada en La
Habana, a pesar del apoyo y el cariño de los cineastas cubanos, Santa y
Andrés ha podido encontrarse con el público del mundo entero. Desde el
respeto y sin ningún ánimo de afectar a Cuba, país al que amo y del que
no me voy a ir, hemos acompañado nuestro filme tratando de no hablar de
la censura y de centrarnos en las cuestiones artísticas del mismo, el
amor y el deseo de la reconciliación entre los cubanos".
De nada le valió al cineasta evitar hablar de lo que es un hecho: la
marginación (que el filme muestra). Tal vez le hubiera ido mejor
haciendo lo contrario: denunciando desde un principio la prohibición de
su película, que no es más que el cotidiano ejercicio de un régimen al
que las artes sólo le interesan en tanto le sirvan para celebrar sus
supuestos logros, paliar sus "pequeños errores" o al menos no atentar
contra el status quo.
"El equipo de nuestra obra ha sido comprensivo y abierto al diálogo con
los censores. Creyendo que cualquier tipo de maniobra enrarecida en
contra de la obra después de ya ser censurada era una cuestión
impensable. Nunca nos hemos aprovechado de la condición que crearon
alrededor del filme, sabemos que es una obra de arte. Santa y Andrés ha
viajado a los festivales de Toronto, San Sebastián, Chicago, Zúrich,
Ginebra, Republica Dominicana, Cartagena, Guadalajara, Los Ángeles,
Miami, Punta del Este, y muchos otros y en ningún momento nuestro equipo
de realización ha hecho nada en contra de Cuba", reclama en su carta
abierta.
Pero no se trata de ir contra Cuba. Se trata de ir contra el régimen,
que es quien va contra Cuba. ¿Denunciar los abusos del sistema contra
los cubanos es ir contra Cuba? Eso han hecho creer durante décadas los
censores y de tanto andar con la censura en el hipotálamo la han
convertido en una natural y siniestra autocensura nacional.
"El 18 Havana Film Festival de Nueva York, bello evento realizado por
amigos de Cuba, nos había invitado a ser parte de la competencia oficial
junto a otras obras cubanas queridas y admiradas". Pero no son
precisamente los amigos de Cuba los que organizan y deciden qué se
exhibe y qué no en el HFFNY. Son amigos de la simulación y la
reprimenda. Son amigos del régimen. Pues aunque se realice en EEUU, es
un festival para el régimen.
"En una nebulosa extraña me he enterado de que autoridades cubanas han
tratado de sacar mi filme del festival. En este momento el filme ha sido
retirado de la competencia oficial, volviendo a ser excluido por su
carga política. Mañana no sé qué tramarán para silenciar la obra que es
mucho, mucho más que una idea política. ¿Qué es esto? ¿Cuál es el
mensaje? Yo no estoy en guerra con nadie, yo solo he hecho una película
y me costó mucho trabajo hacerla, ahora nada ni nadie la va a borrar",
continúa el texto del joven realizador. Gracias a otros festivales que
han exhibido y seguirán exhibiéndola, Santa y Andrés no será anulada.
"Desde la primera reunión el 14 de octubre del 2016 con el presidente
del ICAIC [Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica] hasta
ahora no he dado ninguna entrevista hablando de lo sucedido. Si así
tratan a los que se portan bien no sé cuál es el objetivo detrás de
todo. Yo, Carlos Díaz Lechuga, amo Cuba, fumo tabaco, me gusta la playa
y he viajado el mundo entero. No tengo necesidad de pasar por este tipo
de tratamiento. Ahora yo voy a seguir defendiendo mi película y
acompañándola a donde pueda", concluyó su carta, que recuerda no pocos
sentimientos y acciones de la película.
El objetivo de prohibir la película de Lechuga está bien claro:
marginarla y castigar a sus ejecutores. Y no es algo nuevo. Ha sido así
la larga y tortuosa relación del Estado cubano con los creadores que se
han atrevido a pasarse de la raya. Portarse bien con el régimen jamás
será un eterno pasaporte.
El mensaje más importante de Santa y Andrés es la libertad, su dolor y
su necesidad. Sin ese mensaje, sin esa realidad, nunca habría existido
la película.
Source: Portarse bien con el régimen cubano jamás será un pasaporte |
Cine, Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/cultura/portarse-bien-el-regimen-cubano-jamas-sera-un-pasaporte--n4117940
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