¿A quién le gusta regresar a la cárcel?
03 de febrero de 2017 - 14:02 - Por Luis Leonel León
¿Entenderá el mundo de una vez que en Cuba no hay un gobierno legítimo,
y que cada jugada de los Castro está encaminada a controlar más a su
pueblo y a enriquecerse gracias a la desinformación, la represión y el
silencio o el contubernio de los sistemas liberarles?
En casi seis décadas de castrismo los cubanos y el mundo ya deberían
tenerlo claro: al rancio régimen de La Habana, más que importarle los
efectos de su política interior, la cual impone al pie de la letra
gracias al control absoluto de todos los poderes y medios de
comunicación, lo que más le preocupa y en lo que más ha invertido
recursos, conspiraciones y todo tipo de influencias, ha sido en su tenaz
maquinaria de propaganda internacional.
Y hay que reconocer que, a pesar de los incontables desmanes que ha
sufrido el pueblo cubano y parte de Latinoamérica, ha sido un discurso
que -para sus objetivos- no le ha funcionado mal. Pues en casi 60 años
ha conseguido poner de su lado a buena parte a los partidos de la
izquierda mundial, a los llamados "progre", y sobre todo a esa especie
en peligro de crecimiento que es "el perfecto idiota latinoamericano",
como lo bautizaran en su famoso libro Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos
Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa. Y no sólo son pocos, sino que se
han esparcido por Europa, y hasta por Estados Unidos, que sigue siendo
el centro de la diana de los intereses de los Castro y el principal
obstáculo de las alianzas izquierdistas y terroristas que hoy amenazan
las sociedades occidentales. Los Castro -todavía hay tanta gente que no
lo sabe o no quiere saberlo- han estado detrás de cuanto proyecto se ha
gestado en contra de lo significa Estados Unidos.
Hace menos de un mes el expresidente Barack Obama eliminó, junto con la
política "pies secos/pies mojados", el programa especial Cuban Medical
Professional Parole (CMPP), destinado a propiciar la entrada a Estados
Unidos a los médicos y otros trabajadores de la salud que desertaban en
terceros países. Este programa, implementado por George W. Bush, además
de ser un camino hacia la libertad, desde 2006 significó una herida en
las entrañas económicas del castrismo.
Por ello la respuesta no se hizo esperar. Intentando aprovecharse de
esta coyuntura, el Ministerio de Salud Pública de Cuba, a través del
diario oficialista Granma, ha lanzado ya nuevas señales de humo para
tratar de convencer -ardua y demagógica tarea- a desertores de las
misiones médicas en el exterior para que retornen a la isla. No es la
primera vez que mandan estos psiquiátricos y obscenos SOS, pero no
podían desaprovechar el contexto. No olvidemos que han sido
históricamente los profesionales de la salud los que más han reportado
ganancias a la cúpula gobernante. Y ahora, con la eliminación de esta
ruta de fuga, el objetivo es volver a apoderarse de esta grandísima
fuente de ingresos y sensibles piezas de trueque.
No olvido una frase que días atrás me dijo el excongresista
cubanoamericano Lincoln Díaz-Balart: "A los dueños de la plantación les
insulta que sus esclavos se les vayan sin permiso". Hace poco más de un
año, Raúl Castro eliminó la posibilidad de que los médicos cubanos
pudieran viajar al extranjero de visita sin un permiso especial del
régimen, más allá del visado. El alquiler de los médicos, junto con las
remesas y todo lo que genera ese manso Hombre Nuevo del exilio,
constituyen dos de las mayores industrias del castrismo, mucho más
pujantes que el turismo. ¿Por qué no rescatar a sus antiguos esclavos?
Ni la maquinaria propagandística ni las fuerzas represivas del castrismo
dejan por un minuto de hacer su maquiavélico trabajo. Mientras ahora le
piden a sus médicos desertores que regresen, que van a poder ejercer su
profesión sin problemas en "su país", contradictoriamente, desde el 30
de noviembre de 2016, el Dr. Eduardo Cardet Concepción, Médico de
Familia del pueblo de Velasco, en la provincia de Holguín, permanece
encarcelado por defender ideas políticas contrarias al régimen. Cardet,
coordinador nacional de Movimiento Cristiano Liberación (MCL), fundado
por el fallecido Oswaldo Payá, está acusado de un delito fabricado por
la policía política para evitar que continúe defendiendo los derechos de
todos los cubanos. Su delito es intentar democratizar su nación, pero
ese es justamente el deseo contrario de quienes lo acusan.
Miembros del MCL han denunciado a la comunidad internacional que Cardet
fue salvajemente golpeado durante su detención, y luego, mientras estaba
esposado, fue nuevamente golpeado en los calabozos, e incluso en la
prisión fue agredido por un criminal instigado por agentes policiales.
Según su esposa, la Dra. Yaimaris Vecino Leyva, Cardet sufre secuelas de
todas estas golpizas: calambres en manos, lesiones cervicales y un
hematoma en un ojo que se ha calcificado y que ya es irreversible.
¿Saben esto los médicos cubanos desertores a los que la dictadura les
dice que les va a abrir las puertas para que trabajen con libertad?
¿Después de haber conocido los sabores de la democracia, amén de la
prosperidad económica que es posible alcanzar en el capitalismo, querrán
arriesgarse a situaciones tan enajenantes como las que vive ahora mismo
su colega Cardet? ¿A quién le gusta regresar a la cárcel?
No creo que sea esto lo que anhelen los médicos cubanos. Ni los que
viven dentro ni los que han podido escapar de la isla. De ahí que varios
profesionales de la salud, que conocen la terrible situación de Cardet,
han creado una petición de libertad inmediata para su colega, que puede
firmarse, vía internet, en este enlace:
www.oswaldopaya.org/es/2017/01/28/medicos-y-otros-profesionales-de-la-salud-piden-libertad-para-el-dr-eduardo-cardet/
¿Entenderá el mundo de una vez que en Cuba no hay un gobierno legítimo,
y que cada jugada de los Castro está encaminada a controlar más a su
pueblo y a enriquecerse gracias a la desinformación, la represión y el
silencio o el contubernio de los sistemas liberarles?
No han timado solamente a los cubanos. Siguen mintiéndole al mundo. O
tal vez al mundo no le importa seguir dejándose engañar. El castrismo ha
trabajado, de manera persistente y a largo plazo, para jugar con los
gobiernos democráticos, pero sobre todo con la política estadounidense.
Esa ha sido su prioridad, lo seguirá siendo, y hasta ahora han logrado
salir ganando. Pero no siempre tiene que salirle bien la jugarreta. Con
Donald Trump en la Casa Blanca, para muchos un vertiginoso jugador
impredecible, son tiempos donde el castrismo, a pesar de su larguísima
experiencia en el arte del malabarismo y las oscuridades políticas,
quizás esté sintiendo inseguridad, e incluso, por primera vez, un
intenso miedo. Sin dudas lo mejor que pudiera sucederle a los cubanos.
Source: ¿A quién le gusta regresar a la cárcel? | Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/opinion/a-quien-le-gusta-regresar-la-carcel-n4114050
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