Irse de Cuba
1 noviembre, 2016 6:03 pm por Rogelio Fabio Hurtado
Marianao, La Habana, Rogelio Fabio Hurtado, (PD) Como isleños, los
cubanos sentimos de forma orgánica la necesidad de cruzar el mar.
Imaginamos las distantes orillas aureoladas por nuestro anhelo de
novedades. Desde 1959, esto se ha politizado extremadamente.
Primero, fueron los batistianos quienes se agregaron a la pequeña
comunidad cubana residente en los Estados Unidos. En 1960, comenzaron a
salir niños sin ser acompañados por sus familiares, en la llamada
Operación Peter Pan, auspiciada por la Iglesia católica en Miami y las
entonces muy activas organizaciones clandestinas en Cuba. A partir del
otoño de 1962, quedaron interrumpidos los vuelos comerciales entre La
Habana y la Florida.
En 1965, surgieron las salidas por el embarcadero de Camarioca, que
pronto dieron origen al Puente Aéreo Varadero-Miami, organizado de común
acuerdo por ambos países, los bautizados en Miami como Vuelos de la
Libertad. Este éxodo fue politizado por ambas partes.
El gobierno cubano prohibió entonces la salida legal de varones entre
los 16 y los 45 años, dando lugar así a la traumática desintegración de
los núcleos familiares. Como respuesta a esta medida, surgieron los
intentos de salidas clandestinas y los secuestros de aeronaves.
Para completar su nociva tarea, creó las llamadas Unidades Militares de
Ayuda a la Producción (UMAP), integradas en parte por los jóvenes que
habían presentado solicitudes de salida del País.
Desde entonces, la salida definitiva de la Isla se convirtió en la única
opción para quienes rechazaban vivir bajo las condiciones impuestas por
la llamada 'construcción del Socialismo en Cuba'. Desafortunadamente, la
participación en esta "Tarea histórica" se redujo a obedecer y aplaudir
públicamente las decisiones del 'Mando superior', la mínima élite
subordinada al invariable Máximo Líder.
Con el tiempo, las esperanzas de prosperidad colectiva, se revelaron
vanas, pero ya las cadenas del totalitarismo se habían cerrado sobre
nosotros.
A partir de 1986, tras las sucesivas muertes de los primeros Secretarios
en Moscú, el poder cae en las manos de Gorbachov, quien despliega sus
reformas para tratar de reflotar al aparato del Partido-Estado en la
URSS. Tanto la Perestroika como la Glasnot entran en Cuba mediante las
publicaciones soviéticas, que dejan de echarse a perder en los
estanquillos para ser esperadas y agotadas por la súbita y creciente
demanda. Tanto el Novedades de Moscú como la revista Tiempos Nuevos y
Sputnik se convierten en heraldos de un ansiado Socialismo democrático.
Aquí, el Gran Hermano aprovecha la coyuntura para librarse
inmediatamente de su ministro de economía, Humberto Pérez y así
recuperar el mando omnímodo sobre los asuntos del Estado. Poco después
cancela la circulación tanto de las publicaciones soviéticas como de la
excelente revista de la Unesco. Pretexta motivos de economía, pero como
siempre en él, se trata de medidas políticas. Al privarnos de las
fuentes de información, ahoga toda esperanza de reformas en Cuba.
Sin embargo, las nacientes agrupaciones pro Derechos Humanos logran, si
bien a duras penas, sobrevivir, esto patentiza la presencia de personas
en Cuba, dispuestas a desacatar los mandatos y, sobre todo, a no escapar
del país.
Para estimularlos al éxodo, se suprime el habitual muy riguroso control
vinculado a la entrada y salida del país. Esto facilitó el escape a
través de terceros países, que llegó a sumarse al nunca desaparecido
tráfico de personas en balsas y lanchas a través del estrecho floridano.
Las aún pequeñas agrupaciones que pugnan por el cambio dentro de Cuba
tienen como reto permanente engrosar su militancia. Para esto es
necesario vulnerar la atmósfera de miedo que el régimen militar
totalitario se empeña en preservar.
rhur46@yahoo.com; Rogelio Fabio Hurtado
Source: Irse de Cuba | Primavera Digital -
http://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/irse-de-cuba/
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