Borrón y cuentas viejas
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Noviembre 22, 2016
En los próximos 40 días y antes de que concluya el año, el Partido
Comunista de Cuba debe realizar su segundo Pleno del Comité Central y
aprobar la versión definitiva de los documentos emitidos en su más
reciente congreso. Se espera también la realización de un Consejo de
ministros y la tercera sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular
de 2016. Estos tres eventos marcarán el inicio del último año de
Gobierno de Raúl Castro y el fin del plazo para el cumplimiento de sus
cuentas pendientes.
Sin incluir en esa lista detalles como el vaso de leche que reclamó para
cada cubano en julio de 2007 o la erradicación del marabú de los campos
de Cuba, los irresueltos problemas de su administración incluyen dar por
terminada la dualidad monetaria, eliminar el sistema de racionamiento,
ratificar los pactos de derechos humanos y alcanzar la eficiencia de la
empresa estatal socialista.
La lista de sus cuentas pendientes incluye también colocar la producción
de alimentos al alcance de los bolsillos, conseguir el necesario volumen
de inversión extranjera, la promulgación de una nueva Ley electoral y
lograr que el salario se convierta en la principal fuente de ingresos,
además de dejar listos la conceptualización y un programa viable del
modelo económico, político y social para las futuras generaciones.
De esta relación, solo los compromisos teóricos parecen estar en vías de
cumplirse, mientras que las deudas inconclusas del mandato raulista son
justo aquellas que podrían repercutir de manera directa en la vida de
los ciudadanos. Aunque la conceptualización no pasa de ser un ejercicio
intelectual, el programa hasta el 2030 se queda en conjeturas y promesas
por las que Castro no tendrá oportunidad de responder.
En los próximos meses tendría que surgir la mediana empresa privada y
abrir sus puertas el tan necesario mercado mayorista que satisfaga las
demandas de los trabajadores del sector privado. La cuenta regresiva
para que se acaben las gratuidades indebidas y las plantillas infladas
entra en sus minutos finales.
Antes de que concluya su tiempo en la silla presidencial, Raúl Castro
tiene la responsabilidad de adoptar medidas que aminoren la hemorragia
migratoria, estructurar un plan efectivo para el problema demográfico y
llevar finalmente al parlamento una ley que regularice las relaciones de
pareja entre personas del mismo sexo.
Antes de entregar el poder, el hermano menor de Fidel Castro debería
despenalizar la discrepancia política y proponer un diálogo para que las
diferentes tendencias que ganan fuerza en el país busquen consensos que
eviten enfrentamientos más dramáticos.
¿Llevará a cabo tan exigente agenda el general presidente o pretende
dejar tales tareas a su relevo?
En los más de 400 días que le quedan como presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, Raúl Castro se verá obligado a acelerar el paso.
El tiempo, el implacable, se le acaba. En la recta final que le resta a
su mandato ya no contará con espacio para experimentos ni acciones
paulatinas. No habrá pausa, pero sí mucha prisa.
Source: Borrón y cuentas viejas -
http://www.14ymedio.com/opinion/Borron-cuentas-viejas_0_2113588621.html
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