Los habaneros cuentan "las maravillas" de su ciudad
junio 06, 2016
Iván García Quintero
Para evaluar a La Habana profunda hay que vivirla en tiempo real. Desde
un auto climatizado o tomando cerveza en la Factoría de la Plaza Vieja,
la ciudad es puro espejismo.
Desde Miraflores, al sur de La Habana, Sergio se llega dos veces a la
semana con su carretilla de ruedas descentradas al vertedero de la Calle
100, en Marianao, a recoger trastos viejos que luego vende por unos
pocos pesos en una feria errante en la barriada de La Víbora.
Entre las cosas a vender se encuentran un libro de tapa roja sobre la
deuda externa firmado por Fidel Castro, una ajada novela policíaca de
Daniel Chavarría, tres blusas descoloridas, dos jeans rotos y unos
herrajes de carpintería.
La primera venta del día se festeja con medio litro del peor alcohol
posible, adquirido a diez pesos por los alrededores de un antiguo
paradero de ómnibus. La docena de hombres y mujeres harapientos que a
diario se dan cita en la esquina de la Plaza Roja quemaron todas sus naves.
Tienen la piel color ceniza, los pies ulcerosos y su mirada perdida es
provocada por el efecto del alcohol y una pésima alimentación. Algunos
son portadores del VIH y cuando se embriagan se auto mutilan.
Sergio vive en un tugurio de madera y techo de tejas, rodeado de sacos
de latas escachadas y artefactos inservibles. No tiene agua potable y se
alumbra con una única bombilla de luz eléctrica. Duerme en una
colchoneta sucia y sus necesidades las hace en un cubo plástico que
luego vierte en un riachuelo apestoso de Miraflores, reparto Los Pinos.
Si usted le pide tres deseos, responderá: "Comer caliente, tener dinero
pa'poder comprar un trago y morirme pronto". Cubanos como Sergio no
hacen planes para dentro de un mes. No guardan dinero para los quince de
su hija o un imprevisto. El futuro de ellos es hoy.
Cuando se le pregunta sobre La Habana, elegida como una de las sietes
ciudades maravillosas del mundo en diciembre de 2014 , piensa que le
están tomando el pelo. "¿Que La Habana es una ciudad maravillosa? Y
después dicen que nosotros estamos locos. Un lugar donde el agua se
distribuye en días alternos, el churre y la peste está por dondequiera,
la gente mea y caga en cualquier lado y el transporte es malísimo, jamás
puede ser una ciudad maravillosa", comenta Sergio.
Contra viento y marea, Magda ha podido remodelar su vivienda, comprar
muebles nuevos y vivir como Dios manda, "gracias a la peluquería que
tengo". En su casa tiene electrodomésticos modernos, aire acondicionado
en las tres habitaciones y cada verano alquila una semana con su esposo
y sus hijos en un hotel cinco estrellas de Varadero.
Aunque desayuna café con leche y hace dos comidas al día, sonríe antes
de ofrecer su valoración sobre La Habana. "Trabajé en Comercio Exterior
y viajé por media Europa, después he visitado los Estados Unidos y te
aseguro que la capital cubana no cumple ningún parámetro que le haga
acreedora de esa categoría. El milagro de La Habana es que, pese a la
desidia y el abandono de las autoridades, se mantiene en pie", señala Magda.
Diana es arquitecta y reconoce que el fondo inmobiliario de La Habana la
hace distinta. "Pero el 70 por ciento está muy deteriorado. La
infraestructura es pésima. Y no se ha encontrado una alternativa para
modernizar el acueducto ni el desagüe en zonas bajas. Solo en sitios
puntuales se remodela la zona antigua. Es una urbe con una variedad
arquitectónica que no muchas ciudades del mundo tienen. Cada barrio es
diferente. Abunda la vegetación y posee una vista impresionante desde el
otro lado de la bahía, pero sería muy pretencioso catalogarla como
Ciudad Maravilla".
Joan, un moreno hiperquinético del barrio San Leopoldo, en el corazón de
la capital, que vive de lo que se cae del camión, le parece un insulto
realizar un programa cultural para festejar la insólita elección.
"Socio, el papel aguanta todo lo que le pongan. De tranca tragarse ese
cuento. A los que eligieron a La Habana, yo los invitaría a vivir unos
días en mi casa. Filtraciones por todos lados, tenemos que comprar el
agua o cargar cubos desde una pipa porque hace veinte años no llega el
agua por las tuberías. Lo jodido no es vivir mal, es que no se divisa
cuándo podremos mejorar. El problema es que Cuba está de moda. Y estos
premios forman parte del paquete", apunta Joan.
Detrás de las fachadas ruinosas y sin pintar, la mugre, calles
acribilladas de baches y salideros de agua, aún se puede percibir la
belleza de una ciudad cosmopolita y diferente.
Pero muchos habaneros piensan que esos encantos ocultos no son
suficientes para premiar a la otrora Villa de San Cristóbal, que 497
años después de su fundación, ya no soporta fuertes aguaceros ni vientos
huracanados.
Para evaluar a La Habana profunda hay que vivirla en tiempo real. Desde
un auto climatizado o tomando cerveza en la Factoría de la Plaza Vieja,
la ciudad es puro espejismo.
Source: Los habaneros cuentan "las maravillas" de su ciudad -
http://www.martinoticias.com/a/habana-maravillas-aniversario-ciudad/123475.html
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