Friday, January 15, 2016

De qué pueblo se habla?

¿De qué pueblo se habla?
DIMAS CASTELLANOS | La Habana | 15 Ene 2016 - 8:25 am.

Comentario de otros cinco temas acerca de la política exterior tratados
por el Presidente cubano el 29 de diciembre de 2015, en la clausura de
la Asamblea Nacional del Poder Popular.

1- Desde el año 2015 se han generado afectaciones en las relaciones de
cooperación mutuamente ventajosas con varios países, en particular con
la República Bolivariana de Venezuela.

Es cierto, pero también lo es que esas afectaciones provienen de una
relación ajena a las leyes que rigen el comercio. La disminución o
pérdida total de la subvención venezolana y su impacto en Cuba es una
repetición de lo ocurrido con las subvenciones procedentes de la extinta
Unión Soviética. Ambos episodios prueban la imposibilidad de sostenerse
sin economía propia y la incapacidad gubernamental para aprender de las
lecciones. El hecho —duro y real— es que lo acontecido en Venezuela
explica la verdadera causa de la anunciada disminución del PIB en el
presente año.

2.- En la clausura del anterior Período Ordinario de Sesiones de la
Asamblea Nacional, expresé que se ha puesto en práctica una ofensiva
imperialista y oligárquica contra los procesos revolucionarios y
progresistas latinoamericanos, la cual será enfrentada con determinación
por nuestros pueblos. Estamos seguros de que vendrán nuevas victorias de
la Revolución bolivariana y chavista bajo la dirección del compañero
Maduro frente a la permanente embestida desestabilizadora de la derecha,
alentada y apoyada desde el exterior. Confiamos en el compromiso de los
revolucionarios venezolanos y de su pueblo, mayoritariamente bolivariano
y chavista, con el legado del inolvidable presidente Hugo Chávez.
Estamos convencidos de que, tal como lo hizo en el 2002, el pueblo
venezolano y la unión cívico-militar no permitirán que se desmantelen
los logros de la Revolución y sabrán convertir este revés en victoria.
Cuba estará siempre junto a la Patria de Bolívar, llamamos a la
movilización internacional en defensa de la soberanía e independencia de
Venezuela y para que cesen los actos de injerencia en sus asuntos internos.

Afirmar que lo ocurrido en Venezuela es resultado de la ofensiva
imperialista es soslayar la incapacidad demostrada por el chavismo. El
empleo de una buena parte del manantial de dólares ingresados por los
altos precios del petróleo en la exportación del populismo bolivariano a
la región, en vez de usarlos para diversificar una economía totalmente
dependiente de la producción petrolera, así lo demuestra. La obsesión
por expandirse en vez de diversificarse ha tenido mayor impacto negativo
que la "ofensiva imperialista" en la desastrosa situación del país
sudamericano.

Decir que lo sucedido allí será enfrentado por "nuestros pueblos", es
desconocer que la mayoría de los venezolanos, después de apoyar al
chavismo durante años, emitió un voto de castigo. Ante esa realidad se
imponen las siguientes preguntas: ¿De qué pueblo se habla? ¿Los millones
de venezolanos que votaron por los candidatos de la oposición no son
parte del pueblo? ¿Quién y con qué criterios se define quienes conforman
el pueblo? ¿Cuándo se les ha consultado a "nuestros pueblos" para
enfrentar la decisión de los calificados como no pueblos?

Al plantear que vendrán nuevas victorias de la revolución bolivariana
encabezada por Maduro y evocar el compromiso de los revolucionarios con
el legado de Chávez, además de desconocer la voluntad popular expresada
en las urnas, es una manifestación de injerencia en los asuntos internos
de otro país, algo de lo que el Gobierno de Cuba acusa permanente a
Estados Unidos.

Todo indica que lo ocurrido allá pudiera ocurrir aquí si se permiten
elecciones verdaderamente democráticas. Por tanto, parece que la lección
extraída consiste en posponer nuevamente cualquier paso que pueda
conducir a la democratización. El gran peligro radica en que sin
democratización no habrá soluciones a los graves y múltiples problemas
de la sociedad cubana. De todas formas el proceso en marcha ya es
indetenible, sobre todo por el cambio de mentalidad que se está
produciendo entre los cubanos después de restablecerse las relaciones
diplomáticas con el vecino del Norte. La democratización llegará por uno
u otro camino, pero llegará. Intentar detenerla es marchar contra la
historia, contra los vientos que soplan en la región, contra el destino
de la nación cubana y en consecuencia para terminar perdiendo.

3.- La Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz,
firmada por todos los jefes de Estado y de Gobierno en la II Cumbre de
la CELAC celebrada en La Habana en enero de 2014, es una sólida base
para desarrollar las relaciones entre nuestros países y a nivel
internacional.

En ese cónclave el Presidente cubano expresó: "Ya desde hace años
nuestra región es una zona libre de armas nucleares (...) pero creemos
que no es suficiente. Creemos que es preciso que los jefes de Estado y
de Gobierno de la región lleguen al acuerdo de que cualquier diferencia,
cualquier conflicto, siempre se resuelva por las vías del diálogo de la
negociación y que nunca se llegue ni a la amenaza ni al uso de la fuerza".

Contrario a esas emotivas palabras, la decisión de enfrentar el
resultado de las elecciones democráticas en Venezuela podría generar una
guerra civil. Entonces la Declaración de América Latina y el Caribe como
Zona de Paz quedaría como una consigna carente de validez si al interior
de las naciones no se renuncia al empleo de la violencia y develaría la
carencia de voluntad política para lograrlo cuando la paz atenta contra
el populismo revolucionario.

4.- Tal como señala la Declaración del Gobierno Revolucionario publicada
el 1º de diciembre, la política de "pies secos-pies mojados", el
programa de parole para médicos cubanos y la Ley de Ajuste Cubano
continúan siendo el principal estímulo para la emigración irregular
desde Cuba hacia Estados Unidos.

El principal estímulo no radica en las políticas norteamericanas. Para
que un hecho sea causa de otro tiene que antecederlo en el tiempo. El
éxodo masivo y sostenido que convirtió a Cuba de país receptor en país
emisor de emigrantes comenzó desde 1959, cuando aún esas políticas no
existían. La verdadera causa radica en la naturaleza del modelo
totalitario, que al negar las libertades ciudadanas no ha podido
desarrollar una economía eficiente capaz de satisfacer las necesidades
básicas de los cubanos.

Más allá de la influencia que pueda haber tenido la prolongada
confrontación entre los dos gobiernos, resulta lógico que la migración
se produzca de un país con una economía deficiente hacia el de la
economía más desarrollada del mundo. Ante esa realidad lo único que
puede detener el éxodo es una transformación estructural capaz de
garantizar las necesidades mínimas de los cubanos, algo que los
atrincheramientos ideológicos impiden. La mejor prueba de ello es que el
creciente movimiento migratorio en otras regiones del mundo está
teniendo lugar sin que los países de destino hayan promulgado nada que
se asemeje a la Ley de Ajuste Cubano. Sencillamente las personas se
mueven de donde está mal hacia donde está mejor, algo que incluso hacen
muchas especies de animales, como las aves migratorias que tampoco se
trasladan por una política de "alas secas-alas mojadas".

La otra cuestión es que los galenos no escapan principalmente hacia
Estados Unidos. En ese país tienen que revalidar el título, pagar por
los exámenes y estar sin ejercer hasta lograr la revalidación; mientras
otros países los acogen sin ese requisito. Solo marchan a Estados Unidos
los que están dispuestos a trabajar en cualquier otra cosa o los pocos
casos en que sus familiares asumen los costos de la revalidación. Mayor
influencia en el éxodo de los médicos tienen los 50.000 que están
alquilados en otras latitudes, donde no les resulta difícil comprender
el nivel de explotación a que están sometidos.

5.- Hemos reiterado al gobierno de Estados Unidos que para normalizar la
relación bilateral el bloqueo debe ser levantado y el territorio que
usurpa la Base Naval de Guantánamo y además, no debe pretenderse que
Cuba abandone la causa de la independencia o renuncie a los principios e
ideales por los que varias generaciones de cubanos han luchado durante
un siglo y medio.

Estas exigencias son inviables por ese camino. Una vez restablecidas las
relaciones diplomáticas las soluciones hay que buscarlas en la
negociación bilateral. Si el Gobierno cubano no quiere ceder ante un
gobierno extranjero debiera ceder ante su pueblo, que está desarmado de
espacios, instituciones, derechos y libertades. Si se actuara en esa
dirección se fortalecería la posición del Presidente norteamericano,
quien ha demostrado su disposición de marchar hacia la plena
normalización de las relaciones con Cuba; se debilitaría la posición de
los congresistas opuestos a la suspensión del embargo; y se avanzaría en
ese objetivo mucho más rápido que mediante las acusaciones y las
condenas en las Naciones Unidas. En fin, que la solución depende más que
nunca de la conducta que decida seguir el Gobierno de Cuba.

Source: ¿De qué pueblo se habla? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1452681129_19448.html

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