La Ley de Ajuste Cubano y el eterno escamoteo de la democracia en Cuba
¿Quién abandonaría su patria y sus seres queridos si pudiera llevar una
vida digna?
miércoles, diciembre 23, 2015 | Ana León
LA HABANA, Cuba.- El gobierno de Costa Rica ha decidido no conceder más
visas a los cubanos que atraviesen esa nación centroamericana en su
tránsito hacia los Estados Unidos.
Un año después de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre
Cuba y Estados Unidos, y a un mes de haberse producido la contención de
miles de cubanos en la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, parece que
la estrategia del gobierno de Raúl Castro para ejercer presión sobre el
país norteño y obligarlo a derogar la Ley de Ajuste Cubano, comienza a
ofrecer resultados favorables para la antidemocracia insular.
Tras la decisión, por parte de Ecuador, de exigir visas nuevamente a los
cubanos que desean viajar a esa nación andina, la incertidumbre ha hecho
presa en decenas de miles de antillanos que han redoblado sus esfuerzos
para abandonar la Isla por cualquier vía, pues temen el cese de la
política que les permite obtener beneficios una vez alcanzado suelo
norteamericano. El súbito aumento del flujo migratorio ha generado una
crisis humanitaria en Costa Rica que el gobierno cubano intenta, como es
habitual, manipular para hacer recaer toda la responsabilidad sobre
Estados Unidos.
La opinión internacional hace ecos a la falacia castrista de que la
"inhumana" Ley de Ajuste Cubano provoca que decenas de miles de cubanos
intenten llegar a los Estados Unidos mediante vías y expedientes que
atentan contra su vida. Sin dejar de admitir que la ley de marras
constituye un instrumento político, sería injusto no ponderar la razón
fundamental por la cual tantos cubanos han decidido arriesgar su
integridad física tratando de llegar, por mar o por tierra, al único
país que les ofrece oportunidades concretas de mejorar su calidad de vida.
Funciona en este sentido, para la Ley de Ajuste Cubano, la misma
filosofía de la manzana en el jardín del Edén: el fruto prohibido está
ahí, al alcance de la mano, esperando ser arrancado. Tal como Eva sabía
del castigo y eligió morder la manzana, el cubano sabe de naufragios,
tiburones, huracanes, vandalismos en alta mar o tierra continental,
tráfico ilegal de personas, atracos para robar identidades, estafas y
asesinatos. Aun así, vende todo lo que tiene y decide partir. Es una
elección personal, espoleada por una legislación tentadora pero, sobre
todo, por la insoportable situación económica y de derechos existente en
la nación antillana.
Por muy prometedor que fuera el futuro allende los mares, un cubano no
abandonaría su patria y sus seres queridos si pudiera llevar una vida
digna en Cuba, donde después de estudiar y prepararse durante largos
años, es recompensado con un salario que no alcanza para la comida del
mes (ni siquiera redondeándolo con la canasta básica), no le permitirá
mejorar su vivienda, ni adquirir un medio de transporte para llegar
puntual a su centro de trabajo, ni vestirse decentemente, ni formar una
familia a la que deberá proveer de lo indispensable.
El problema de Cuba es que no existe la posibilidad de concretar un
proyecto de vida. A punto de finalizar el 2015, y a pesar de tantos
convenios firmados con un sinnúmero de países, de la reanudación de las
relaciones diplomáticas con Estados Unidos y de un supuesto crecimiento
de la economía en un 4%, Cuba es un país invivible, cuya realidad
empeora a diario.
Basta observar los precios del mercado y compararlos con el salario
promedio vigente, para percibir que el gobierno actual -como el
precedente- solo quiere la explotación y aniquilación de los cubanos. La
feroz campaña contra la Ley de Ajuste Cubano es un intento desesperado
por retener a técnicos y profesionales decididos a abandonar el país en
busca de mejores oportunidades. ¿Dónde radica, en este caso, la defensa
de los Derechos Humanos? ¿Qué criterio maquiavélico puede culpar a una
Ley extranjera de la prolongada crisis cuya responsabilidad moral recae
en el gobierno cubano?
Con el trillado discurso sobre los logros en la Salud y la Educación, el
gobierno cubano tiene engañado a medio mundo y considera que su
compromiso con la defensa de los Derechos Humanos está cumplido. Sin
embargo, tras la propaganda de escuelas pulcras con claustros completos,
subyace un sistema educacional envenenado por la corrupción y la
desidia. Tras los hospitales luminosos donde amables especialistas velan
por sus pacientes, hay una desastrosa red primaria de Salud Pública
–consultorios y policlínicos- que evidencia carencias y barbarismos
inadmisibles en un país pomposamente declarado "potencia médica". Es el
predecible resultado de enviar cientos de médicos a misiones
internacionalistas con el único objetivo de quitarles el 75% de sus
ingresos y quedar bien con la opinión internacional; mientras en la Isla
los facultativos no dan abasto para cubrir las necesidades de la población.
El primero de los derechos humanos y constitucionales: la libertad de
expresión y de activismo político, es diariamente violado en Cuba, ante
los ojos del mundo. Existe la creencia de que la emigración cubana se
produce por razones netamente económicas; pero esta verdad es solo
epidérmica. El poder centralizado no admite la legalización de partidos
políticos que puedan aportar nuevas directrices administrativas.
Asimismo, rebosa a la iniciativa privada de regulaciones e impuestos
para impedir la acumulación de capitales que, unidos, pudieran financiar
alternativas orientadas hacia el bienestar social y el cambio político.
Tras las inquietudes pecuniarias que embargan a los cubanos, aumentan
las presiones de una política obsoleta signada por el voluntarismo, el
empecinamiento y la irracionalidad típica de las dictaduras. Esa es la
causa primera de la emigración cubana, no el American Way of Life.
La derogación de la Ley de Ajuste Cubano equivaldría a cerrar, para
siempre, la única salida posible para que los cubanos puedan aspirar a
una vida mejor. Ninguna opinión internacional que se considere defensora
de los Derechos Humanos, puede condenar dicha legislación y cerrar los
ojos ante la apabullante ausencia de libertades individuales que existe
en Cuba. Sería una actitud hipócrita. Piénsese que cuando un ser humano
decide arriesgar el don preciado de la vida para escapar de una sociedad
que se autoproclama "la más justa e igualitaria", tiene que haber un
error o un engaño de dimensiones desproporcionadas.
Source: La Ley de Ajuste Cubano y el eterno escamoteo de la democracia
en Cuba | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/la-ley-de-ajuste-cubano-y-el-eterno-escamoteo-de-la-democracia-en-cuba/
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