El nuevo macartismo revolucionario
diciembre 23, 2015 12:43 pm·
Capdevila, La Habana, Osmar Laffita, (PD) Lo que deben tener claro las
diferentes agrupaciones opositoras al interior del Cuba y del exilio es
que la dictadura militar totalitaria cubana ha reconfigurado un nuevo
discurso de perpetuidad en el poder. Para ello, recurre al inconsistente
método de resucitar la desaparecida Revolución.
Desde 1959, en que los actuales gobernantes tomaron el poder, hasta
1976, la revolución fue fuente de derecho. Con la puesta en vigor de la
actual Constitución de la República, la revolución pasó a ser un hecho
histórico.
Reza en el reformado artículo 3 de la Constitución que "el poder radica
en el pueblo", del cual teóricamente dimanan todos los derechos.
La cúpula militar que detenta el poder tiene como soporte al Partido
Comunista y a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Esta última es
empleada instrumentalmente como tapadera para darle un falso viso de
poder legislativo.
En Cuba, en los hechos, los poderes legislativos y ejecutivos son
puramente formales, porque todo el poder en Cuba está en manos del
presidente Raúl Castro, que es quien dice la última palabra de lo que se
tiene o no que hacer.
El general-presidente es secundado lacayunamente por sus generales y
ministros y por toda una parasitaria cohorte de alcahuetes y cipayos,
que se presentan como los legítimos defensores y continuadores de la
revolución, que según ellos, fue la que produjo el verdadero y único
cambio en Cuba.
Al cumplirse el pasado 17 de diciembre el primer año del
restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La
Habana, el presidente Barack Obama, en una entrevista realizada por
Yahoo News, explicó: "Nosotros podemos hacer algunas determinaciones
acerca de cómo se implementa el embargo y podemos presentarle argumentos
más fuertes al Congreso sobre la importancia de eliminarlo, si el
gobierno cubano introdujera reformas más sustanciales".
El presidente de los Estados Unidos dijo a su entrevistador: "No era que
íbamos a ver cambios inmediatos ni que el control que ejerce el gobierno
iba a ser suavizado, sino que con el tiempo se establecerían las
condiciones para una trasformación sustancial".
El presidente, para despejar las posibles dudas que todavía persisten
sobre su política hacia La Habana, advirtió: "Si ellos quieren (el
gobierno cubano) disfrutar de todos los beneficios de su incorporación a
la economía mundial, entonces van a tener que acelerar las reformas que
aún hacen falta.".
Antes tales planteamientos de Obama, como muestra de la política
inmovilista y continuista del régimen militar cubano, Josefina Vidal
Ferreiro, directora general de los EE.UU del Ministerio de Relaciones
Exteriores (MINREX), considerada una de la más conspicuas voceras de la
dictadura militar, dijo: "Cuba siempre ha dicho que no va a negociar
cuestiones inherentes al ordenamiento interno del país a cambio de una
normalización de relaciones con Washington".
Sobre este asunto, otras figuras del gobierno cubano han reiterado que
"la soberanía y los asuntos del país no se negocian" y han advertido que
"no se pueden pedir concesiones a cambio de la derogación de medidas
unilaterales establecidas por la Casa Blanca".
Los dirigentes de la dictadura militar repiten a los cuatro vientos que
"no es el momento de permitir la menor fragmentación y desunión en las
fuerzas revolucionarias".
Los dirigentes históricos, que están en el poder hace más de 56 años sin
que nadie los haya elegido, se consideran los representantes legítimos
de una revolución que ya hace rato dejó de existir. A todos los que se
opongan al control omnímodo que hoy ejercen, sean opositores o no, los
acusan de contrarrevolucionarios, y los reprimen y encarcelan
sencillamente por no estar de acuerdo con ellos.
Eso fue precisamente lo que ocurrió el pasado 28 de noviembre, en el
Centro Cultural Fresa y Chocolate en la reunión de los cineastas
cubanos, que desde hace dos años impulsan el proyecto de la nueva Ley de
Cine, conocidos como G-20.
Dicha reunión, a la que asistió el presidente del Instituto Cubano del
Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC), Roberto Smith, devino en
una protesta contra la censura reinante en todo el quehacer de la vida
cultural cubana.
Hubo un rechazo unánime de los presentes a la arbitraria separación del
sistema teatral del dramaturgo Juan Carlos Cremata.
Pero en la reunión en el Fresa y Chocolate, que transcurría sin mayores
contratiempos, de momento, como una fiera sedienta de sangre, saltó un
personaje ajeno a los presentes y la emprendió contra Eliecer Ávila y
sus acompañantes, miembros del movimiento opositor "Somos Más", a
quienes acusó de contrarrevolucionarios y a grito pidió que los sacaran
del recinto, porque "donde están reunidos los revolucionarios, no puede
haber cabida para los enemigos de la revolución".
Hubo un altercado con los asistentes que dijeron que la entrada al
evento era libre y que no había razón para sacarlos. Pero la lectura y
aprobación de la carta de apoyo a Cremata fue deliberadamente abortado,
que era precisamente lo que quería la dictadura que ocurriera.
Una nueva campaña de atrincheramiento ha asumido la dictadura, para
dejar bien claro que no habrá el menor espacio para las voces disidentes
y críticas.
Al calor de lo ocurrido en el Centro "Fresa y Chocolate", el pasado 3 de
diciembre apareció en el portal digital CUBARTE del Ministerio de
Cultura, la Declaración de la Presidencia del ICAIC, que estuvo centrada
no en resaltar los planteamientos de los cineastas referidos a la
censura y del caso de Cremata, sino en advertir que "no puede haber
lugar en nuestros foros para los enemigos de la Revolución".
Según la declaración: "Trabajamos juntos para encontrarle solución a los
problemas de la creación audiovisual, desde una perspectiva
anticolonial, antiimperialista y socialista".
En la declaración se afirma que los cineastas rechazaron la presencia de
"varios mercenarios" en el Centro Cultural "Fresa y Chocolate" donde se
realizaba la reunión.
"Ninguno de los organizadores los había invitado y su sola presencia
constituía una provocación y un acto premeditado para utilizar ese tipo
de espacio como plataforma de proselitismo y legitimación", explica la
declaración del ICAIC.
Los redactores de la declaración saben perfectamente que nada de lo que
afirman sucedió en dicho evento.
En la declaración se enfatiza que "ante cualquier intento de
distorsionar los resultados del trabajo mancomunado entre los cineastas
y el ICAIC, nos sentimos en el deber moral de ratificar nuestro
compromiso con la Patria, con la cultura cubana y con la Revolución".
Para la dictadura militar, en la reunión del G-20 celebrada en el Fresa
y Chocolate, los contrarrevolucionarios no eran solamente Eliécer Ávila
y sus acompañante, también lo eran Juan Carlos Cremata, Enrique Colina,
Norge Espinosa, Gustavo Arcos y el resto de los que firmaron la carta de
apoyo a Cremata y que no estuvieron de acuerdo de sacar a Eliecer Ávila
de la reunión.
Con tal proceder se abre una nueva etapa mccartista de cacería de bruja
en el mundo intelectual.
El régimen sigue escudado en los principios trazados en las Palabras a
los intelectuales de Fidel Castro en junio de 1961.
Dice la declaración que "el ICAIC rechazará toda provocación, mantendrá
la discusión franca, comprometida y responsable con la vanguardia de los
creadores y seguirá siendo consecuente con la política cultural de la
Revolución".
Para los que hasta ahora no se hayan dado cuenta de lo que viene, con
esto ya todo queda claro.
origenesmadiba@gmail.com; Osmar Laffita
Source: El nuevo macartismo revolucionario | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/el-nuevo-macartismo-revolucionario/
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