Lecciones del premio Nobel de economía 2015 a la economía castrista
[14-10-2015 23:30:38]
Elías Amor
Economista
(www.miscelaneasdecuba.net).- La Real Academia Sueca de las Artes ha
otorgado el premio Nobel de Economía 2015 al prestigioso profesor de la
Universidad de Princeton, Angus Deaton, reconociendo sus aportaciones al
análisis del consumo, la pobreza y bienestar. Mi artículo de hoy en
Cubaeconomía va dirigido a que las autoridades del régimen castrista se
sientan aludidas y, de una vez por todas, empiecen a desarrollar
políticas económicas más adecuadas para sacar a la economía castrista
del marasmo en que se encuentra.
Precisamente, el profesor Deaton confirma que la mejor forma de luchar
contra la pobreza es promover el consumo, aumentando así el bienestar. Y
no existe otra receta para conseguir este objetivo que fijar como
referencia fundamental las elecciones individualesde la gente. El
derecho a elegir se conculca en la economía castrista desde la entrada
en vigor de la "libreta de racionamiento allá por los años 60 del siglo
pasado". Lejos de contribuir a mejorar las condiciones de vida de los
cubanos, va en contra de la lógica del funcionamiento adecuado de una
economía. Se les cayó la careta.
En cualquier economía, las elecciones individuales son fundamentales
para los resultados colectivos. No es al revés, como se consigue que un
país mejore su nivel de bienestar. Los planificadores que se creen con
un conocimiento absoluto de la realidad conducen a las economías al fracaso.
Gracias al premio Nobel Deaton, el régimen castrista debería saber que
los consumidores distribuyen su gasto entre los diferentes bienes y
servicios, y cuando eso es así, resulta más fácil predecir los modelos
de consumo agregado, evaluar los resultados de las políticas económicas,
como por ejemplo las impositivas, y determinar cómo se beneficia
elbienestar global de la población de esas elecciones individuales de
los distintos grupos sociales. Como corolario, harían bien los
planificadores castristas en leer lo relativo al concepto fundamental de
Deaton, el "Almost Ideal Demand System", sistema casi ideal de demanda,
que relaciona la demanda de los bienes con los precios de todos los
bienes y las rentas individuales. En Cuba, simplemente, esto no resulta
posible. Los precios no funcionan y los niveles de renta son inconfesables.
Deaton puede ayudar igualmente al castrismo a diseñar una política
financiera y crediticia adecuada, porque sus trabajos contribuyen a
determinar lo que se ahorra por los individuos, y como consecuencia de
ello, lo que se puede destinar a formación bruta de capital, es decir,
inversiones. Conviene recordar que la economía castrista presenta uno de
los porcentajes más bajos de inversión en términos de PIB del mundo. Eso
no es bueno. Analizando las aportaciones de Deaton se puede concluir
fácilmente por qué esta anomalía. El mostró en alguno de sus trabajos,
que el nivel de consumo anterior no permite orientar el análisis de la
relación entre consumo y renta presentes, si en la medición de ese
consumo inicial no se tienen en cuenta los gastos de consumo
individuales, y a su vez, distintos. De ese modo, podemos comprender las
consecuencias fatales del mecanismo perverso castrista de igualar a la
baja el consumo de todos los cubanos. Lo que verdaderamente importa en
una economía es la elección individual.
Por último, la pobreza. Durante décadas hemos tenido que escuchar de la
propaganda castrista que en Cuba no existe la pobreza. Gracias a Deaton,
esta posición queda en entredicho. Según él, los niveles de consumo
individuales de las familias explican no sólo el desarrollo de una
economía sino los niveles de pobreza y bienestar. De hecho, la extensión
durante tantos años de unos niveles de consumo realmente bajos en la
economía castrista es otro de los resultados que se derivan de los
análisis del premio Nobel de economía. En Cuba, donde las preferencias
de los consumidores individuales y las economías familiares no se tienen
en cuenta en la asignación de los recursos, fundamentalmente de consumo,
no es posible establecer una relación entre consumo y renta, en la
ingesta de calorías e incluso en temas de discriminación de género. Su
principal enseñanza es que, mientras que la política económica no
establezca como prioridad a las familias e individuos en las decisiones
de consumo, sus resultados no serán los más adecuados en términos de
bienestar.
Todo un baño de realidad para los que se creen dueños absolutos de toda
la razón y mantienen una política ajena a la razón humana. Bien harían
en dedicar un rato a leer sobre la obra del premio Nobel de economía
2015. Saldrán ganando.
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