El júbilo y su reverso
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 16 Sep 2015 - 10:07 am.
Para la bienvenida al ilustre visitante se organizan por estos días
nuevos comandos parapoliciales.
La próxima visita del Papa a Cuba estará matizada por residuos de
esperanzas y lotes de fingimientos.
Exigirle más al proletariado local que participará en el recibimiento y
en los oficios religiosos, sería pecar por exceso. Apenas hay voluntad
para salirse de esos círculos que han establecido las circunstancias
forjadas, hace casi seis décadas, con la hoz y el martillo.
Una parte de los católicos dudan de que el periplo del Pontífice sirva
como acicate para un cambio de mentalidad en la jerarquía del partido único.
Sus expectativas se limitan a algunos dividendos espirituales, siempre
con el riesgo de que se esfumen poco después del adiós en la escalerilla
del avión que lo llevará a Estados Unidos.
A pocos días de la presencia del Santo Padre en la Isla, la certeza de
que no habrá una aceleración de las transformaciones económicas que
produzcan una mejoría en el nivel de vida, sigue manifestándose con la
misma fuerza, en todos los estratos sociales.
A estas alturas de una sucesión donde se acuñaron los estatutos
dictatoriales con la venia de Occidente y del Vaticano, es iluso pensar
que abunde entre la población la idea de una apertura que contribuya a
espantar los fantasmas de la miseria y el miedo a expresarse libremente.
En el reverso de los preparativos para la bienvenida al ilustre
visitante se organizan por estos días nuevos comandos parapoliciales con
el propósito de darle su merecido a los que se atrevan a criticar al
régimen en la vía pública.
Aparte de los habituales en las nóminas de los que gritan y golpean a
nombre de una revolución doctrinalmente vacía y en ruinas, ahora el
poder apela al reclutamiento forzoso en fábricas, escuelas y oficinas.
El procedimiento demuestra una vez más la voluntad de aplicar la fuerza
con tal de que el Papa Francisco no se entere de la quiebra de la
unanimidad en torno al sistema político que encabeza el general Raúl
Castro desde 2006.
Es muy probable que las detenciones comiencen antes del arribo. Al igual
que la recogida de mendigos, en las zonas más céntricas de las ciudades
que aparecen en el itinerario.
Los verdugos de alquiler están listos para entrar en funciones. Deben
demostrar, en caso de que sea necesario, su lealtad a los poderes
establecidos.
Insultar con arrojo y golpear sin medias tintas, son parte de sus
obligaciones ante cualquier evento "contrarrevolucionario".
El pago por su tarea incluye almuerzo, merienda y un mérito a incluir en
su expediente laboral.
En la década del 80 de la centuria pasada quizás esa participación
hubiese servido para optar por un radio portátil VEF o un Televisior
Krim, en blanco y negro.
En el siglo XXI, escasean las recompensas materiales por repartir
patadas, empujones y realizar gestos obscenos delante de la víctima, sea
hombre o mujer.
De todas formas los convocados asisten sin chistar. Negarse podría
significar la pérdida del empleo, una amonestación pública o la
ubicación en un puesto de menor categoría con las correspondientes
afectaciones en el salario.
El Vicario de Cristo debería conocer estos detalles de la maquinaria
represiva de su anfitrión.
Source: El júbilo y su reverso | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1442355858_16936.html
No comments:
Post a Comment