Saturday, February 21, 2015

Un cuarto sin ventanas

Un cuarto sin ventanas
Si la sociedad civil cubana no despierta con rapidez y se adapta a las
nuevas irregularidades del terreno, mucho me temo que sufrirá un revés
tan grande que nos alejará una o dos generaciones más de alcanzar una
Cuba plural y próspera.
Clive Rudd Fernández
febrero 17, 2015

Hace un par de días vi un video que anda rodando por las redes sociales
y algunos medios de prensa, donde se ve a las Damas de Blanco haciéndole
un mitin de repudio a una de sus fundadoras.

De todos los ataques e intentos de aniquilación del carácter y la imagen
de las valientes opositoras que han existido en el pasado, para mí este
es el más efectivo. Y ha venido desde dentro.

En los 26 años que viví en Cuba sentí que el país era un gran cuarto sin
ventanas donde nunca podías ver más allá de tus próximos 20 o 30 minutos.

En aquel caluroso agosto de 1992, cuando escapé de Cuba por vía aérea
hacia Suecia, sentía un odio infernal por el Gobierno que no solo había
gobernado chapuceramente mi país, sino que contaba como una de sus
proezas la total aniquilación de la esperanza de varias generaciones de
cubanos.

Pero el gobierno incapaz de mi nación no era lo que más me avergonzaba.
Lo que más me dolía era la absoluta indiferencia de todos nosotros ante
aquello. En lugar de buscar vías para cambiar al Gobierno, todos
nuestros proyectos y talentos estaban direccionados a las artes de fuga
de la isla.

Después que logré escapar, pasé muchos años viviendo en Europa con mi
espalda hacia Cuba.

Poco a poco fui curando mis heridas y decepciones y empecé a escuchar
con más frecuencia cómo hombres y mujeres dentro de Cuba reventaban sus
voces en contra de la injusticia y el desgobierno de la isla.

Junto con mi admiración hacia esos cubanos que luchaban por mis derechos
también se implantó una vergüenza por mi decisión de correr en lugar de
quedarme a crear otra Cuba; a buscar iniciativas y proyectos cuya
finalidad fuera sacar de raíz los problemas de mi país: La sustitución
del gobierno comunista por uno más inclusivo y transformador.

Es por estas razones que para mí todo el que en Cuba levante su mano, su
voz o sus cejas para pedir la sustitución del gobierno tiene mi más
absoluta e incondicional admiración. Pero es posible que lo que acaba de
ocurrir con las Damas de Blanco se convierta en la excepción.

El simbolismo de ese movimiento de mujeres ha sido una de esas pequeñas
luces que me llenó de inspiración y de optimismo de que una libertad en
Cuba por medios pacíficos es posible.

Desafortunadamente, en los últimos años hemos visto que un cambio de
liderazgo del movimiento lo ha llevado poco a poco a su debilitamiento
hasta llegar a su punto más bajo con estas imágenes de un mitin de
repudio a una de sus fundadoras.

Lo más triste y doloroso no es solo que las Damas de Blanco recurran a
los mismos métodos de vejación que el Gobierno aplica contra ellas, sino
que busquen silenciar y amordazar a una de sus fundadoras. Para cerrar
el cerco, Berta Soler no ha sido capaz hasta ahora de distanciarse o
disculparse públicamente por este desastre.

El cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba ha tomado a la
sociedad civil cubana por sorpresa y la capacidad de adaptación a nuevas
circunstancias es donde se prueban los líderes con experiencia o con
buenos asesores. Parece ser que la líder de las Damas de Blanco carece
de ambos. La creación de ese movimiento opositor le dio una nueva
ventana a los deseos de democracia de Cuba.

Pero si la sociedad civil cubana no despierta con rapidez y se adapta a
las nuevas irregularidades del terreno, mucho me temo que sufrirá un
revés tan grande que nos alejará una o dos generaciones más de alcanzar
una Cuba plural y próspera.

Source: Un cuarto sin ventanas -
http://www.martinoticias.com/content/cuarto-ventanas-cuba-damas-blanco/86948.html

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