Los que ponen piedras entre Cuba y EE.UU.
Durante décadas han culpado al bloqueo-embargo de todos los males que
aquejan a la sociedad cubana. Ahora que la hoguera amenaza quedar sin
combustible aúnan esfuerzo para reavivar las brazas de la discordia
martes, febrero 10, 2015 | Miguel Saludes
MIAMI, Florida -El sorpresivo giro dado por la administración Obama
respecto a Cuba no goza de la simpatía en ciertos sectores en la Isla.
Mientras un número mayoritario de ciudadanos de a pie acogieron con
alegría y esperanza este paso inédito, el sector más radical no parece
muy satisfecho con el relajamiento de la vieja política de enfrentamiento.
Tras producirse el histórico discurso del mandatario norteamericano
dando a conocer los pasos para iniciar el descongelamiento de las
relaciones con Cuba a nivel de embajadas, desde la otra orilla surgen de
inmediato alertas paralizantes de quienes durante décadas han culpado
al bloqueo-embargo de todos los males que aquejan a la sociedad cubana.
Ahora que hoguera amenaza quedar sin combustible aúnan esfuerzo para
reavivar las brazas de la discordia.
Fidel Castro, tras un prolongado y llamativo silencio, salía a la luz
con una polémica carta en la que sin dar su visto bueno a lo ocurrido,
ratificaba la voluntad de mejorar las relaciones entre ambos países,
poniendo de relieve la desconfianza que le anima. Su hermano Raúl
aprovechaba las tribunas del CELAC para hacer notar las piedras que
siembran el camino por el que habrán de transitar las dos naciones en su
acercamiento.
La resistencia y los apuros son explicables ante un cambio que plantea
serios problemas al juego político de La Habana y Miami. Para impedirlo,
o al menos minimizar su impacto, la solución es obstaculizar y complicar
lo más posible el avance, a la vez que se enarbolan justificaciones para
explicar esa postura. Un escrito aparecido en la página Aporrea bajo la
firma de Percy Alvarado Godoy, describe el supuesto plan que anima a
Estados Unidos a normalizar las relaciones con Cuba desde un "marcado
interés". Este no puede ser otro que quebrar lo que el señor Godoy
insiste en llamar Revolución.
Anclado en la visión totalitaria del mundo el señor Godoy pone alerta
sobre los males futuros que podemos esperar de las relaciones mejoradas
entre Cuba y EEUU. El intercambio abierto, y no en un solo sentido como
es ahora, de miembros de la sociedad civil en todas sus expresiones
enciende señal roja. La misma reacción provoca la creación de
condiciones para que se creen espacios sindicales, gremiales y de
agrupaciones que velen por los derechos de obreros y pequeños
propietarios expuestos a la pisada de los grandes intereses económicos y
financieros que se abrirán paso en Cuba, con el beneplácito
revolucionario de personas como Godoy.
Siguiendo la lógica expuesta en el escrito del periodista guatemalteco
radicado en La Habana, este acercamiento contiene un aspecto suficiente
preocupante para la clase gobernante cubana. Se trata de la
vulnerabilidad de la unidad ideológica del pueblo y la supuesta
debilidad del gobierno al aceptar un proceso que supone un
reblandecimiento de sus posiciones tradicionales. Entre estas permitir
el acceso libre a Internet, algo muy cercano a la apertura de la libre
expresión.
No es el único peligro señalado en el escrito. El futuro de las
relaciones que se proyectan deja abierta la participación de exiliados y
disidentes en el intercambio de criterios entre delegaciones de ambos
gobiernos hasta ahora enfrentados. Godoy insiste en el concepto de una
sociedad civil integrada solamente por asociaciones y grupos afines al
poder y dirigidas desde esta esfera. Lo demás son grupúsculos que no
merecen ser escuchados. Los paladines de la lucha contra las dictaduras
de derecha en América Latina y otras latitudes donde se persigue la
libertad de opinión, pretenden negar a los cubanos el acceso a la
información y a la solución soberana de sus problemas. Un rechazo tras
el que se escuda el temor al debate abierto, algo impensable hasta ahora
en la Isla.
La creación de partidos políticos, diferentes al único que gobierna
actualmente en Cuba, será inevitable con el paso del tiempo rebasa por
igual el límite de aceptación en un sistema que durante años ha
criticado el bipartidismo político en Estados Unidos y pondera la
erección de fuerzas políticas al estilo de Podemos. La defensa a
ultranza del unipartidismo cubano, al que se insiste mostrar como opción
perfecta e irrevocable, es la reacción ante la eventualidad de una
apertura en este campo.
No falta la preocupación manifiesta en la apertura de la sede
diplomática norteamericana. El pretexto de las colosales dimensiones de
la sede diplomática norteamericana señalada por Godoy como una de las
mayores de Latinoamérica, pasa de largo ante una obra que la supera con
creces. Se trata de la sede diplomática de la otrora Unión Soviética, a
la que los cubanos llamamos jocosamente el kremlinsito. La edificación
heredada por la actual Rusia no parece contar con un similar en otros
países. Ni siquiera en el desaparecido campo socialista. Pero lo que
realmente inquieta es que ante el nuevo nivel diplomático se haría menos
procedente acusar a la contraparte de hacer actividades contra la
soberanía nacional. Una eventualidad que ocurre en otros países con
relaciones normales con el vecino del norte y que no pone en guardia a
los respectivos halcones que rigen en ellas. Recientemente la junta
militar de Tailandia afirmó que vigilará a los diplomáticos de Estados
Unidos después de que varios representantes de esa Embajada contactaran
con un líder opositor local.
Finalmente no podían faltar las advertencias sobre las consecuencias de
un cambio político que conducirá al rechazo del socialismo y el
restablecimiento de ideología burguesa. Un planteamiento que tal vez
merezca enfocarse en las perspectivas que tendrá en una Cuba democrática
el socialismo como corriente política libre del soporte totalitario le
ha lastrado por más de cincuenta años.
La participación responsable ciudadana en todos los ámbitos de su
interés, incluido el de la información y la política así como el
desarrollo de una propiedad privada nacional, será el que propicie el
crecimiento de la economía cubana desde sus propias iniciativas. En este
marco caben sindicatos o figuras como la del velador del pueblo y
organizaciones verdaderamente no gubernamentales cuyo papel sería
importante en la defensa de derechos que ahora se omiten y que pueden
seguir ausentes en un futuro gestionado sin garantías para su
existencia. Es la ausencia de estos aspectos los que deben causar
alarma a la hora de analizar las consecuencias sociales para los cubanos
de un cambio en las relaciones entre su país y Estados Unidos.
Source: Los que ponen piedras entre Cuba y EE.UU. | Cubanet -
http://www.cubanet.org/colaboradores/los-que-ponen-piedras-entre-cuba-y-ee-uu/
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