Wednesday, February 11, 2015

Falsa república vestida de verde olivo

Falsa república vestida de verde olivo
Un capitolio para un parlamento de utilería que demostrará al mundo cuán
democrática puede ser una dictadura
martes, febrero 10, 2015 | Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba. — Quizás por estar a tono con aquella prudente
sentencia que reza: la mujer del César no solo debe serlo, sino también
aparentarlo; el General-Presidente quiere devolverle a La Habana
siquiera una parte de sus encantos de aliento republicano. Sí, porque en
los tiempos que corren y con estas brisas que llegan del norte hay que
procurar el rescate de nuestro rostro más occidental.

La muestra más palmaria de este empeño es la reparación capital que se
está realizando al Capitolio, que –como se conoce–, volverá a ser la
sede donde sesionará el Parlamento, tal como antes de 1959 lo hiciera el
fenecido Congreso, disuelto por obra y gracia de la revolución en virtud
del aborrecimiento que sentía el altanero líder por las instituciones
republicanas.

Destinado a ser el centro de la Academia de Ciencias de Cuba desde 1961,
el Capitolio soportó estoicamente el despojo y la desidia de más de
medio siglo de realengo. Fue intensamente saqueado su mobiliario,
modificado en sus espacios interiores, afeado en los exteriores,
arruinados sus jardines, rotas sus cortinas y alfombras, manchados sus
pisos, plagado de murciélagos, ratas y cucarachas, inundado su sótano,
maltratado y sucio en su totalidad. Porque, a fin de cuentas, aquel
inmueble era el símbolo odioso de "una etapa de decadencia burguesa".

Ahora ya son visibles para los transeúntes algunos resultados de la
restauración en el ala norte del fastuoso edificio, donde se ha
realizado el proceso de limpieza exterior a presión y se avanza en los
trabajos de carpintería y reparación del artesonado de los floridos
techos. Muchos habaneros se detienen a mirar su estructura majestuosa y
se preguntan a cuánto ascenderá la inversión, más allá de las cifras que
quizás declaren las autoridades.

No faltan quienes se preguntan si se justifica tamaño gasto, calculando
cuántas viviendas se habrían podido reparar o construir en una ciudad
que, literalmente, se está cayendo a pedazos, y donde incluso resultan
insuficientes los albergues para acoger a los numerosos damnificados que
han perdido sus hogares o viven en condiciones habitacionales sumamente
precarias. Todos nuestros libros de Historia critican la vanidad del
Presidente Gerardo Machado por construir un edificio tan costoso en
medio de la crisis económica y la miseria nacional.

Arquitectura sovietizante

Pero el General Gris no parece preocupado. Está resuelto a dejar su
impronta "reformista" incluso al costo de echar por tierra las
alucinantes fantasías de su antecesor, en este caso la flamante
Biblioteca de Ciencia y Tecnología –"la mayor y mejor equipada de
Latinoamérica"–, en aras de la cual entre 1987 y 1988 el autoritario
Comandante hizo desmantelar los ricos fondos de la Biblioteca del
Congreso, allí atesorados hasta entonces, y dispuso el desalojo del
Instituto de Ciencias Sociales y del Museo de Ciencias Naturales, lo
cual implicó adicionalmente la destrucción total del Planetario y de la
reproducción de la Cueva de Punta del Este, sin contar los numerosos
exponentes museables que se dañaron o extraviaron en el lapso entre el
cierre de dicha institución y el montaje del museo en su nueva sede, en
la Plaza de Armas.

Hay quienes afirman que el plan restaurador incluye la reparación
completa de las áreas aledañas, como el Parque de la Fraternidad, el
Liceo de La Habana y el Parque Central. Justamente frente a este último,
en el flanco que linda con la calle Zulueta, la antigua Manzana de Gómez
está siendo sometida a una intensa obra constructiva de día y de noche,
para levantar lo que se anuncia será el hermoso y moderno hotel
"Manzana", de cinco estrellas. Se ha conservado intacta la fachada
original, respetando la tipología arquitectónica característica de la zona.

Así, si el fidelismo se caracterizó arquitectónicamente por un brutal
"setentismo sovietizante" que aniquiló la rica tradición de la
arquitectura cubana anterior e invadió toda la Isla con modelos
constructivos despersonalizados y antiestéticos, fruto de un enfermizo
afán "igualitario", abarcando tanto edificios oficiales como hoteles,
escuelas y barrios residenciales –de los cuales Alamar es el ejemplo más
conspicuo–; el raulismo, en cambio, prefiere retomar –a veces
redefiniéndolos–, los símbolos arquitectónicos republicanos.

Se trata, ni más ni menos, de una sutil negación del legado fidelista,
refrendado principalmente en los espacios urbanos que Castro I tanto
despreció, y la imposición de un sello que –en lugar de crear sus
propias plazas– procura retocar los exponentes de la Cuba capitalista
que ahora el régimen rescata para su propia utilización y provecho.

No se trata de un caso aislado, sino de un evidente proceso de
renovación de la imagen del sistema, ahora al estilo "pragmático" de
Raúl Castro, que pretende resultar más convincente y atractivo a las
inversiones de capital extranjero en la medida en que se desdibujen las
máculas del fracasado "socialismo real" y se perfilen nuevamente los
íconos que simbolizan la etapa más próspera de la nación.

Adiós al protestódromo

A ese tenor, también se quiere ofrecer un rostro más conciliador, o en
su defecto, menos agresivo. Así, por ejemplo, ha dejado de renovarse el
stock de banderas destinadas al espacio popularmente conocido como
"protestódromo" –otro típico fruto de la extravagancia fidelista– y
hasta han dejado de izarse desafiantes, a manera de insulto textil,
frente a la sede de la Oficina de Intereses de EE UU. Las numerosas
astas desnudas lucen ahora como un bosque de elevadas púas en medio de
la geografía citadina. Un deslucido parque yermo en el que, por
añadidura, ni siquiera se permite transitar a los caminantes, como si se
tratara de un terreno minado. Por demás, los vocingleros actos
culturales y de "reafirmación revolucionaria" que solían orquestarse
allí prácticamente entraron en fase de extinción.

Otros espacios nacidos en los años filosoviéticos, de la combinación
entre los enormes subsidios provenientes de Moscú y la proverbial manía
de grandeza de Castro I, han caído en un total abandono y actualmente
muestran un deterioro casi tan irreversible como el del sistema. En ese
caso se encuentran el gigantesco Parque Lenin, el Zoológico de
Calabazar, el Jardín Botánico Nacional y Expo Cuba, en la periferia de
la capital.

Despacio, casi silenciosamente, como para no llamar demasiado la
atención, en los años de "raulismo" se han estado desmontando,
desapareciendo o reduciendo a su mínima expresión los espacios
simbólicos del ex presidente, que alguna vez fue "invicto" y hoy, desde
su retiro, asiste resignado a la desintegración de su obra y al
resurgimiento de las alegorías que tanto se empeñó en destruir.

En pocos años, quizás aún no tendremos realmente parlamentarios
representantes del pueblo, pero sí una sede para un Parlamento de
utilería que demostrará al mundo cuán democrática puede ser una
dictadura. Habrá también una República apócrifa ataviada con túnica
verde olivo y ornada con charreteras. ¡Y quién sabe! Ya que las cosas
van de pose republicana, quizás algún día volvamos a ver aquellos dos
célebres símbolos, hoy desaparecidos: el diamante del Capitolio que
marca el kilómetro cero de nuestra Carretera Central, y el clavo de oro
que yacía empotrado en el mármol, a los pies de la estatua del Apóstol
en pleno Parque Central, a la vista de todos.

Source: Falsa república vestida de verde olivo | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/falsa-republica-vestida-de-verde-olivo/

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