En Cuba es ilegal hasta la sonrisa
[24-02-2015 18:36:57]
Daneibys de la Celda
(www.miscelaneasdecuba.net).- Camagüey, ciudad de tinajones, edificios
de antaño que se erigen sobre adoquinadas calles de ensueño. Pareciera
la descripción de una idílica villa ancestral, sino fuese por los
basureros en las esquinas; las colas y piñazos por cualquier oferta o
servicio; la mendicidad en aumento de lugareños de la tercera edad y
discapacitados; y la bárbara cuadrilla de inspectores que fustiga la
urbe, como buitres siempre prestos a picotear un moribundo botín.
De los anteriores males se habla bastante, pero me concentraré en el
último, que si bien es extensivo a todo el país, en el caso de esta
provincia asume proporciones tan extremas que agobian a los pobladores
con sentimientos tan encontrados como: la indiferencia, la ira, la
impotencia, la risa, la incredulidad, y otra vez la indiferencia…
enmarcándolos en un círculo vicioso del que es casi imposible escapar.
Los camagüeyanos de a pie se alegraron con la supuesta nueva apertura
del trabajo por cuenta propia, una variante al sistema esclavista
estatal que solo ofrece pobreza al trabajador honrado y dolores de
cabeza al que "lucha" en algún puesto, a la sombra de la corrupción
institucional. Ya no habría que rezar para que no falleciese o
abandonase el país, o simplemente se casase y se mudase de vivienda, el
propietario del merendero o paladar particular en el que laborabas, pues
la legislación que ante tales casos impedía seguir ejerciendo la labor
(fuese venta de comida o alimentos ligeros) con la nueva disposición
quedaba nula.
Se alegraron también las amas de casa, los jóvenes desempleados, los
padres de familia, y cuanto sujeto emprendedor alberga la ciudad (muchos
por cierto) pues la cantaleta oficialista pregonaba tentadoras
facilidades: garantía de seguridad social, impuestos bajos, período de
prueba para cerciorarse de la viabilidad del negocio escogido,
equipamiento de tiendas donde a precios módicos se ofertarían las
materias primas y bla, bla, bla… con estos cantares de sirenas atrajeron
al rebaño de soñadores, que pronto se golpeó con el duro muro de la
figura estatal.
No existía infraestructura para atender a las decenas de miles de
interesados (ni locales suficientes, personal facultado, ni medios
digitales entre otros) por lo que las colas de hasta tres días de
antelación y más doblaban las esquinas, el papeleo era comparable con
una película de terror; el corre para aquí y para allá o peloteo, como
dicen los cubanos, fue el protagonista principal del dantesco escenario.
Los impuestos o patentes comenzaron a rapiñar más de la mitad de las
ganancias, y de la otra mitad habría que pagar la seguridad social.
Trabaja como un condenado, inventa para adquirir la materia prima, y
encima descuento para tu futuro de forma obligatoria. Y si no te resulta
y al cabo de 5 años devuelves la patente ¿tienes derecho a la seguridad
social? Por supuesto que no. Pero alguien podría pensar en sueños que le
devuelven -al menos- todo lo que pagó y no va a disfrutar.
Nada, las mismas colas para adquirir la patente la hicieron de nuevo la
mayoría para devolverla, al ver lo poco lucrativo que resultaba trabajar
de forma independiente en un país que considera la propiedad privada
como una aberración. Los pocos que siguieron adelante en esta lucha
contra la marea de contratiempos cortesía de "Castro's Company", se
enfrentan a los temidos inspectores, capaces de poner la carne de
gallina al más avezado de los cuentapropistas.
Voceros de refinados métodos de implementación del terror, tienen
bandera abierta para aplicar decretos que la población desconoce, que no
se publican o refieren fuera de su propio círculo, por lo que pueden
multarte en base al desconocimiento de forma justa o arbitraria, total
nunca sabrás la diferencia. Las reclamaciones hechas a sus propias
entidades -las únicas a las que puede acudir- en el 99 % de los casos
ratifican la multa.
Los inspectores -al parecer- tienen que cumplir un plan mensual de
imposición de multas, por lo que se percibe la arremetida contra
infelices, pues es sabido lo que incentivan las tristes migajas una vez
al mes; a fin de cuentas ellos son víctimas también de la trituradora
humana que es la economía del régimen, porque tienen necesidad de comer
y de cosas materiales para vivir y si no multan no podrán hacerlo.
"Imagínate tú" me comentaba una conocida llamada Martha, "yo tuve que
dejar de trabajar como inspectora porque nunca cobraba completo por no
poner suficientes multas y ya me miraban con malos ojos mis
colegas". Nada, si eres dueño de negocio propio, antes de salir a buscar
el pan de cada día por tu cuenta, pídele a Dios no toparte con un
inspector, que te diga que tienes que cumplir con el Reglamento
establecido en la Resolución No.41/13 del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social.
Algunas personas afectadas por la intransigencia de los inspectores han
querido dar su testimonio:
Alejandro Consuegra Borrero, Simón Reyes # 468, entre Avenida de los
Mártires y 1ra Paralela. Reparto La Vigía, fue multado con 60.00 pesos y
el decomiso de una lata de puré de tomate que llevaba para su consumo
-aunque reclamó- no le devolvieron la lata, tampoco le quitaron la multa.
Yosbel Torres Ibarbia, Ignacio Sánchez # 183, entre Santa Rosa y San
Ramón y su esposa Maidelys López con tres niñas bajas de peso y carentes
de las mínimas condiciones económicas para su vida en varias ocasiones
han sido multados con 700.00 pesos (moneda nacional) por vender
galletas caseras, cerca de la Terminal de Ferrocarril. Esto generó un
acto de protesta masivo, por parte de defensores de derechos humanos de
la provincia, se sumó incluso un grupo, parte del pueblo camagüeyano,
que comentaba el abuso contra estos padres de familia.
Hubo enfrentamientos con la policía; por lo que se obtuvo que los
inspectores le retiraran la multa.
Johnny Castellanos vecino de Santa Rosa, entre Ignacio Sánchez y
Emiliano Agüero Varona al que castigaron por vender frituras de harina
en un carrito frente a su casa, con una multa de 100.00 pesos (moneda
nacional), este joven padre de familia sin ser opositor se acercó a esta
periodista para hacer la denuncia de lo que consideraba un abuso.
Mario Calderín García se encontraba en el municipio de Guáimaro, y fue
abordado por una señora que le preguntó qué vendía. Él le contestó que
extracto de vainilla, pomitos caseros de este sabor que se utiliza en la
elaboración de dulces. Tenía 4 pomitos en una jaba, y otros frasquitos
vacíos. Fue entonces que se declaró inspectora y le pidió documentos
para multarlo. Mario se negó refiriendo que 4 pomitos era una miseria y
que no ameritaba una multa; le dio la espalda y se fue. La inspectora
buscó la policía, lo arrestaron y lo condujeron a una unidad policial.
La mujer quería acusarlo hasta de amenaza, pues le molestó la actitud de
Mario. La oficial que estaba en la Carpeta, envió a dos policías al
lugar de los hechos a investigar la acusación de la funcionaria, la que
quedó desmentida por las personas que estaban allí de testigo, cuando
relataron que no hubo amenaza alguna. Aun así la multa le fue aplicada.
El nombre de esta inspectora extremista es Maricel Quiñónez Mederos.
La lista de abusos y arbitrariedades no termina aquí, es tan larga que
sería engorrosa de leer, -de todas formas- no todos se atreven a contar
de manera pública lo que les sucede. Los camagüeyanos tienen un dicho
bastante ilustrativo que resume esta difícil situación para los que
tratan de vender o dar servicios por cuenta propia: "En Cuba es ilegal
hasta la sonrisa".
Source: En Cuba es ilegal hasta la sonrisa - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/54ecb6b93a682e18d463cdbc#.VO27rfnF9HE
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