Sunday, February 8, 2015

El extraño síndrome de la 'benevolente simpatía superficial'

El extraño síndrome de la 'benevolente simpatía superficial'
CARLOS ALBERTO MONTANER | Miami | 7 Feb 2015 - 5:12 pm.

Salvar a un dictador, no reconocer a un enemigo… ¿Padecen Barack Obama y
John Kerry de BSS?

La batalla cubana se ha trasladado a la prensa. Se trata de una
contracarta. Responde, sin decirlo, a un documento aparecido en The New
York Times en sentido contrario.

Un grupo de 40 prominentes personajes norteamericanos y
cubanoamericanos, muy prestigiosos y con una larga tradición de servicio
público o de relevancia en el mundo empresarial, de alguna forma
vinculados al destino de Cuba, publicará una lúcida página en The
Washington Post. La he leído y es muy persuasiva.

Los firmantes se oponen a la nueva política cubana de Barack Obama. Les
parece un peligroso error hacerle concesiones a la dictadura sin que
Raúl Castro dé pasos hacia la apertura y la democracia.

Son partidarios de lo que dicta la ley de la nación, la "Cuban Liberty
and Democratic Solidarity Act" de 1996, y de lo que supuestamente
defendía el propio Obama hasta la víspera del 17 de diciembre pasado,
cuando anunció los cambios.

Obama llevaba 18 meses conversando en secreto. ¿Qué ha conducido al
Presidente, con la entusiasta colaboración de su canciller John Kerry, a
engañar a propios y extraños con tal de modificar la política cubana y
hacer las paces con la dictadura?

En Estados Unidos hay por lo menos cinco categorías de personas que se
oponen al embargo o la prohibición a los ciudadanos norteamericanos de
visitar la isla vecina.

1. Las personas convencidas de que, tras más de medio siglo, la política
de hostilidad ha fracasado y es preferible pasar la página, como en
Vietnam o China, y suscribir la estrategia del acercamiento. O sea,
declarar la paz y olvidar el pasado.

2. Los exportadores y negociantes que ven en Cuba un mercado pequeño y
pobre, pero potencialmente interesante.

3. Los libertarios que piensan, basados en sus principios, que ningún
gobierno debe interferir en la libertad de los norteamericanos para
viajar a donde deseen y hacer negocios con quienes quieran.

4. Los simpatizantes procomunistas —pocos, pero muy activos—presentes en
publicaciones como The Nation o en numerosas universidades, generalmente
antigobierno norteamericano.

5. Las víctimas del muy extendido fenómeno de la "Benevolente Simpatía
Superficial" (BSS).

Estos últimos, sin ser comunistas, ven a la revolución cubana con una
vaga y epidérmica simpatía, surgida del poderoso imprinting que dejó ese
episodio en la memoria de medio planeta desde 1959.

Les resultan "fascinantes" aquellos jóvenes barbudos que derrotaron al
ejército del dictador Batista, dirigidos por un personaje singularísimo,
que hablaba ocho horas consecutivas en Naciones Unidas, se enfrentaba
paladinamente a Washington, y estaba decidido a construir un mundo más
justo entre los escombros de una sociedad poblada de prostitutas y
dominada por los gángsters.

Ven con simpatía la figura del Che Guevara, eligiendo la imagen del
rebelde que da su vida por una causa, olvidando que esa causa era crear
dictaduras colectivistas sin el menor espacio para las libertades, e
ignorando la monstruosa dimensión de una persona que era capaz de
declarar que un buen revolucionario debía ser una implacable máquina de
matar, o que le confesaba a su mujer que estaba en la selva cubana
"sediento de sangre".

En esta última categoría, la de la "benevolente simpatía superficial", a
mi juicio, sustentada en una lectura romántica, falaz y tonta de la
realidad cubana, pero muy arraigada, se inscriben personas como Obama y
Kerry. No son comunistas, y no desearían para su país un sistema como el
que padecen los cubanos, pero observan a los Castro y a la revolución
con una benevolente y superficial simpatía.

He visto a muchas personas afectadas por el síndrome de la BSS. Tal vez
Manuel Fraga Iribarne, el político conservador español, lo padecía. Era
visceralmente anticomunista, pero sentía una difusa atracción por Fidel.
Le parecía un gallego valiente que le había plantado cara a los yanquis.

A principios de los años 90, el presidente Carlos Salinas de Gortari
convocó a una isla mexicana del Caribe a Felipe González, a César
Gaviria y a Carlos Andrés Pérez —todos entonces gobernantes en sus
respectivos países— a una discreta reunión con Fidel Castro.

La URSS acababa de desaparecer y con ese cataclismo se había esfumado el
subsidio a la Isla. El propósito del pequeño y distendido cónclave
—probablemente alentado por González— era tratar de ayudar al dictador
cubano a sortear las dificultades y facilitarle el tránsito hacia otro
modo de organizar la sociedad cubana.

Fidel era un enemigo ideológico del neoliberal Salinas, privatizador y
cercano a Estados Unidos. Era un aliado de la ETA española a la que
González se había enfrentado a tiros. Era un cómplice de las
narcoguerrillas colombianas a las que Gaviria intentaba derrotar. Y
nunca se había alejado de los conspiradores antidemocráticos
venezolanos, como se demostró cuando Chávez apareció en el horizonte.
Pero los cuatro estadistas reunidos con Castro querían salvarlo. Los
dominaba la Benevolente Simpatía Superficial. Habían perdido la facultad
de entender quiénes eran sus enemigos objetivos. Gravísima limitación.

Muchos años más tarde, en su exilio miamense, provocado por la
persecución de Hugo Chávez, Carlos Andrés Pérez me confesó que había
sido tan ingenuo que llegó a pensar que Fidel Castro era su amigo. En
sus palabras había un profundo desengaño. Me dijo, en abono de su
inocencia, que cuando su segunda toma de posesión, en 1989, un millar de
venezolanos ilustres habían firmado una carta saludando la presencia de
Castro en Caracas. Casi todos estaban hoy en la oposición o en el
exilio. Sufrían, sin saberlo, de BSS.

¿Padecen Obama y Kerry del mismo mal? Sospecho que sí, aunque no hay
nada más opaco y contradictorio que las motivaciones. En todo caso,
parece que la BSS acompaña hasta la muerte a muchos enfermos. Solo se
curan los que chocan con la realidad.

Source: El extraño síndrome de la 'benevolente simpatía superficial' |
Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1423325524_12758.html

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