La isla sin pescado
diciembre 23, 2014 3:13 pm·
Cuba actualidad, Guantánamo, (PD) Si algo ha caracterizado al sistema
instaurado en Cuba después de 1959, es la reiteración de los absurdos y
contradicciones en nuestra vida política y social. Si Ud. tiene dudas lo
invito a que haga un recuento a vuelo de memoria: los zapatos plásticos
a inicios de los años setenta en un país con calores endemoniados; el
uso extensivo e intensivo de las fibras de poliéster y nylon en nuestras
ropas; la creación de una zona fronteriza terrestre en un país rodeado
de mar; endilgarle el calificativo de traidor a quien defiende los
postulados por los que luchó y no los creados por el grupo que se hizo
del poder; asegurar que nuestro espacio natural eran los países
socialistas de Europa, estando situada Cuba en América; afirmar que se
amaba la paz mientras se fomentaba el terrorismo en buena parte del
mundo; declarar el carácter socialista de la revolución en 1961 y en
1986 escuchar a Fidel Castro decir que a partir de ese momento sí se iba
a construir el socialismo, etc., etc.
Quiero centrarme en otro de los tantos absurdos del mal gobierno castrista.
Siendo Cuba un archipiélago con una vasta tradición de pesca en las
costas y bahías, después de 1959 el cubano promedio sólo ha tenido
posibilidad de comer pescado de mar si es pescador o familiar de uno,
porque reside en una zona costera donde se permite la pesca deportiva o
porque puede adquirirlo en el mercado ilegal.
Los gobernantes priorizaron la exportación de los mejores productos
cubanos en beneficio del mercado extranjero, entre ellos el pescado,
privando al pueblo de productos que ellos sí continuaron y continúan
disfrutando; es decir, todo lo contrario de lo que hace un gobierno
normal, que exporta lo que no es asumido por su mercado interno.
En su determinación de dominarlo todo, el gobierno de Fidel Castro
dispuso también el control de los recursos naturales. Este afán
controlador no ha sido sufrido únicamente por los campesinos, quienes no
pueden sacrificar su ganado mayor ni dejar de cumplir con la entrega de
los productos que les indica el gobierno, sino por toda la población,
entre ella los pescadores.
Una de las primeras medidas que dictó el naciente gobierno
revolucionario fue crear las cooperativas pesqueras. Al hacerlo, limitó
la posibilidad de que cada pescador pescara libremente y también dispuso
el espacio donde se podía pescar. Casi de inmediato comenzaron a
desaparecer los pargos, chernas, rubias, rabirrubias y cuberas, las
sierras, sardinas, agujas y el bonito, los camarones y las langostas,
que de productos de fácil adquisición antes de 1959 pasaron a
convertirse en productos de lujo, algunos de ellos prohibidos hasta hace
muy poco tiempo, como los camarones y las langostas, que ahora pueden
ser adquiridos en las pescaderías estatales pero a precios exorbitantes.
El gobierno dispuso que sólo pudieran pescar, en las bahías y
determinadas zonas costeras, las personas que estuvieran afiliadas a
alguna sociedad de pesca deportiva, limitando al extremo lo que antes
era una actividad enteramente libre.
Por aquéllos años el gobierno creó el Ministerio de la Pesca y publicaba
una revista titulada Mar y Pesca donde se alababa la creciente capacidad
productiva de nuestra flota pesquera.
Lo curioso es que, aunque la producción creció año tras año según las
cifras oficiales, los cubanos continuamos sin poder comer productos
marinos de calidad, pues estos pasaron a formar parte de la selecta
lista de los rubros exportables.
A partir de esas disposiciones el consumo de algún buen pescado se
producía muy ocasionalmente en nuestros hogares y casi siempre como
consecuencia de un acto ilícito.
En 55 años, en poquísimas ocasiones he visto una buena oferta de
pescados en una pesca, la autobiografía de Nelson Mandela titulada "El
largo camino hacia la libertad". dería estatal, y cuando esto ha
ocurrido, ha sido a precios sumamente altos. Ni hablar de la posibilidad
de comer un enchilado de cangrejos, jaibas o langostas.
Si antes de 1959 fuimos un país abierto al mar, después de 1959 nos
cortaron el libre acceso a él con múltiples pretextos.
Hoy la posibilidad de comer un buen pescado se convierte en una fiesta y
no precisamente innombrable, porque esa oportunidad tiene por nombres y
apellidos: un altísimo costo en dinero y en riesgos.
Desprovisto de la posibilidad de comer carne de res por estar prohibido
su consumo, y también de pavo, venado, pollo, conejo y pescado por ser
tan escasa su presencia en los mercados, al cubano se le ha impuesto una
alimentación donde prevalecen productos experimentales como el picadillo
de soya, el ceralac y el picadillo "enriquecido", cuyas esencias sólo
Dios y quienes los elaboran conocen.
Esta precariedad alimenticia quizás sea la causa de la elevada
incidencia del cáncer en nuestra sociedad, algo que no mencionan los
medios "objetivos y revolucionarios" dependientes del oficialismo.
Vivir en una isla y no poder comer pescado no es sólo otra incongruencia
en nuestra cotidianidad o un absurdo, sino una de las más palpables
demostraciones del fracaso económico del castrismo.
Para Cuba actualidad: rojequihacfgos@yahoo.es
Source: La isla sin pescado | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/la-isla-sin-pescado/
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