La Habana-Bruselas: un diálogo de sordos
MANUEL CUESTA MORÚA, La Habana | Diciembre 12, 2014
El Gobierno cubano acaba de pedir el aplazamiento de la tercera ronda
del diálogo que sostiene con la Unión Europea. Lo hizo en vísperas del
10 de diciembre, Día Internacional dedicado a los derechos humanos, que
es precisamente el tema inscrito en la agenda de esa reunión.
El motivo esgrimido por las autoridades cubanas es la "falta de
confianza". Lo que no debería ser tomado como un dato simple de
naturaleza logística o de tiempos organizativos. Si hay fotos de un
lituano en Bruselas que aluden a Cuba, asumidas como una ofensa para la
sensibilidad de Estado, puede interpretarse que el pretexto va en busca
de una verdad banal para enmascarar razones más profundas.
Christian Leffler, quien está al frente por la parte europea de las
negociaciones entre Cuba y la UE, ha dejado claro recientemente en
Bruselas a activistas cubanos de dentro y fuera de la Isla que el tema
de los derechos humanos es uno de los núcleos pétreos de un posible
acuerdo. José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores de España,
le dio brillo y lustre a esta posición con una conferencia en La Habana
sobre la transición española, vista por muchos como una hoja de ruta
sugerida para iniciar un proceso de cambio político en nuestro país.
La reacción del Gobierno cubano la entiendo así como una asimilación
tardía de uno de los propósitos fundamentales de la política de la Unión
Europea en el mundo. En mi opinión, las autoridades asumieron este
diálogo no solo como el fin de la Posición Común sino como la clausura
de la agenda de derechos humanos. Confundieron posición estratégica con
táctica política, haciendo una lectura de guerra, a la que están
acostumbrados, donde solo cabe hacer una lectura política, en la que las
tácticas son las que mejor inducen las estrategias. La relación medio
fin es esencialmente de naturaleza política y se verifica mejor y con
más claridad cuando se trata de los derechos humanos.
Estuvo siempre claro que a través de la Posición Común era imposible
obtener resultados en un país de soberanía cerrada y antigua,
desconectado de las dinámicas tanto del derecho internacional de los
derechos humanos como de la economía global. La Posición Común solo
podía imponer los derechos humanos por otros medios, nunca mediante el
juego político mismo. Al recuperar el diálogo, la Unión Europea recupera
el único instrumento que permite introducir, políticamente, un asunto
fundamental para la organización de la convivencia dentro de los Estados.
Pero todo parece indicar que el Gobierno entendió este cambio de táctica
como una legitimación del Estado en su actual estado de cosas, no como
un mensaje de que la Unión Europea hablaba en serio.
Por eso, y esta es una segunda razón, las autoridades cubanas no
caminaron en profundidad en su proceso de reajustes económicos o de
actualización del modelo como le han llamado. Ni la Ley de Inversión
Extranjera, que carece de dos contextos fundamentales y previos:
claridad monetaria y seguridad jurídica; ni la precaria liberalización
económica interna, que no ha creado condiciones propicias para la
pequeña empresa, han podido generar la estabilidad económica mínima para
una aventura humanista del Estado cubano.
La cuestión de los derechos humanos se convierte en una agenda de
aplicación instantánea porque depende de la voluntad de los Estados. Lo
único que tendrían que hacer es dejar de reprimir a la sociedad civil y
a los ciudadanos que hacen uso de sus derechos. En materia económica la
trayectoria es más larga por razones que son obvias. Y dada la debilidad
económica del país, un diálogo en materia de derechos humanos tendría
efectos inmediatos sobre el mejoramiento de los ambientes cívicos
cualquiera sea el mínimo compromiso del Gobierno con su contraparte en
la mesa. La presión sobre el poder sería también inmediata.
El Gobierno cubano no está listo para hablar de nuestros derechos porque
no está preparado para alimentar nuestros estómagos. Esa es su lógica.
No es que quiera de verdad respetarlos, es que si tiene que hacerlo no
querría poner en riesgo su poder.
De ahí desprendo una tercera razón para aplazar el diálogo: el silencio
de los inversionistas, sobre todo europeos. El fracaso de la última
Feria de La Habana, que pretendía ir más allá de la mera exhibición, ha
impuesto un freno a cualquier otro punto de la apertura del régimen a
occidente. Hay aquí una razón cínica: si no se produce el rescate
económico, nadie podrá hablarnos de derechos. Un razonamiento perverso
en el que el Gobierno no advierte que, incluso en economía y
fundamentalmente en la cubana, la cuestión de los derechos importa.
La pelota sigue en la cancha del Gobierno. El diálogo es más efectivo
para el día de hoy: el de los derechos humanos. Las fotos de Bruselas no
están completamente reveladas.
Source: La Habana-Bruselas: un diálogo de sordos -
http://www.14ymedio.com/opinion/Habana-Bruselas-dialogo-sordos_0_1686431348.html
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