Todos (no) somos Ayotzinapa
(Sobre la tibieza cubana ante los sucesos mexicanos)
Lo que hicieron los empapados congregados de la Avenida de los
Presidentes fue un buen performance político y la sociedad cubana ni
siquiera se enteró que había sucedido
Haroldo Dilla Alfonso, Santiago de Chile | 24/11/2014 3:09 pm
La terriblemente crítica situación mexicana —corrupción, impunidad,
poderes fácticos, espiral de la criminalidad desde las propias esferas
gubernamentales, represión— habla de un modelo económico y político que
ha colocado sus miras con excesiva pasión en el mercado americano. Tanta
pasión, que ha terminado suministrándole de manera privilegiada dos
factores claves de la acumulación capitalista contemporánea: fuerza de
trabajo desprotegida y drogas. Y asumiendo, sin compensaciones, todos
los costos de esta inserción subordinada. Justamente al último de estos
factores —las drogas— se refieren los últimos coletazos de un Estado que
muchos empiezan a denominar "fallido".
A pesar de que es casi imposible defender al gobierno mexicano,
incluyendo a su presidente que ha agregado al fuego una bencina de alto
octanaje con la revelación de propiedades millonarias y con las
declaraciones ultrajantes de su hijastra, el gobierno cubano ha seguido
su guión de camaradería con el PRI. Siempre lo ha hecho, lo que lo llevó
a tratar a la izquierda mexicana como una pieza política incómoda e
incluso a legitimar el triunfo fraudulento de Salinas de Gortari en
1988, entre otros hechos que llenarían páginas enteras de conciliábulos,
favores políticos y aprovechamientos mutuos. Y en este caso lo ha hecho
ofreciendo desde el periódico Granma una información sesgada en que los
manifestantes campean los predios de la incivilidad, los crímenes son
villanías del narco y Peña Nieto es un brioso caballero listo para
remediar entuertos.
Es realmente deprimente constatar que en un país como Cuba, con vínculos
históricos sostenidos con la sociedad mexicana más allá de los
cuchicheos PRI-PCC (¿alguien tiene idea de cuantos miles de
profesionales e intelectuales cubanos han estudiado o trabajado en
México?) solo se hayan producido —al menos hasta donde escribo estas
líneas— dos manifestaciones públicas en torno a la grave situación por
la que atraviesa la sociedad mexicana.
Una es una nota de prensa de muy bajo perfil aparecida en Juventud
Rebelde con el título "Declaración de los estudiantes de Cuba en
solidaridad con el estudiantado mexicano", sin que nadie precise que
organización la suscribe. La nota, dícese inspirada en Fidel Castro,
"…condena la violencia y el narcotráfico, resultado de años de
explotación, miseria y políticas entreguistas a los intereses del
imperialismo yanqui", un enunciado que pudo haber sido redactado por
algún comité seccional de la juventud priista. Una simple nota —confusa,
imprecisa y casi invisible— sobre un tema que en toda América Latina ha
provocado marchas, campañas de apoyo y grandes cartelones que engalanan
los lugares visibles de los campus. Parodiando la retórica desabrida de
Carlos Lage, hay cientos de universidades latinoamericanas apoyando
expresamente a los estudiantes mexicanos pero ninguna de ellas es cubana.
La otra acción fue una convocatoria de tres ONG de la sociedad civil
legalizada, dos de ellas de filiaciones religiosas, a un acto de apoyo
bajo el lema que ha presidido aguerridas campañas en todo el continente:
"todos somos Ayotzinapa". Pero aquí hubo poco de épico. El acto fue
convocado para la calle G, donde un busto de Benito Juárez servía de
alegoría mexicana, y no frente a la embajada de ese país, como ocurrió
en todos los lugares del continente, para apuntar claramente a quien se
exige y quienes son partes del problema. Y solo reunió a 23 personas, un
numero ridículo de asistentes que habla de la parca capacidad de
convocatoria de instituciones que tienen varios lustros de quehacer
permitido en la sociedad cubana. Bajo una intensa lluvia, muestra un
video de poca visibilidad, enumeraron en voz alta hasta 43 —el número de
estudiantes normalistas masacrados— y luego alguien, con acento
marcadamente extranjero llamó a "internacionalizar la lucha", sin darse
cuenta que en Cuba aún no se había nacionalizado.
Pues al final, recordemos, tenemos una agenda democrática coartada al
que la sociedad civil consentida solo se asoma de puntillas, y sería
bueno que en algún momento nos preguntemos si no vale la pena volver
sobre el Remolcador 13 de Marzo y las responsabilidades involucradas en
lo que fue uno de nuestros obviados Ayotzinapa. En resumen, creo que, al
margen de todas las probables buenas intenciones, lo que hicieron los
empapados congregados de la Avenida de los Presidentes fue un buen
performance político con más incidencia en los corazones de los
implicados y en los organismos internacionales que les apoyan, que en la
propia sociedad cubana que ni siquiera se enteró que había sucedido.
Finalmente, tampoco la oposición ha dicho nada. Ni siquiera 14 y medio,
un medio de prensa que se caracteriza por otear el horizonte con miras
amplias, ha hablado de México sino para informar del problema hace ya
algún tiempo. Y para lamentar el dedo levantado de la luchadora de
Taekwondo.
Todas, lamentables omisiones. Lo que pasa en México no es un asunto de
mexicanos con el que nos solidarizamos. Es un asunto de todos.
Source: Todos (no) somos Ayotzinapa - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
<http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/todos-no-somos-ayotzinapa-320981>
No comments:
Post a Comment