Premios a la buena conducta, al silencio
Son para oportunistas que logran sus objetivos a costa de permanecer
fieles a una línea de conducta conveniente, a pesar de que le resta
autenticidad a su labor creadora
martes, agosto 12, 2014 | Marcia Cairo
LA HABANA, Cuba. – Aquí ciertos artistas gozan de jugosos beneficios,
como viajes al extranjero, pensiones de 100 CUC (97.04 dólares)
mensuales, facturas de comida, casas en la playa, cestas de delicatesen
y botellas de vino los fines de año…, pero todos estos "regalitos" son
de alguna manera el precio que deben abonar por portarse bien, por ser
ejemplos que no se salen del estándar de artistas comprometidos con el
sistema, que se adaptan a la cuota de silencio que deben cumplir.
No hablar de las fisuras de una sociedad que sufre de problemas de toda
índole, tanto económicos como sociales, que se erige sobre el merengue
de la cultura, donde las voces que se arriesgan son acalladas mediante
la proscripción y el ostracismo.
A estos personajes se les asignan casas y apartamentos por sonadas
pataletas, que aprovechan la cobertura de eventos sociales y que además
hacen uso de sus conexiones en las altas esferas para resolver sus
problemas domésticos, como arreglos de inmuebles, sustitución de autos,
atención especial en hospitales. Respondiendo a convocatorias políticas
en plazas o adonde los llamen, sin oponerse, convertidos en autómatas
entrenados.
Son oportunistas que logran sus objetivos a costa de permanecer fieles a
una línea de conducta conveniente, a pesar de que le resta autenticidad
a su labor creadora.
Contradictoriamente, escritores como Virgilio Piñera, Reynaldo Arenas,
Lezama Lima, que ostentaban su dignidad en medio de las carencias, que
en la década del setenta fueron echados en el saco de la exclusión
–algunos por ser homosexuales–, confinados luego al estatismo por
dirigentes de la cultura que los veían como una amenaza por sus obras
contradictorias y reveladoras, en una sociedad que adolecía de
salvajismo y arbitrariedades, que a su vez copiaba modelos literarios
extranjeros como vacías consignas.
Algunos de ellos fueron destinados a trabajar en oscuros almacenes de
librerías escolares; otros, haciendo traducciones como en el caso de
Piñera, que también subsistía con la venta de su biblioteca personal, e
incluso vendiendo muebles de su casa.
Alejados del ojo público, sustraídos de publicar y prohibidos en
universidades. No obstante, solo unos pocos se mantuvieron fieles a sus
preceptos y siguieron con su actividad creadora, entre ellos la poetisa
Dulce María Loynaz, premio Cervantes, que habitó por varias décadas una
mansión del Vedado casi en ruinas.
A Antón Arrufat (Santiago de Cuba, 1935) le fueron conferidos muchos
reconocimientos, además del Premio Nacional de Literatura en el 2000, y
ya rescatado de la escombrera de los olvidados, cuando en 1968 ganó el
premio José Antonio Ramos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC), con su entonces polémica obra de teatro Los siete contra Tebas,
por la cual estuvo 14 años sin publicar, siendo después estrenada en
2007 por el director teatral Alberto Sarraín.
Ahora, al parecer –no está confirmado por esta periodista, pero se
comenta en corrillos literarios-, se le ha obsequiado un palacete en el
Paseo del Prado, en La Habana Vieja. Quizás para mitigar los abusos a
que fue sometido, o como dádiva por ser ahora ese cordero que va con su
cabeza baja y asiente en opiniones y juicios en un mundo literario en
conjunción con el político. Aunque aún mantiene su antigua vivienda en
Trocadero y Amistad número 259.
El Ministerio de Cultura tiene un departamento que atiende a
personalidades y es el encargado de hacer todo tipo de gestiones para
ayudar a los necesitados dentro de este círculo; también otorga casas y
apartamentos. En las calles Infanta y Manglar existe un edificio que se
le nombra jocosamente "Fama y aplausos", donde residen artistas en su
mayoría.
Cuando se habla de que no hay "fondo habitacional" en una ciudad donde
existen miles de casos críticos con innumerables derrumbes y
hacinamientos, es solo una descarada falacia: la disponibilidad está en
manos de los ministerios.
No queda más remedio que llegar a una conclusión: algunos artistas son
premiados por buena conducta.
Source: Premios a la buena conducta, al silencio | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/premios-a-la-buena-conducta-al-silencio/
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