Tuesday, August 26, 2014

El Zanjón en tiempos de Baraguá

El Zanjón en tiempos de Baraguá
REINALDO ESCOBAR, El Zanjón | Agosto 25, 2014

Nadie recuerda cuándo fue demolido el viejo cuartel español y hace
décadas que arrancaron la tarja alegórica de lo que aquí ocurrió. Aunque
la historia oficial ha vilipendiado este lugar, un cartel en la
carretera central da cuentas de que acabamos de llegar a El Zanjón, el
mismo nombre que aparece en el carnet de identidad de las trescientas
personas que habitan el pequeño poblado.

El 10 de febrero de 1878 se firmaron aquí los siete acuerdos del Pacto
del Zanjón que pusieron fin a la Guerra de los Diez Años. De esa forma
quedaron frustrados los dos objetivos fundamentales que habían originado
la contienda: la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud.
El General Arsenio Martínez Campos sería el gran vencedor en un acuerdo
que muchos cubanos consideraron como una página bochornosa en el
derrotero nacional.

La inmensa mayoría de los combatientes del Ejército Libertador aceptaron
el pacto con excepción de Antonio Maceo, quien un mes después
protagonizó la protesta de Baraguá. Aquel intento de mantenerse en pie
de lucha solo duró hasta mediados de mayo del mismo año, poco después
que el Titán de Bronce abandonara la Isla rumbo a Jamaica.

Un siglo después, Fidel Castro proclamaría que "Cuba será un eterno
Baraguá". Al retomar ese pasaje histórico, definirían la intransigencia
y obstinación del sistema político que se ha instalado en la Isla por
más de medio siglo. Cualquier diálogo con un contrincante ideológico ha
sido percibido por décadas como un remedo del Pacto del Zanjón, mientras
la intolerancia se guía por la lapidaria frase de Maceo: "No nos
entendemos".

Quizás por eso, la pequeña escuela rural de El Zanjón se llama ahora
Protesta de Baraguá y en los libros de historia se definió la firma de
aquel Pacto como un acto de traición. Hasta se usó el apelativo de
"zanjoneros" para quienes, según el criterio oficial, pretendían
capitular tras el desastre del socialismo real en Europa del Este. De
esa manera, en un pueblito a 615 kilómetros de La Habana, la gente dejó
de tener un gentilicio que pudiera mostrar con orgullo.

Pero hoy en día, las pocas vacas que rumian su yerba y su hastío en las
tierras zanjoneras no se alteran ni con el rugido de los camiones que
circulan por la carretera. "Aquí no pasa nada" –me dice un vecino- y
agrega: "Por eso me voy y no vuelvo más". ¿Se va del Zanjón?, le
pregunto. "No, me voy del país, porque esto no hay quien lo resista".

Y ahí va otro que capitula, diría el discurso oficial, aunque otros
prefieran pensar que se va al exilio para volver un día... como Maceo.

Source: El Zanjón en tiempos de Baraguá -
http://www.14ymedio.com/nacional/Pacto_del_Zanjon_0_1621637827.html

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