Thursday, June 5, 2014

Radicalismos, cambio y ‘statu quo’

Radicalismos, cambio y 'statu quo'
Ser radical es cómodo, quizás lo más cómodo que hay. El único trabajo
del radical es estar en contra de algo y emplearse a fondo en la crítica
sin buscar soluciones...
Joan Antoni Guerrero Vall
junio 05, 2014

Los radicalismos están de moda, sean a la izquierda (Podemos en España),
ultraderecha (el Frente Nacional en Francia) y el castrismo (en Cuba,
donde jamás ha dejado de estar de moda vía manu militari). Lo curioso es
ver que algunos se abren camino en sociedades democráticas en las que,
en principio, el equilibrio de poder entre los diferentes sectores
ideológicos debería estar manteniendo una temperatura "correcta" en el
ambiente para que, de pronto, no salten chispas que pongan en riesgo el
sistema.

Pero, a pesar de todo, existen sociedades democráticas donde esas
chispas saltan y cuando lo hacen nos indican que algo está sucediendo
para que la temperatura en el ambiente no sea la idónea. Es un
indicativo de que algo falla, por lo que debe identificarse el problema
y atacarse, a menos que nos importe poco mantener la sana convivencia en
una sociedad democrática. Los demócratas no siempre hacen su trabajo
bien, básicamente porque a veces es más lo que dicen, que lo que hacen.

Por supuesto que los radicales están encantados de la vida con las
chispas que se originan de pronto. Esa es la posibilidad que tienen para
provocar lo que en realidad están deseando, un fuego que lo destruya
todo sin tener en realidad una alternativa o solución a cambio. Es
legítimo defender opiniones e ideologías propias con toda la pasión del
mundo, pero llega un punto en el que el radicalismo en las ideas
políticas se convierte en algo simplemente postural y de nacisismo
perosonal que busca la proyección de una determinada imagen propia sobre
los demás.

Hemos decidido colgarnos un cartel y lo haremos todo para presumir de
ser lo más de lo más en ese terreno (los más antiimperialitas, los más
izquierdistas, los más anticastristas o los más demócratas del planeta).
El radicalismo insano es aquel que se convierte única y exclusivamente
en postureo, en fuerza destructora pero incapaz de alzarse como fuente
creadora y transformadora. Dice más que hace. Y contribuye al 'statu quo'.

La energía que uno emplea es limitada, así como el tiempo que se tiene
para emplearla. Es necesario recordar este punto y reflexionar. No
tenemos todo el tiempo del mundo, ni tampoco la energía puede estar
concentrada todo el tiempo única y exclusivamente en parloteos inútiles
y estériles. Todo aquel que se instala en un radicalismo en contra de
algo, sea contra la dictadura en Cuba o sea contra un sistema corrupto
en España tiene la posibilidad de concentrar la energía haciendo y
construyendo alternativas, a pequeña escala. Obviamente hay que estar
dispuesto a pagar un precio y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo.

En el mundo hay infinidad de situaciones injustas, de problemas no
resueltos, de conflictos abiertos que requieren del compromiso de
personas para cambiarlos, frenarlos y acabar con ellos. Por supuesto que
todo ello requiere de acción más que de palabras, porque al fin y al
cabo en este mundo lo que sobra precisamente son buenas intenciones y
declaraciones de principios, plasmadas en declaraciones, tratados y
otros papeles ceremoniosos que, a la práctica, muchos se pasan por el
Arco del Triunfo. Léase carta de los derechos humanos, Posición Común y
un largo etcétera.

Ser radical es cómodo, quizás lo más cómodo que hay. El único trabajo
del radical es estar en contra de algo y emplearse a fondo en la crítica
sin buscar soluciones, sin plantear alternativas ni tan siquiera sin
hacer nada para contribuir a la transformación de la realidad que juzga
como injusta. Así pues, cuando nos convertimos en radicales
improductivos nos instalamos en una especie de dinámica que, al final,
acaba siendo beneficiosa para nuestro propio enemigo. Está claro que al
enemigo le va bien tener a miles de radicales enzarzados en discusiones
eternas que no a miles haciendo cosas para limitar su poder.

Así pues no está de más que de vez en cuando nos preguntemos a nosotros
mismos, si es que estamos en contra de algo: ¿Qué es lo que estoy
haciendo para cambiar esto que me parece tan injusto? Seguro que algo se
nos ocurre.

Source: Radicalismos, cambio y 'statu quo' -
http://www.martinoticias.com/content/radicalismos-cambio-y-statu-quo/35876.html

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