Made in USA: de moda en Cuba
Camisas, camisetas, gorras con la bandera del enemigo, inundan la Isla
viernes, abril 18, 2014 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba — Es de agradecer que un sujeto tan denso y tan falto de
gracia como Silvio Rodríguez nos haga reír de vez en cuando. Hace poco,
declaró al diario La Jornada, de México, que el pueblo cubano guardará
rencor durante mucho tiempo a Estados Unidos por causa del embargo, que
él llama bloqueo. "El sentimiento de tener un vecino egoísta que calcula
y maltrata –dijo literalmente–, va a sobrevivir mucho después de los que
padecimos directamente su maldad".
A uno no le queda más que desconcertarse ante el modo en que ciertos
representantes de la izquierda bistec de Cuba viven instalados
cómodamente en la estratosfera, sin conocer lo que realmente piensa y
siente la gente de su pueblo, pero sin que ello impida que se gasten la
petulancia de hablar en su nombre.
Como tal vez algún día reconocerán los historiadores, el pueblo cubano
es hoy más pro norteamericano que hace medio siglo. Es una realidad que
escapa a los encasillamientos políticos, un fenómeno sui géneris que se
ha producido a contracorriente del muy retorcido enfrentamiento
ideológico que desde ambos lados (pero mucho más desde el poder en Cuba)
se empeñó, durante decenios, en distanciarnos y en sembrar la
descalificación y el odio previos como barrera.
Y cuando esto sea inevitablemente reconocido por los estudiosos, no me
extrañaría que Fidel Castro quede en la historia como el mayor
anexionista de los políticos cubanos, si no por los discursos, siempre
hipócritas, al menos por los hechos.
Las previsiones de Fidel ante la historia parecen haber sido taimadas y
enfermizas hasta un punto tal que cabe suponer que desee y aun que haya
previsto un destino de fárrago e indigencia totales para Cuba, sólo con
la esperanza de que cualquier comparación que establezcan los
historiadores del futuro termine favoreciéndolo. Poco ha de importar que
de las viejas ínfulas anexionistas de gobernantes estadounidenses no
quede ya sino sombra en el recuerdo. Menos importa que nadie con dos
micras de cerebro asuma hoy como seria la tesis de un presunto interés
estadounidense por anexarse nuestra isla.
En cambio, todo indica que por nuestra parte, y sin que el socorrido
"enemigo" mueva un dedo, estamos precipitándonos hacia un destino tal
vez más nefasto que la anexión: la dependencia absoluta, a lo bestia, no
por intención manifiesta y previamente planificada, sino por caída
libre, bajo el peso gravitatorio de una sola disyuntiva, como ya ocurrió
antes con la Unión Soviética.
¿Qué otro camino le quedaría a un país sin capacidad productiva, sin
industria, con el campo en ruinas, con todas sus estructuras
administrativas carcomidas por la corrupción, sin mercado interno, sin
fuertes rubros de exportación, endeudada hasta la coronilla y habiendo
perdido de raíz la cultura del trabajo y el espíritu de la competencia?
Ese es el fruto neto de la labor anexionista de Fidel Castro.
Por lo demás, en lo que al pueblo cubano respecta, también los
historiadores tendrán la ardua tarea de explicar cómo ha sido posible
que por encima del implacable y ensañado adoctrinamiento que sufrimos en
las escuelas, desde la más temprana edad, por encima de las más
demenciales prohibiciones y represiones, nunca, ni por un minuto, a lo
largo de varias generaciones, nuestra gente ha renunciado al creciente
deseo de emigrar hacia los Estados Unidos, o a la preferencia por sus
productos o a la atracción general por todo lo Made in USA.
Bastaría con un ejemplo, el más común y ordinario quizá, aunque
suficiente para descalificar por sí solo la ridícula declaración de
Silvio: A lo largo de varias décadas, en los almacenes de ropas y otros
artículos de vestir, imperó aquí la orden dictatorial de prenderle
candela a cualquier prenda importada que tuviese un adorno con la más
simple alusión a la bandera estadounidense. Desde luego que los
empleados de esos almacenes fingían quemar las prendas, aunque en
realidad se las apropiaban para venderlas como pan caliente en las
calles. Pero la orden existía, y aún existe, sin considerar siquiera la
buena voluntad que quienes hacían donaciones gratuitas de ropas desde el
exterior.
Exhibir públicamente cualquier adorno que pudiera ser tomado por la
policía como "símbolo del enemigo", configuró aquí un delito durante
demasiado tiempo. Sin embargo, esta práctica ha sido una constante de
nuestra moda, al menos en La Habana. Solapada en años anteriores, cuando
no estrictamente oculta; hoy, cada vez más pública, gracias al comercio
de ropa de los cuentapropistas.
La recusación, estúpida y salvaje contra esa práctica no ha cesado, pero
sin duda los tiempos son otros. Mucha agua corrió por debajo del puente
desde aquella época en que la gente vestía símbolos Made in USA sólo
cuando iba a solicitar visa a la SINA, para lo cual los llevaban
escondidos en carteras y mochilas con el plan de cambiarse de ropa
previamente en la funeraria de Calzada y K.
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Su blog en: http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/
Source: Made in USA: de moda en Cuba | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/made-in-usa-de-moda-en-cuba/
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